Abuso sexual, tráfico de menores y conspiración forman parte del caos en el que el príncipe Andrew se ha visto involucrado. ¿Qué rol jugó en el escándalo que estaría manchando el nombre de la familia real?
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Por Andrea Mena
Andrew de York, el tercer hijo de la reina Isabel II, es –en apariencia– un príncipe azul. El royal estudió Historia, Economía y Ciencias Políticas en Inglaterra y Canadá; además, le dedicó veinte años de su vida a la marina de guerra británica. Junto a su exesposa, Sarah Ferguson, y sus dos hijas, Eugenie y Beatrice, conformaba una familia ejemplar para los ingleses. Sin embargo, esta admirable imagen que construyó durante sus 59 años, y que solo se vio mínimamente afectada en un par de ocasiones por su particular gusto por los lujos, podría estar en peligro.
El nombre del príncipe Andrew ha vuelto a aparecer vinculado al caso Jeffrey Epstein, el multimillonario estadounidense acusado de haber explotado sexualmente a decenas de niñas y que fue su amigo cercano durante años. Hoy, la prensa británica está publicando información sobre la relación del empresario con el hijo de la monarca, hasta el punto de que el Palacio de Buckingham se ha visto obligado a reaccionar.
La casa de los horrores
El caos para Andrew se desató cuando la estadounidense Virginia Giuffre declaró en el año 2008 que, cuando tenía 15 años y trabajaba en el club Mar-a-Lago del presidente Donald Trump, fue reclutada como objeto sexual por Jeffrey Epstein. Desde ese momento, viajó más de cincuenta veces en el avión privado del financista a sus propiedades en Nuevo México, las Islas Vírgenes de Estados Unidos, París y Nueva York.
Pero este no fue el único caso. Courtney Wild, quien en ese entonces tenía 14 años, afirmó que Epstein abusó sexualmente de ella en reiteradas ocasiones, tras ser reclutada para ser su masajista en su avión privado, apodado el ‘Lolita Express’. “Me siento muy enojada y triste. No existe la justicia”, declaró en su momento.
A raíz de eso, más de una docena de mujeres compareció ante el juez Richard Berman en la corte federal de Manhattan para contar sus historias públicamente. Así, Epstein fue detenido a comienzos del pasado julio tras ser acusado de crear una red de tráfico entre 2002 y 2005 en sus mansiones de Nueva York y Florida.
Lamentablemente para las víctimas, el también empresario –que fue sentenciado a 45 años de prisión– fue hallado ahorcado en su celda el pasado 10 de agosto, según lo reveló el diario “The Times”. Ante esto, los afectados cuestionaron cómo fue posible que Epstein no hubiera sido procesado en años anteriores. Y lo cierto es que fue detenido en el 2008, pero, gracias a sus poderosas conexiones, logró salir tras 18 meses de prisión. Entre su círculo de amistades se encontraba el presidente Donald Trump, Bill Clinton y el expresidente colombiano Andrés Pastrana.
Nadie se salva
Pero entre los amigos más influyentes y adinerados de Epstein no solo se encontraban empresarios y presidentes; el príncipe Andrew, hijo de la reina Isabel II, también formaba parte de su círculo amical. El royal conoció a Epstein a través de Ghislaine Maxwell, una antigua novia del estadounidense, también amiga de Sarah Ferguson –la exesposa del duque de York– y una figura muy bien conectada con el jet set de Nueva York y Londres. ¿Es posible entonces que Andrew haya sido ajeno a los “intereses personales” del financista?
“Conocí al señor Epstein en 1999. Durante el tiempo que lo conocí, lo vi de forma infrecuente, probablemente solo una o dos veces al año”, declaró el príncipe.
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“Nunca vi o sospeché de un comportamiento tan desagradable como el que provocó su arresto y condena”. Esta declaración no pareció convencer a la población inglesa, especialmente luego de que el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos para el Segundo Circuito ordenara liberar las dos mil páginas de documentos con las declaraciones y pruebas contra Epstein.
Fue gracias a esto que el diario “Daily Mail” consiguió y reveló imágenes grabadas en 2010 en las que el duque de York es captado saliendo de la lujosa vivienda de Epstein, lugar que, de acuerdo con varias denuncias contra el empresario, fue el escenario de abusos sexuales a menores.
Bajo sospecha
Después de que saliera su nombre involucrado en el caso, el príncipe Andrew ha tratado de desmarcarse insistiendo en que desconocía el comportamiento y la actividad del millonario estadounidense. Pero las fotos solo sirvieron para intensificar las sospechas que se tenían sobre el royal, que se formaron tras las nuevas acusaciones de Giuffre en 2011, en las que aseguró haber sido obligada a mantener relaciones sexuales con Andrew.
La joven alegó que el duque de York “conoce la verdad” sobre el abuso de menores por parte de Epstein y pidió que se le hiciera testificar. En 2015, un tribunal decidió que las acusaciones de la mujer sobre el miembro de la familia real británica eran “inmateriales e impertinentes” y ordenó que fueran retiradas del caso. Fue gracias a la grabación del príncipe en “la casa de los horrores” que este mes su situación se ha vuelto a complicar.
Ahora, además, sabemos que al duque de York no solo se le vincula con Virgina Giuffre en esta trama. Como parte del caso Epstein, fue señalado como el responsable de tocar el pecho de una menor y cometer otros actos contra al menos otras dos mujeres –Johanna Sjoberg es una de ellas– en la mansión de Jeffrey Epstein, en Manhattan, según los documentos presentados por los abogados de Virginia en 2017. En estos también se encuentra una fotografía en la que el príncipe sujeta a Giuffre de la cintura, dentro de la casa de Epstein. Ella tenía 17 años cuando la imagen fue capturada, según “FOX News”.
Como respuesta, el príncipe Andrew se manifestó, intentando disipar cualquier sospecha hacia él: “Este es un momento difícil para todos los involucrados, y no puedo entender ni explicar el estilo de vida del señor Epstein. Lamento la explotación de cualquier ser humano y no toleraría, participaría ni alentaría tal comportamiento”, declaró el hijo de la reina. Aseguró, además, estar dispuesto a colaborar con las investigaciones a Epstein.
Sin embargo, Brad Edwards, abogado que representa a varias demandantes del caso, aseguró que el duque no se ha involucrado hasta el momento. “Estamos listos y tenemos muchas preguntas para él. El suicidio de Epstein ha dejado muchas preguntas sin respuesta”, concluyó.
¿Final feliz?
“Fui reclutada a una edad muy temprana. Desde entonces he estado luchando en este mundo y no dejaré de hacerlo, nunca me silenciarán; seguiré hasta que estas personas sean llevadas ante la justicia”, dijo Giuffre. Esta misma situación experimentan más de veinte mujeres, quienes acusan al multimillonario neoyorquino de abuso sexual. El pasado 20 de agosto, expresaron su indignación ante la imposibilidad de que el financiero pague por los crímenes por los que se le acusa.
El empresario estaba a la espera de su juicio por acusaciones de abusos sexuales, tráfico de menores y conspiración, y se enfrentaba a una pena de hasta 45 años de cárcel. Como respuesta, el príncipe decidió romper su silencio nuevamente y expresar su “tremenda simpatía” con las víctimas. Angela Levin, escritora especializada en la realeza británica, incriminó la declaración llamándola “arrogante y deshonesta”. Escribió, entonces, en el diario “Mail On Sunday”: “Además de esperar que nuestra realeza no se vincule con pedófilos, también esperamos que sean honestos”.
Para las víctimas, la muerte fue “una escapatoria cobarde” para Epstein, según reveló la BBC. Por ese motivo, a pesar del fallecimiento del empresario, las investigaciones continuarán, así como la lucha de las afectadas que culpan al hijo de la reina Isabel II de ser cómplice, al permanecer en silencio con la finalidad de liberarse de la responsabilidad.
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¿Pero podrá el príncipe Andrew liberarse también del cargo de conciencia?