La sentencia judicial se dictó con el objetivo de proteger los bienes del duque de Edimburgo y la dignidad de la reina Elizabeth II.
Por Redacción COSAS
Luego del sensible fallecimiento del príncipe Philip, más de uno se quedó con la curiosidad de saber de qué constaría su fortuna. Sin embargo, eso no será posible, puesto que permanecerá en secreto hasta el año 2111.
El juez Sir Andrew McFarlane, que preside la División de Derecho de Familia del Tribunal Supremo de Reino Unido, dijo:
“He considerado que, debido a la posición constitucional de la soberana, resulta apropiado disponer de una práctica especial con relación a los testamentos reales. Es necesario mejorar la protección de los aspectos verdaderamente privados de las vidas de este grupo limitado de personas con el objetivo de preservar la dignidad de la soberana y de sus familiares más cercanos”.
El príncipe Philip falleció en abril a los 99 años
Además, indicó que ni siquiera él ha podido leer el testamento, ni sabe lo que contiene, e informó que las vistas preliminares habían sido celebradas a puerta cerrada para evitar cualquier atención mediática o posible especulación.
Otros testamentos en secreto
Desde 1910, la costumbre ha sido que los miembros de la familia real soliciten que los testamentos reales permanezcan sellados, debido a que María de Inglaterra pidió mantener en secreto el testamento de su hermano, el príncipe Francisco Teck.
Según Michael L. Nash, autor del libro Royal Wills in Britain from 1509 to 2008, Francisco fue un mujeriego que dejó en herencia algunas de las esmeraldas más preciadas de su madre, la reina María, a su amante la condesa de Kilmorey, y para evitar un escándalo, se solicitó silenciar su contenido.
Actualmente, el testamento de Francisco se halla en una caja fuerte bajo la custodia de Sir Andrew junto a los testamentos reales de otros 30 miembros de la familia real británica, entre ellos el de la Reina Madre y el de la princesa Margarita.
Diana, la exepción
Cabe resaltar que el testamento que no está bajo su poder es el de la princesa Diana, que fue publicado tras su muerte en 1997, revelando que había dejado la mayor parte de su dinero en un fideicomiso destinado a sus hijos, el príncipe William y el príncipe Harry.
La princesa Diana de Gales junto a sus hijos, los príncipes William y Harry
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