La Nochebuena es una de las festividades más esperadas por la familia real británica, momento en el que se pone en práctica tradiciones que datan de cientos de años atrás.

Por Gabriela Peña 

La Navidad en la familia real británica es una de las más tradicionales y admiradas de todo el panorama real. Este año, Charles III ejercerá como anfitrión y rey por primera vez, ya que el año pasado la Corte británica aún estuvo de luto por la muerte de Elizabeth II.

No hay Navidad sin árbol y en la Familia Real británica lo saben muy bien. Es así que, desde el siglo XVIII, guardan esta tradición heredada de la esposa del rey George III, Charlotte. De acuerdo a la revista ¡Hola!, en 1800, la reina Charlotte organizó una fiesta de Navidad para niños en Windsor y como no encontró tejo puso un pequeño árbol en una maceta de cuyas ramas colgaban dulces, almendras, frutas y juguetes, todo ello iluminado por pequeñas velas. Hoy en día, es el rey y los miembros de su familia los que suelen dar los últimos toques al árbol navideño.

El lugar elegido por la familia real para celebrar Navidad

 Durante los años setenta, cuando Charles, Anne, Andrew y Edward, los cuatro hijos de la reina Elizabeth y el duque de Edimburgo eran pequeños disfrutaban de esta época en el Castillo de Windsor, pero desde finales de los años ochenta, exactamente en 1988, Sandringham se convirtió en el refugio elegido por la familia real británica para celebrar las fiestas de fin de año.

Según el citado medio, la novedad de la celebración de este año será que los hijos, nietos y hermana de la reina Camilla también tendrán su sitio en la Navidad de la familia real británica.

Por su parte, la entrega de regalos se realizará en Nochebuena. Todos los invitados colocarán sus regalos en mesas con caballetes dispuestos en el Salón Rojo y debidamente etiquetados para que cada miembro coja el suyo. Este ritual se realiza a las 16.00 horas, coincidiendo con la hora del té.

Tras el intercambio de regalos, llegará la gran cena de Nochebuena, cuyo dress code en época de Elizabeth II era formal e incluía vestidos largos, tiaras y joyas para las damas, y esmoquin para los caballeros. Además, el protocolo dicta que ninguna pareja debe sentarse junta en la mesa. La cena se sirve a la luz de las velas, tendrá seis platos y el menú suele estar escrito en francés.

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