Aunque hoy se conmemora el 67° aniversario de su ascenso al poder, la monarca ha dispuesto —una vez más— que no se realicen festejos en su honor. ¿El motivo? El devastador significado de tan importante fecha.

El 6 de febrero trae a la memoria de la soberana recuerdos agridulces. Si bien es el día en que se convirtió inesperadamente en reina, también es el aniversario de la muerte de su padre, el rey Jorge VI

En febrero de 1952, Isabel tenía apenas 25 años y se encontraba en Kenia, como parte de su gira por los países de la Commonwealth, junto a su esposo, Felipe de Edimburgo. Vanity Fair recoge que la entonces princesa estaba trepada en un árbol, cuando recibió la fatídica noticia. El rey falleció a los 56 años, mientras dormía en Sandringham House, luego de batallar contra el cáncer de pulmón.

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A raíz de este suceso se instauró como regla que los miembros de la familia real viajen siempre con un ajuar de luto en la maleta, en caso de que una desgracia acontezca mientras se encuentran fuera de palacio. 

A su retorno, Isabel optó por mantener su nombre de nacimiento como su nombre real. Solo adicionó “II” para distinguirse de la reina Isabel I, quien gobernó entre 1558 y 1603. Su coronación tuvo lugar el 2 de junio de 1953, casi un año y medio después de asumir su nueva posición. Esto debido a una razón muy simple: el ascenso de un monarca a menudo está marcado por la muerte de su predecesor, por lo que se les da un tiempo prudente para guardar luto antes de organizar una gran celebración.

A la coronación de la reina Isabel II asistieron representantes de la Commonwealth y los estados extranjeros.

En silencio y lejos de palacio

Desde que Isabel II subió al trono han pasado más de 24 mil días, lo que la convierte en la monarca con el reinado más largo del mundo. Ha festejado ya sus jubileos de plata, oro, diamante, zafiro y faltan solo tres años para que llegue al de platino. 

No obstante, hoy no brindará por sus logros prolongados ni siquiera en privado. En lugar de eso, recordará en silencio a su padre en Sandringham House, antes de regresar a Londres, a continuar con sus labores la próxima semana.

Isabel II rumbo a Sandringham House, en diciembre de 2018. Foto: @bazaaruk

Por el día es conmemorado por la King’s Troop Royal Horse Artillery en Green Park con una serie de cañonazos. La Honourable Artillery Company hace lo propio en la Torre de Londres. Asimismo, las campanas de la abadía de Westminster resuenan hoy, al tratarse no solo del lugar en el que se casó, sino también donde fue coronada.

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“Ella siempre ha dejado en claro que su largo reinado es una consecuencia de la muerte temprana de su padre y, por lo tanto, no es un día de fiesta”, declaró Dickie Arbiter, exsecretaria de prensa de Buckingham Palace, al Telegraph en 2017. Además, compartió que, incluso en su pena, la reina cumple con su deber hacia su país. “Ella suele ir a la iglesia el día anterior y tener a su padre en sus pensamientos por el resto de la jornada. El mismo 6 de febrero, lee los despachos de información del gobierno que se entregan en cajas rojas y no sale a ningún lado”, detalló.

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Por otro lado, se sabe que el príncipe de Gales y el resto de la familia real nunca se han involucrado en este aniversario. 

Heredera por sorpresa

A pesar de ser una monarca consumada, Isabel no nació en un lugar privilegiado en la línea de sucesión. A decir verdad, su reinado es el resultado de un hecho inesperado que cambió el curso de la historia. 

Cuando Isabel nació, a principios del siglo XX, su posición era equivalente a la de la princesa Beatrice en la actualidad. Su padre, conocido entonces como Albert de York, no era el heredero directo al trono. En términos modernos, ocupaba el mismo lugar que el príncipe Harry.

Foto: @hrhcambridgeands

Durante sus primeros 10 años, la pequeña Lilibet —como era llamaba en su entorno más íntimo— llevó una vida relativamente tranquila. En 1930 nació Margaret, la segunda hija de los duques de York, y la familia dividió su tiempo entre dos casa reales, una en Londres y otra en los terrenos de Windsor Great Park

Foto: @hrhcambridgeands

El hermano mayor de Albert, el príncipe Edward, estaba destinado al trono. Él ascendió en 1936, tras la muertes de su padre, Jorge V, bajo en nombre de Edward VIII. Sin embargo, solo gobernó Inglaterra algunos meses antes de abdicar para casarse con la estadounidense divorciada Wallis Simpson.

Wallis Simpson junto al Duque de Windsor, Edward VIII. 

Ante la renuncia, Albert asumió la monarquía, convirtiéndose en el rey Jorge VI. La ceremonia de coronación tuvo lugar el 12 de mayo de 1937 y su hija mayor, Isabel, pasó a ser inmediatamente la heredera de la corona británica.