Actriz, socialité y belleza italiana, pero, sobre todo, la princesa menos convencional de Europa. Casi destinada a crecer rodeada de amores y dramas, ha vivido a toda velocidad y ha dado mucho de qué hablar. Este mes se publica “Ira: The Life and Times of a Princess”, biografía que nos revela sus más extraordinarios secretos.
Por Andrea Mena
Hubo una época en la que ningún evento se arriesgaba a no contar con la presencia de Ira von Fürstenberg. Glamorosa y madura, creció disfrutando de costosos viajes, elegantes fiestas y aventuras sentimentales. La princesa italiana llevó una intensa y agotadora vida en sociedad; fue retratada por algunos de los mejores fotógrafos –como Cecil Beaton y Willy Rizzo–, se dice que Salvador Dalí quiso pintarla desnuda, bailó con Frank Sinatra y fue amiga de personajes como el legendario diseñador alemán Karl Lagerfeld y la princesa Margaret, quien supo describirla a la perfección: “Es una mujer demasiado grande para un mundo tan pequeño”.
Virginia ‘Ira’ Carolina Theresa Pancrazia Galdina, nacida en Roma en 1940 y criada en Venecia, creció acostumbrada al lujo típico de las casas reales. Tassilo Fürstenberg, su padre, fue un príncipe descendiente de una de las familias aristocráticas más importantes de Alemania; mientras que su madre, Clara Agnelli, fue una de las mujeres más ricas de Italia, ya que formaba parte del imperio Fiat.
Sobre Ira
Lejos de los convencionalismos atribuidos a una mujer de su posición, Ira presumió de su rebeldía durante toda su vida. Más que princesa, era una adolescente que, como ella misma declaró, “solo amaba la libertad”. Esto siempre llamó la atención de los medios europeos; sin embargo, no fue hasta que cumplió los 15 años que acaparó todos los reflectores. Junto a un hombre dieciséis años mayor que ella, Ira protagonizó lo que en su momento se consideró la boda del año. Se trataba del príncipe español Alfonso de Hohenlohe-Langenburg, ahijado del mismísimo rey Alfonso XIII y creador del Marbella Club, el corazón turístico de la Costa del Sol.
La unión se realizó el 17 de setiembre de 1955 en la ciudad de Venecia, y se convirtió en uno de los primeros grandes eventos de la realeza europea tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La pareja acaparó todas las portadas de los medios internacionales y, a pesar de las duras críticas que recibió el matrimonio, la princesa se justificó: “Querían casarme rápido, porque decían que estaba un poco loca. Además, no quería estudiar. Alfonso me cortejaba galantemente, y en aquella época a las chicas se nos educaba solo para el matrimonio. Al final me enamoré y me pareció adecuada la vida de madre y ama de casa”.
De acuerdo con su plan, los hijos llegaron poco tiempo después. El príncipe Christoph nació en 1956 y el príncipe Hubertus, en 1958. A los 20 años, Ira ya era madre de dos hijos y se sentía víctima de la ausencia de su esposo, quien “pasaba más tiempo con el teléfono en la oreja y rodeado de gente que en casa”. Así, tras cinco años de matrimonio, dejó al príncipe Alfonso y se mudó a Estados Unidos. Fue en ese viaje que conoció a Francisco ‘Baby’ Pignatari, un empresario brasileño con fama de playboy con quien Ira celebraría su segunda boda. “Fue una auténtica locura, pero Baby quería que nos casáramos. Yo me divorcié y cumplí sus deseos”, declaró para “Vanity Fair”.
Sus segundas nupcias fueron feroces. Estaba enamorada y, como Ira misma contó, estaba descubriendo una vida completamente desconocida. Hasta que Alfonso de Hohenlohe interrumpió su tranquilidad. Rehusándose a desaparecer de la vida de la aristócrata italiana, se llevó a sus dos hijos a Marbella sin el consentimiento materno y rompió así el acuerdo de custodia compartida que ambos firmaron tras su separación.
La pérdida de sus hijos, sumada a la imposibilidad de tener otros junto a Pignatari, dado que él no podía tener hijos, motivaron que su segundo matrimonio llegara a su fin tres años después de haber comenzado. De pronto, antes de cumplir los 26, Ira se convirtió en una mujer sola: dos veces divorciada y con dos hijos a los que su exesposo le había prohibido visitar.
Cambio de rumbo
Quizá cansada de haber llevado una vida tan intensa en tan poco tiempo, la princesa optó por darle un descanso al amor. Esto no significó que no se le volviera a vincular con otros hombres (célebres), como los actores Roger Moore o Alain Delon, o el propio príncipe Rainiero de Mónaco, pero ninguna de estas historias fue más allá de rumores y trascendidos.
Ira decidió que la vida para la que estaba predestinada no era la suya. Dejó su mundo de princesa para probar suerte como actriz de la mano del productor Dino de Laurentiis en la película “Matchless”. A esta le seguirían otras veinticinco producciones, todas intrascendentes.
Su retirada del cine llegó cuando los productores comenzaron a solicitar jóvenes dispuestas a quitarse cada vez más ropa. Así, tras esta aventura, probó suerte en trabajos que demandaran menos apariencia y más esfuerzo. Gracias a su carisma y sus glamorosas amistades, llegó a convertirse en relacionista pública de firmas como Valentino, y en embajadora de grandes eventos vinculados al mundo de la moda.
Todo ello coincidió con el auge del jet set, en un tiempo que ella describió como el perfecto para rodearse de lujo, ir a fiestas y, quizá, armar un pequeño escándalo con un ex en algún acontecimiento público. Pero poco a poco ese estilo de vida también empezó a desgastarla, por lo que se vio obligada a apuntar a un entorno diferente.
A principios de los noventa, descubrió una de sus mayores pasiones. Durante unas vacaciones navideñas en Estados Unidos, notó a sus amigos discutir sobre la dificultad de encontrar regalos perfectos. “Como a mí siempre me ha gustado comprar artículos curiosos, decidí crear con ellos objetos preciosos para regalar”, detalló a los medios.
El resultado fue una exposición, en 1993, de piezas hechas a partir de cristal, mármol y piedras preciosas. Denominada “Objetos únicos”, con un total de dos mil obras, la muestra recorrió el mundo. México, Londres, París, Ginebra, Atenas, Mónaco, Milán, Los Ángeles, Nueva York y Hong Kong fueron algunos de sus destinos más representativos.
Una pérdida
Precisamente se encontraba siendo homenajeada por el éxito de su más reciente colección, en Montecarlo, cuando su tranquilidad se vio nuevamente interrumpida. En agosto de 2006, recibió una llamada desde Bangkok: le informaban que su hijo Christoph había sido detenido por las autoridades tailandesas.
Su vida se derrumbó: su primogénito, más conocido como Kiko, falleció en la cárcel una semana después de haber sido arrestado en el país asiático. La prensa especuló que su muerte había sido causada por una infección en los pulmones y un nivel alto de azúcar en la sangre; sin embargo, públicamente, nunca se supo con certeza a qué se debió, porque la familia no dio a conocer el parte médico y no se realizaron más declaraciones sobre el penoso incidente.
Actualmente, Ira continúa ofreciendo exposiciones, viajando y formando parte de un círculo social que pertenece al mundo del cine, el espectáculo y la aristocracia. De vez en cuando se convierte en anfitriona para ofrecer una fiesta privada, y es asidua de la familia real del Reino Unido y del clan monegasco. Además, ha iniciado una labor solidaria con las ganancias de sus muestras, cuyos beneficios son donados a los niños de la Fundación África.
En comparación con los años de su juventud, Ira lleva una existencia tranquila, pero su historia no es ajena a aquellos que buscan revivir las anécdotas más impresionantes de la princesa italiana.
Uno de ellos es el escritor británico Nicholas Foulkes , quien este 17 de junio, a través de HarperCollins, lanzará la biografía “Ira: The Life and Times of a Princess”, que, más que un libro sobre su fascinante vida, retrata el glamour y el encanto de una época perdida. Una narración que nos permite conocer el mundo de la nobleza europea, el cine italiano, la alta costura y las fiestas más elegantes de décadas pasadas, con Ira von Fürstenberg como protagonista.