Por Jose Ignacio Beteta*
No es algo nuevo. Se ha escrito sobre el tema. Y creo que la idea de un impuesto de tasa única o “Flat Tax” debe volver al debate. ¿En qué consiste este Flat Tax? Es una sola tasa porcentual aplicada a la renta de todos los contribuyentes, independientemente de sus ingresos.
Los economistas Robert E. Hall y Alvin Rabushka lo presentaron en el libro “The Flat Tax” (1985), pero ya diversos pensadores lo habían puesto en la mesa. Uno de ellos, el histórico pensador y político liberal argentino, Juan Bautista Alberdi (1810-1884), quien hace más de 160 años afirmó, “Contad a todos los medios de ganar y de vivir que se conocen en nuestra sociedad y no dejéis uno sin impuestos. Que la contribución pese sobre todos igualmente y sobre cada uno según sus fuerzas: he ahí la igualdad del impuesto”.
El sistema planteado por Hall y Rabushka, e intuitivamente por Alberdi, propone un impuesto sobre la renta bajo y único, que grava por igual el trabajo, el capital o el consumo. Grava además por igual a todo tipo de contribuyente sin ningún tipo de exoneración y sin importar donde se ubique geográficamente. Bastante disruptivo.

Naciones como Estonia, Letonia y Lituania implementaron el Flat Tax en la década de 1990. Esta reforma simplificó sus sistemas tributarios y buscó fomentar el crecimiento económico.
Lo opuesto a una tasa única o Flat Tax es un impuesto progresivo, en el que la tasa impositiva aumenta según los ingresos del contribuyente. Perú y Estados Unidos, por ejemplo, tienen un sistema impositivo progresivo sobre la renta con varios “tramos”. Pero además ambos países tienen un sistema complejo de deducciones y exoneraciones geográficas, sectoriales y coyunturales. En nuestro país, no funciona y hay un total consenso de que nuestro sistema tributario debe ser reformado desde la raíz.
Quienes creemos en el Flat Tax pensamos que incentiva a los contribuyentes a ganar más porque no se les penaliza con tasas más altas en función de su nivel de ingresos. Y a contribuyentes más prósperos, Estados con mayor recaudación. Es un sistema predecible, transparente y más fácil, definitivamente.
Generalmente, además, este sistema elimina las deducciones y refugios fiscales que los contribuyentes más “ricos” utilizan para minimizar sus impuestos, con lo cual, el Estado también simplifica su relación con los actores más relevantes en la economía. Y al tratar todos los ingresos de manera neutral, fomenta la inversión no solo interna sino la extranjera.
En Perú, para variar, el principal opositor de un sistema así sería la SUNAT, la agencia de recaudación, o quizás el Ministerio de Economía y Finanzas, que ven el problema de forma inmediata pero no entienden sus beneficios económicos, institucionales y sociales de largo plazo. Creen que la recaudación se reduciría significativamente y que no necesariamente traería los beneficios que ha tenido en otros países. Quizás falta algo más de análisis, pero el Flat Tax ha sido implementado con éxito en Hong Kong, Estonia y Letonia, generando aumentos significativos en la recaudación y promoviendo el crecimiento económico de dichos países.

Gráfica que muestra el comportamiento de la recaudación tributaria sobre bienes y servicios en Estonia desde la aplicación del Flat Tax. (Fuente: Banco Mundial)
En todo caso, la “radicalidad” de este sistema puede ser mitigada de tres formas: primero, generando un fondo temporal de compensación en coordinación con el Banco Central de Reserva. En segundo lugar, implementándolo de forma escalonada, en dos o tres años. Y en tercer lugar, ajustando el gasto estatal, que en Perú es desproporcionado, ineficiente, y hasta corrupto. Quien se debe ajustar el pantalón frente al cambio y la innovación es el burócrata, no el contribuyente.
En Perú, sería casi obligatorio que, de ser implemetado, el sistema “Flat Tax” mantenga un tramo “cero” de modo que los peruanos con ingresos en promedio muy bajos y un trabajo vulnerable o inestable, no tengan que pagar impuestos mientras crecen.
Finalmente, este no es un sistema milagroso. Si no se fomenta la inversión, el empleo, y la libertad económica con otras estrategias de reducción de burocracia y eliminación de regulación, igual sería una solución incompleta, pero el debate debe volver y rápidamente porque necesitamos hacer algo diferente para cambiar nuestra mediocre y problemática situación como país, al menos en este aspecto. Haciendo más de lo mismo, no vamos a cambiar. Manteniendo este frágil status quo, solo retrocedemos como quien deja de remar en la corriente.
* Presidente de la Asociación de Contribuyentes
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