La mascota que acompañaba a la reina Isabel II por cada habitación del palacio de Buckingham ha partido. Medios británicos reportaron esta mañana que la soberana está «consternada».
La desaparición de su fiel compañero de 12 años ha significado un duro golpe para la monarca. Se trataba del último corgi —una de las razas de perros más antiguas del Reino Unido y la favorita de la familia real— que poseía. En abril de este año, falleció Willow, descendiente de un gran linaje de corgis que ella mismo crió, bajo la atenta mirada de un mayordomo las 24 horas del día. Entonces, la prensa señaló que la reina había decidido no criar más a la raza que popularizó.
De acuerdo a la versión oficial, existía cierta preocupación ante la posibilidad de que uno de los ejemplares más jóvenes hiciera tropezar a su ama. No obstante, los rumores señalaban que a Su Alteza Real le angustiaba dar la bienvenida a más cachorros de los que quizá podría ver crecer.
Los canes de esta raza llegaron al palacio en los años 30. La reina Isabel II ha criado 14 generaciones desde Susan, mascota que llegó a sus brazos como obsequio por sus 18 años, cuando aún era llamada princesa Isabel. Se sabe que las mascotas eran consentidas hasta el extremo. Comían en recipientes de plata y porcelana, y cada uno tenía un menú específico adaptado a sus necesidades. Además, tenían la costumbre de corretear con total libertad por los jardines de Buckingham. Varios de ellos, incluso, fueron retratados junto a la reina, en pinturas y fotos oficiales.
La tierna historia de Whisper
El caso de Whisper es especial entre los caninos de la monarca. Hasta su llegada, todos eran descendientes de Susan. Sin embargo, con él hizo una excepción en honor a la amistad que mantuvo con su dueño original. Bill Fenwick era uno de los guardabosques de Sandringham y en 2016 falleció a los 95 años.
Previo a su muerte y por iniciativa personal, la reina adoptó al can. Eso sí: antes de presentarlo al resto de la familia, le cambió el nombre. Dejó de ser Wispa —inspirado en una golosina— para convertirse en Whisper, que se traduce como ‘susurro’.
Lamentablemente, la mascota enfermó hace unas semanas y falleció hace seis días en el Castillo de Windsor. Las razones todavía son desconocidas pero se presume que fue víctima del cáncer. Los restos de Whisper ya descansan en un cementerio reservado para los canes de la familia real en el Castillo de Balmoral. Ahora Isabel II se queda únicamente con dos perros: los dorgis Candy y Vulcan, cruces de las razas teckel y corgi.