Lenta, como una procesión

“El Sodalicio nace en los años setenta, en un contexto de renovación de grupos laicos católicos, muy conservadores. En un principio, no fueron necesariamente promovidos por el Vaticano, pero el pontificado de Juan Pablo II sí les dio mucho respaldo”, explica Juan Fonseca, historiador especializado en temas religiosos. “Responden a toda una filosofía de vida muy vinculada a esquemas autoritarios, estamentales, a cierto pánico al cambio social. Fue también una reacción conservadora para neutralizar la influencia del progresismo católico”.

El SVC no es la única organización católica salpicada por escándalos por abusos de distinta índole. La reacción de la Iglesia en estos casos ha sido, cuando menos, lenta si se quiere usar un calificativo leve. Desde 2001, Juan Pablo II fue claro en instruir a las autoridades eclesiásticas para colaborar con la justicia de cada país en la investigación de abusos. A pesar de ello, pasaron casi diez años entre las denuncias de abusos sexuales contra Marcial Maciel, fundador mexicano de los Legionarios de Cristo, y su apartamiento completo de la vida religiosa por orden de Benedicto XVI, en 2006. Maciel murió dos años más tarde.

El caso Maciel nunca llegó a la justicia ordinaria, a diferencia del sacerdote chileno Fernando Karadima, quien montó una red de jóvenes para encontrar, supuestamente, vocaciones sacerdotales. En 2011, la Santa Sede lo encontró culpable de abusos y lo confinó a “una vida de retiro y penitencia”. En noviembre de ese mismo año, sin embargo, la justicia de su país declaró el caso sobreseído por falta de pruebas, lo que pone en perspectiva las dificultades que deben sortear estos procesos.