La esposa del jeque dubaití huyó del emirato en junio pasado y se refugió en Londres, donde lucha para que su esposo no la separe de sus hijos. Esta semana se desarrolla el litigio que enfrenta a dos de las principales monarquías de Oriente y que determinará el futuro de la familia real.
El lunes inició en Londres el juicio por la custodia de los vástagos de la princesa Haya de Jordania y el primer ministro de Dubái, Mohamed bin Rashind al Maktum. El proceso legal arranca cinco meses después de la dramática huida de la mujer y sus dos hijos, Jalila (11) y Zayed (7), a la capital del Reino Unido.
En julio pasado, la princesa solicitó ante el Tribunal Superior de Londres medidas de restricción contra su aún esposo, aduciendo que se encontraba en inminente peligro. Además de la tutela de los menores, solicitaba expresamente una «orden contra el matrimonio forzado» para uno de sus hijos y una «orden de protección contra los abusos». Dichos pedidos permitirían a la justicia británica frenar el intento del jeque de llevar a sus herederos de retorno a su país natal, lo que a la fecha es su principal deseo.
Comienza la batalla final
Haya ha hecho su aparición este martes en la corte, acompañada de su abogada, la renombrada baronesa de Shackleton, conocida como la «magnolia de acero» por la firmeza y encanto con las que resuelve sus casos. Entre sus clientes más famosos se encuentran el príncipe Charles y su hermano, el duque Andrew de York, a quienes representó en sus divorcios de Diana de Gales y Sarah Ferguson, respectivamente.
Pese a la gran expectativa que generó el reencuentro de la pareja en los tribunales, los medios gráficos no pudieron captarlos, ya que la primera vista se celebró a puerta cerrada. No obstante, como ha ocurrido en anteriores audiencias, se sabe que el jeque no ha acudido. Él ha depositado toda su confianza en su equipo legal, liderado por el letrado David Philip Pannick, y mantiene un perfil reservado.
La princesa de 45 años, en cambio, se ha mostrado en cuanta diligencia así lo ha requerido. Esta misma tarde, fue vista saliendo de la sede judicial junto a su abogada, luciendo un elegante vestido verde, a juego con su bolso.
Sin embargo, hasta el momento no ha concedido entrevistas ni ha explicado los motivos que la llevaron a abandonar el palacio. Su círculo íntimo y el del emir son los únicos que han brindado información al respecto.
Caminos separados
La pareja, que contrajo matrimonio en una discreta ceremonia celebrada en Amán en 2004, ha seguido rumbos diferentes en los últimos meses. Desde que llegó a territorio inglés, la hija del difunto rey Hussein de Jordania se ha refugiado con sus hijos en una mansión que posee en el exclusivo barrio de Kensington, valorizada en cien millones de dólares.
Además, la princesa, que llegó a temer por su integridad, se ha blindado y ha conseguido que su hermano, el rey Abdalá, la nombre diplomática en la embajada del Reino Unido para así conseguir protección e inmunidad. Con dicho cargo, la royal educada en Oxford ha garantizado su estancia en Londres, donde trata de empezar una nueva vida.
Por su parte, el todo poderoso emir de 70 años, ha continuado con sus actividades protocolares sin evidenciar un mínimo de preocupación por el desenlace de la disputa legal. Así, a principios de octubre, acudió a una subasta ecuestre de la casa Tattersalls, en la ciudad de Newmarket, a menos de dos horas de distancia de la capital inglesa. Aquella vez, Bin Rashind al Maktum dejó en claro cuáles eran sus prioridades ya que se gastó más de tres millones de dólares en adquirir un potro de carreras para su fabuloso establo Godolphin.
Entre tanto, en los juzgados aún no se ha empezado a debatir el divorcio, una batalla que de concretarse podría arrojar cifras récord.