Juan Diego Flórez publicó una foto en Instagram con un tierno mensaje para su esposa, Julia Trappe: ¡Feliz 10 aniversario amor de mi vida! El 5 de abril de 2008, el tenor ligero más importante del mundo y la exmodelo alemana se dieron el sí en la catedral de Lima, en una boda que paralizó Lima. A continuación, el reportaje completo que COSAS publicó de ese acontecimiento.  

Por Joana Cervilla y Diego Oliver

La boda de Juan Diego Flórez, realizada el sábado 5 de abril, fue una magnífica puesta en escena donde el tenor unió su vida, religiosamente, con la ex modelo alemana Julia Trappe. Todos fuimos testigos del evento que más atención ha concitado en nuestro país en los últimos tiempos: Juan Diego Flórez se unió en matrimonio religioso a Julia Trappe.

La plaza de armas de Lima estuvo abarrotada de personas que fueron a compartir con el
tenor este especial momento.

La ceremonia, que contó con un despliegue sin precedentes, se realizó en la catedral de Lima y asistieron más de 800 invitados. Además, cientos de personas estuvieron en la plaza mayor de Lima para celebrar con el tenor, mientras decenas de fotógrafos y camarógrafos de medios locales entablaban una lucha cuerpo a cuerpo con el personal de seguridad para conseguir las mejores imágenes de este evento. Fue el mismo Juan Diego quien pidió que la plaza se mantuviera abierta al público; para ello, sólo se colocaron barandillas de seguridad, donde se apostaron curiosos y hombres de prensa.

Edwin Tinoco, quien fuera asistente personal de Luciano Pavarotti y lo es ahora de Juan Diego, no dudó en tomar el micrófono para animar a los asistentes: “¡Juan Diego es del pueblo!”, gritó a viva voz con el consecuente coro de los presentes. Asimismo, la ceremonia fue transmitida en directo por Canal N y por el canal del Estado. Esto último generó que algunas personalidades de la política y del periodismo peruanos censuraran que se emplee por más de dos horas el canal estatal para transmitir una boda privada, así
como el hecho de que el cardenal Juan Luis Cipriani haya permitido que se utilice la catedral de Lima para llevar a cabo la ceremonia.

Julia hace su ingreso a la Catedral junto a su padre, Wilhelm Trappe. La novia no pudo ocultar su emoción y derramó algunas lágrimas al verse rodeada del clamor popular.

Ésta ha sido una de las contadas veces que la Catedral abre sus puertas para celebrar una boda. La última vez fue el 12 de febrero de 1949, cuando la princesa Hilda Marie Gabrielle de Baviera y Luxemburgo y el limeño Juan Bradstock Lockett de Loayza contrajeron nupcias. El Estado, por su parte, justificó el uso de la televisora nacional basándose en que esta boda era un acontecimiento que promovía la cultura musical y la peruanidad, pues Juan Diego siempre manifiesta públicamente su orgullo de ser peruano.

En el altar

Dejando de lado las controversias, fue una ceremonia de ensueño. El viernes previo a la boda se realizó un ensayo general con el coro donde se ultimaron los detalles. El sábado,
el novio llegó, apenas pasadas las cinco de la tarde, junto con su madre, María Teresa Salom. La novia arribó pocos minutos después en un Cadillac blanco y de la mano de su padre, Wilhelm Trappe.

Alan García y su esposa, Pilar Nores.

La emotiva ceremonia oficiada por el cardenal Juan Luis Cipriani destacó por la decoración y por la cuidada selección de las canciones que interpretó el coro, realizada por Juan Diego y su primer maestro Andrés Santa María. Al finalizar la misa, que duró una hora y diez minutos, el tenor y su esposa se dirigieron a las afueras de la Catedral y ambos, entre pétalos de papel de seda, agradecieron al público y a la prensa. Luego, siguieron camino a pie, y con dificultad, dados los seis metros de cola que tenía el vestido de Julia, hasta la Municipalidad de Lima, donde los esperaba el alcalde Luis Castañeda Lossio.

Allí se realizó el cóctel de saludo a los recién casados. Cabe destacar la imponente cantidad de flores blancas que adornaron el recinto. Emotivo fue el momento en que los esposos se acercaron al balcón del Palacio Municipal para saludar a la multitud. Para no robar protagonismo a los novios, el presidente Alan García, junto a su esposa Pilar Nores, partió rápidamente de la Catedral, en automóvil, al Palacio Municipal.

Espléndida decoración floral con velones en las bancas y un estrado especial para la impresionante cola de seis
metros de la novia.

La mayoría de asistentes eran familiares, amigos de infancia y del colegio de Juan Diego; además de casi un centenar de invitados de fuera. Del mundo del espectáculo, Bryan Adams no llegó como se especulaba, y de la escena local vimos a Marisol y Celine Aguirre, Miki González, Vanessa Saba, Frank Pérez-Garland, entre otros.

Con el nerviosismo
Juan Diego olvidó dar el “sí”; por
lo que Julia le recordó su líneas.

La fiesta inolvidable

El siguiente escenario fue el Museo de Osma, donde se realizó la fiesta de los recién casados. Muchos curiosos, niños incluidos, fotógrafos y periodistas esperaban en las afueras a Juan Diego, lo que generó un caos en las inmediaciones. Apostados en la entrada, un par de caballos peruanos de paso, con los chalanes José Roberto Risso y Martín Hudtwalcker, esperaban la llegada de los novios para escoltarlos. Mientras, un grupo de tapadas limeñas daba la bienvenida a los 400 invitados a la celebración. La espera se hizo en el jardín central del museo, donde se ofreció un cóctel. Éste era el ambiente antes de la llegada de los recién casados.

Allí estaba dispuesta la mesa de champagne, con ánforas de hielo y rosas para ubicar la cava Castillo Perelada, que fue la que se sirvió durante toda lanoche. En esta mesa, además, se encontraban la champañera y las bandejas con las copas. Asimismo, se ofrecía centolla sobre bloques de hielo con limones, barquettes y tostadas; camarones al natural en tres salsas y shots de conchitas en bloody mary, entre otras exquisiteces. Mientras tanto, quienes querían, tenían jugos de fresa y durazno para los bellinis y rossinis, además de variedad de preparados con pisco.

El alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, recibió a los novios en el remolino de personas que pisaban el traje y ponían en peligro el tocado.

Felipe Ossio, encargado del decorado, montó dos pequeñas carpas de colores blanco y plata. Una de ellas ofrecía bocaditos fríos y calientes; y en la otra carpa estaba dispuesta una mesa con panes muy nuestros, el colorido turrón de doña pepa y dos mujeres ofrecían sus tradicionales anticuchos a los invitados. Algunos de los asistentes prefirieron esperar a los novios en un acogedor lounge mientras tomaban un descanso.

La pareja llegó a las ocho de la noche. Fue entonces que, nuevamente por micrófono, se invitó a los presentes a acompañarlos en su primer baile. Los recién casados saludaron desde el balcón ubicado en el patio posterior y luego se dirigieron a la pista para bailar el tradicional “Danubio azul” de Johann Strauss, y, seguidamente, sorprender a los asistentes con el vals “Bombones de Viena”, también de Strauss, que seleccionaron como homenaje a Austria, país donde se conocieron hace ocho años, cuando Julia tomaba clases de canto. Fue amor a primera vista: Juan Diego le propuso a Julia que lo acompañe en su gira y nunca se separaron. Luego de ocho años de estar juntos se casaron por civil en abrildel año pasado en Austria. Este mes es especial para la pareja, dado que fue cuando se conocieron y lo escogieron para unirse religiosamente.

Los novios y el cardenal Juan Luis
Cipriani, quien ofició la ceremonia.

Buffet de lujo 

El buffet, a cargo de Marissa Guiulfo, estaba conformado por una mesa de cebiches, mariscos y comida japonesa, así como una de quesos. En la mesa del buffet destacaron platos como mouseline de conchitas al vermut, confit y magret de pato al sillao y especias, curry picante de pollo con chutney, una gran variedad de guarniciones y una deliciosa ensalada de centolla sobre aspic de pepino French Laundry, cuya receta toma el nombre del que es probablemente el mejor restaurante en los Estados Unidos, ubicado en el Napa Valley.

También se ofrecieron espléndidas pastas, como ñoquis de papa amarilla con camarones y rocoto, tortellis de queso de cabra, piñones, albahaca y tomate; y risonni de hongos y champiñones. Las mesas para los 400 comensales fueron decoradas con espectaculares candelabros. Colgaban de la carpa una imponente araña y unas líneas plateadas con luces que hacían juego con el vestido de la novia. A un costado se dispuso una surtida barra que ofrecía toda clase de preparados de pisco, como el tradicional pisco sour, el deseo del inca y el chichatini; y tragos a base de whisky, vino y cava. Mención aparte fue la espectacular mesa de dulces y la torta de siete pisos elaborada por Cucha Corbetto, que con brillos y tules inspirados en el traje de la novia formaba parte de la decoración. Y también, en dos pantallas, se proyectó un video mostrando distintas etapas de la vida de los novios.

El tenor bailarín

Después de la cena, Juan Diego invitó a todos a bailar. La orquesta, a cargo de Jean Pierre Magnet y su Gran Banda, de cuarenta músicos, interpretó distintos estilos que fueron desde la salsa, el rock y el merengue hasta la cumbia. Uno de los puntos culminantes de la noche fue cuando Magnet dio paso a Andrés Dulude, el célebre e histórico vocalista de Frágil, para que interpretara el clásico de la banda, “Avenida Larco”, ante la emoción de la pareja.

Cerca de la medianoche, los invitados fueron sorprendidos con un espectáculo de fuegos artificiales. Luego quedó la música del Dj Julio Vega. Fue el mismo tenor quien eligió el repertorio, que iba desde salsa dura de Héctor Lavoe y Rubén Blades hasta rock de los ochenta. Juan Diego y su esposa casi no comieron por dedicarse al baile, impresionando el tenor a todos sus invitados por sus dotes de bailarín. Gozaron su fiesta. A las dos de la madrugada, y cuando Rafaella Carrá se escuchaba en los parlantes, dos acróbatas se descolgaron del techo y una comparsa vestida con trajes de época entró a la fiesta entregando máscaras venecianas y globos a los invitados.

Bomboneras de cristal para las chocotejas y limones
rellenos.

A las tres de la mañana Juan Diego pidió por micrófono a los asistentes que no se vayan, porque venía un consomé y un aguadito a las cinco de la mañana. Los novios no pararon de bailar hasta las 6, hora en la que se retiraron, entre aplausos, a la suite del hotel Miraflores Park Plaza, donde faltaba espacio para la cantidad de regalos que habían recibido, por lo que Julia tuvo que permanecer unos días más en Lima para arreglarlo todo. Juan Diego debió partir antes a Nueva York, donde debía empezar con los ensayos de “La hija del regimiento” de Gaetano Donizetti; es la primera vez que el tenor peruano canta esta ópera en el Metropolitan. Los recién casados tendrán que esperar hasta agosto para celebrar su luna de miel en Pesaro, Italia, debido a las presentaciones que Juan Diego tiene programadas.

El tenor agradecido

Días después, Julia y Juan Diego mandaron un comunicado agradeciendo todas las atenciones del pueblo peruano: “Agradecemos de corazón a todos los que nos acompañaron el día de nuestro matrimonio. A las personas reunidas en la Plaza Mayor que, demostrándonos su cariño, nos emocionaron profundamente, y a quienes compartieron nuestra felicidad por televisión. Asimismo, agradecemos a la prensa nacional y extranjera que nos acompañó. Nuestro deseo de casarnos en Lima no sólo se vio cumplido, sino que superó todo lo que imaginamos. Gracias a la participación de muchas personas y autoridades pudimos compartir con nuestros amigos peruanos y mostrar a nuestros amigos extranjeros lo más hermoso de nuestra ciudad en su arquitectura y tradiciones, lo que nos hizo sentir muy orgullosos. Al salir a la Plaza Mayor después de la ceremonia y al ver el interés por seguir nuestra boda a través de los medios de comunicación, entendimos que los amigos no se limitaron a los invitados y que, aunque ya partimos a cumplir con los compromisos en el extranjero, nuestra emoción y nuestro corazón se quedan aquí. Con mucho cariño, Julia y Juan Diego”.