Fernando Fitz-James Stuart y Solís-Beaumont, hijo mayor del duque de Alba, y por tanto heredero al ducado, se casó con su novia de hace cinco años, Sofía Palazuelo Barroso –quien solía vivir en el Perú–, en el incomparable Palacio de Liria. Al enlace, que fue relativamente discreto, acudió lo más selecto de la sociedad española.
Por José María López de Letona, corresponsal en Madrid
La boda del año en España, como todos los eventos anticipados, pasó demasiado rápido. Como no podía ser de otra manera, el evento estuvo lleno de personajes conocidos y alguna que otra anécdota, y fue sobrio y elegante, como se esperaba de los protagonistas. Fue un matrimonio sencillo, dentro de lo que cabe, porque se celebró en el Palacio de Liria, la residencia privada más importante de la capital española, así como la más histórica.
La boda, a la que acudieron unos seiscientos invitados, tuvo lugar el sábado 6 de octubre en los jardines de Liria. La novia lució muy elegante con un vestido de su tía Teresa Palazuelo, con manga corta y escote en V, adornado con una espectacular capa que la novia se quitó después de la ceremonia para estar más cómoda. Sofía no llevó tiara; en lugar de ello, optó por un tocado hecho a mano de plumas blancas de Teresa Briz en colaboración con Philip Treacy. La boda fue oficiada por Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, el confesor de la duquesa, que suele estar presente en todos los eventos religiosos de la familia.
Las únicas joyas que llevó la novia fueron unos originales pendientes en forma de rombo y una espectacular pulsera con un zafiro engarzado. Se desconoce si la pulsera es herencia de Cayetana de Alba, aunque los pendientes parece que son de su familia. El novio vistió el mismo uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla que lució su padre el día de su boda con Matilde Solís, quien ejerció de madrina. Matilde lució muy andaluza y elegante con un espectacular vestido azul de Lorenzo Caprile, con mantilla negra y collar a juego. La madre de Sofía, por su parte, eligió un traje pantalón azul claro con blusón y chaleco, que fue bastante alabado por su originalidad.
El hermano de Sofía, Fernando Palazuelo Barroso, ejerció de padrino, ya que el padre no acudió a la boda. No es ningún secreto que Sofía Palazuelo no tiene relación con su padre, como se evidencia en el parte matrimonial, en el que solo aparece como participante la madre de la novia, Sofía Barroso. Por parte del novio, sí que aparecen tanto el duque de Alba como Matilde Solís. Pese a que están divorciados hace muchos años, Fernando ha vivido casi siempre con su madre y tiene una relación muy cercana con ella.
La selecta lista de invitados
La boda reunió a gran parte de la aristocracia y alta sociedad española y extranjera. Entre los invitados estuvieron los marqueses de Griñón, Carlos Falcó y Esther Doña; Alicia Koplowitz, y Victoria de Hohenlohe-Langenburg, duquesa de Medinaceli, una de las mujeres con más títulos de España. Alfonso Díez, esposo de Cayetana de Alba, también asistió, e incluso se supo que días antes del evento ingresó en una clínica de belleza para estar perfecto en el gran día. Por supuesto, también acudieron los hermanos del duque de Alba y gran parte de los sobrinos, entre los cuales destacó Jacobo Fitz-James Stuart (quien disfruta hace años de una cercana relación con el Perú y tiene por costumbre asistir todos los años a la feria de ArtLima) y su esposa, Asela Pérez Becerril. La familia De Alba se había juntado hacía tan solo unos días para otro evento muy especial: la puesta de largo de Cayetana (Tana) Rivera, la única hija de Eugenia Martínez de Irujo (única hija de la duquesa) y del torero Francisco Rivera Ordóñez.
Otros invitados de renombre fueron los reyes de Bulgaria Simeón y Margarita, que viven en España hace varias décadas y disfrutan de una relación muy cercana con la familia real española (de hecho, la reina, Margarita Gómez-Acebo, es española); la princesa Ana de Orleans, Ana de Borbón-Dos Sicilias y la duquesa de Fernandina. También acudió la diseñadora de modas Ágatha Ruiz de la Prada con sus dos hijos. Como es habitual, su estilo, que aportó la nota de color a la ceremonia, fue de los que más llamaron la atención junto con el de su hija Cósima.
También muy comentados fueron los atuendos de Brianda Fitz-James Stuart, nieta de la duquesa, y de Alejandra Domínguez, pareja de Enrique Solís, primo hermano del novio. Era la primera vez que se presentaba en sociedad y fue bastante criticada por su extravagante atuendo y por querer “llamar la atención” en un evento donde, según la prensa española, “eran invitados muy secundarios”. La madre de Enrique, Carmen Tello, era quizá la amiga más entrañable de la fallecida duquesa, por lo que llamó mucho la atención no verla en el enlace. Se comenta que quizás hubo un distanciamiento entre ella y la familia De Alba producido por una serie de indiscreciones.
La reina emérita Sofía acudió en representación de la familia real española. Aunque en un primer momento se dijo que sería la infanta Elena la encargada de asistir a la cita, quizá tiene sentido que lo hiciera la reina emérita, que era amiga de Cayetana. La duquesa de Alba fue la encargada de instruir a doña Sofía en los usos y costumbres de la corte española, cuando la reina llegó por primera vez en los años sesenta de la mano del rey Juan Carlos I. Sofía estuvo muy cariñosa con los novios y los invitados; en una imagen distribuida por la Casa de Alba aparece saludando a la novia con dos besos.
Pese a que la boda fue de mañana, se prolongó hasta altas horas de la noche. El hecho de que no se prohibieran las fotos permitió que se filtraran bastantes imágenes y videos del enlace y de los novios, con lo que el evento se pudo vivir casi a tiempo real. Los parterres geométricos la pileta del siglo XVIII fueron el escenario incomparable para el almuerzo, que constó de un sencillo menú de tres platos y, de postre, una tarta árabe elaborada con obleas de pasta brick, crema pastelera, nata montada y almendra.
Calor de hogar
Como heredero al ducado de Alba, el futuro de Fernando estará inevitablemente ligado al Palacio de Liria, residencia oficial de la familia. El hecho de que eligieran Liria para el enlace evidencia que los novios son muy conscientes del peso histórico de su decisión. Muchos ven a Fernando, abogado de formación, como el soplo de aire fresco capaz de renovar la gestión de la Casa de Alba, que, como explicó hace unos años Cayetano Martínez de Irujo, es una máquina de gastar dinero. De momento, los novios han decidido mudarse a un inmueble situado en la calle Duque de Liria, muy cercana al Palacio. El departamento es propiedad del padre de Fernando, quien posee seis inmuebles más en las inmediaciones. En uno de ellos reside actualmente su hermana Eugenia Martínez de Irujo.
Hasta ahora, Fernando, junto con su hermano menor, Carlos, ha vivido casi siempre con su madre, en un departamento situado en el Paseo de la Habana, una zona residencial cerca del centro financiero de la capital. Sofía, por su parte, vivía con su madre y su hermano Beltrán (sus dos hermanos mayores, Fernando y Jaime, viven en Lima) en el barrio de Salamanca, uno de los más selectos de Madrid. Ahora empiezan una nueva etapa muy cerca del palacio que un día les tocará heredar.