La BBC acaba de estrenar un filme sobre la descendiente del escritor ruso. Lo que en principio iba a ser un reality acerca de la lujosa vida que llevaba la condesa Alexandra Tolstoy y su esposo, un magnate ruso amigo de Vladimir Putin, se ha convertido en una cinta de suspenso.

Por Redacción COSAS

Su vida bien podría ser el insumo de alguna de las novelas del autor de «Guerra y paz». La condesa Alexandra Tolstoy parecía vivir un auténtico cuento de hadas junto a su gran amor y padre de sus hijos, el multimillonario ruso Sergei Pugachev, conocido como «el banquero de Putin». Ahora, el sueño de la socialité se ha tornado en pesadilla.

Quizá por eso no sorprende que sus más recientes —y terribles— episodios familiares hayan sido expuesto en «The Countess and the Russian Billionaire», un nuevo documental emitido esta semana por la cadena británica BBC.

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La condesa Alexandra Tolstoy y su segundo esposo, Sergei Pugachev.

Entre amenazas y denuncias

Filmado durante cinco años, el documental muestra el privilegiado estilo de vida de Tolstoy como pareja del acaudalado empresario ruso, Sergei Pugachev. «Cuando lo conocí sentí un gran magnetismo, me enamoré tanto de él», confesó la condesa a «The Mirror». «Nunca había sentido tanta conexión con alguien, era una verdadera historia de amor», agregó. No obstante, cuando las cosas parecían perfectas, el castillo se desmoronó.

De un momento a otro, Pugachev cayó en desgracia ante el Kremlin y un antiguo amigo suyo, Vladimir Putin. El oligarca fue acusado de deber al gobierno nada menos que mil millones de dólares después de que este le concediera un préstamo para su banco personal.

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Vladimir Putin y Sergei Pugachev

La pareja empezó a temer por su seguridad y la de sus tres hijos luego de que encontraron rastreadores GPS en sus vehículos. Ellos informaron a las autoridades que los estaban siguiendo, como revela el documental. Sin embargo, el devastador impacto de la orden de arresto contra el magnate provocó el colapso de la relación tras una década de matrimonio.

Pugachev se vio obligado a huir a Londres en 2015 y más tarde se refugió en un castillo, al sur de Francia. Entonces sostuvo que recibía amenazas de muerte. Incluso, señaló que los rusos habían amenazado con cortar los dedos a sus hijos y que Alexandra era una espía de la KGB.

Un año después, Tolstoy lo visitó en Niza, pero descubrió que el comportamiento de su esposo había cambiado por completo. Por tanto, decidió alejarse de él, llevando consigo a sus menores.

Giro radical

Pero todo empezó muy diferente. Tolstoy, aventurera innata, solía viajar a través de la Ruta de la Seda a caballo y lomo de camello. En una de aquellas expediciones conoció al saltador ecuestre de origen uzbeko Shamil Galimzyanov, con quien se casó en 2003. 

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La condesa en uno de sus habituales viajes a Mongolia.

En 2009 el enlace se disolvió, y Tolstoy dejó Rusia para instalarse en Londres. Ahí es donde entró en juego Sergei. El dueño de dos astilleros, una mina y un banco la contrató como profesora de inglés y surgió el flechazo. Lo que siguió fue un extravagante noviazgo. Alexandra decidió pasar el verano con él en su villa francesa, una de las múltiples propiedades del magnate alrededor del mundo (posee casas en Mónaco, Londres, Moscú, Francia, el Caribe, entre ellas una villa de unas 80 hectáreas en Herefordshire y otra residencia de 40 millones de dólares en St. Barts).

La gran riqueza de Pugachev permitió al matrimonio y sus descendientes disfrutar de una glamorosa vida. «Era increíble, me daba su tarjeta de crédito y yo iba de compras, tenía un jet privado. Solo tenía que hacer la maleta y me podía ir», dice Tolstoy en el documental. «Tal cantidad de dinero significaba que no tenía que trabajar, limpiar, podía pasar tanto tiempo como fuera posible con mis hijos».

Pese a esto, la caída fue rápida y cruel. Sergei, ahora de 57 años, acusa a Alexandra Tolstoy de haberle robado a sus hijos, a quienes no ve desde hace cuatro años. Desde su separación, la royal ha retomado su antiguo trabajo liderando viajes de equitación.

En la actualidad, reside en una cabaña en Oxfordshire cerca de donde creció, en el Reino Unido. Afirma que es optimista sobre su futuro y mira con pesar su viejo estilo de vida, al que califica de «vulgar», y que, según describe, consistía en coleccionar zapatos y bolsos de diseñador. «Como adulta puedes perderte a ti misma. Realmente nunca pensé que podría perderme a mí misma. Pero tengo 45 años, no soy vieja, y realmente tengo toda mi vida por delante y esto es lo que soy», sentencia en el filme.