La misión de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad es –y siempre fue– “solemnizar todos los días de Viernes santo en la Ciudad de los Reyes del Perú, tal como se hace en los reinos de España”. Rafael Andrade, Hermano Mayor de la Confraternidad, nos cuenta cómo lo logra.
La Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad tiene sus orígenes en la fe y devoción de un grupo de sevillanos llegados a la Ciudad de los Reyes en el siglo XVI con una profunda devoción a la Virgen María en el misterio de su Soledad.
“Al parecer, todos o algunos eran miembros de la que ahora es la Hermandad Sacramental de Nazarenos de María Santísima en su Soledad del tradicional barrio de San Lorenzo de la ciudad de Sevilla, porque es con las mismas reglas o estatutos de esa corporación andaluza que se funda canónicamente en Lima una corporación similar el 13 de abril 1603”, explica Rafael Andrade, Hermano Mayor, autoridad representativa de la Familia Soleana en Lima.
Sin embargo, según explica Rafael, se tienen datos documentados en los archivos de la Municipalidad de Lima de que este grupo de devotos soleanos piden permiso para sacar en procesión a una imagen de Nuestra señora de la Soledad por las calles de Lima desde 1571; y así lo harían todos los años hasta ser reconocidos canónicamente.
LA PROCESIÓN
La forma en que se realiza y la tradición litúrgica de la procesión de Viernes Santo, parte de una antigua conmemoración de la Iglesia, solo la Cofradía en todo el Perú. “Y me atrevería decir en toda Sudamérica”, afirma Rafael. El llamado “Oficio del Descendimiento”, efectuado en el rito jerosolimitano (propio de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén), data del siglo XIII y consiste en entonar antiguas antífonas: unas cantadas en gregoriano y otras, en polifonía coral “de mucha expresión artística”. “Todo se realiza con la piedad y originalidad de la sana tradición de la Iglesia, demostrando que aquello que fue sagrado antes los sigue siendo ahora”, expresa el Hermano Mayor.
Según relata el propio Rafael, la primera parte de este Oficio empieza con la lectura del Evangelio cuando los “santos varones” (José de Arimatea y Nicodemus) piden a Pilatos el cuerpo de Jesús para enterrarlo; luego, lo descienden de la Cruz y lo llevan a enterrar, no sin antes cumplir con el rito de la “unción” o limpieza del cuerpo según la tradición de los judíos. Después de la lectura del Evangelio y la prédica, la imagen del Santísimo Cristo del Descendimiento es bajada por los integrantes de la Cofradía de la Cruz y colocada en el suelo sobre alfombras y limpiada con algodones (que son destinados posteriormente a los enfermos), ungida con mirra, romero y perfumes de nardo, tal cual como lo narran los evangelios. Después, se le envuelve en una sábana blanca y se le coloca en su túmulo o anda fúnebre para llevarlo a enterrar.
“La segunda parte de la celebración es lo que llamamos la ‘Procesión del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo’”, explica el Hermano Mayor. “Después de colocarlo en el anda fúnebre, se organiza la procesión, con un gran cortejo, integrada por “Nazarenos” (hombres y mujeres que visiten el habito soleano con el rostro cubierto y llevan un cirio en las manos para alumbrar el camino del Señor), de los “Penitentes” (hombres y mujeres que visiten el habito soleano, cubierto el rostro llevan una Cruz al hombro para hacer penitencia, pedir un milagro o agradecer el que ya recibieron) y las “Mantillas” cortejo de damas de luto vestidas a al usanza sevillana con cirio en las manos. Acompañan también los integrantes de la Cofradía e instituciones invitadas, así como autoridades del Arzobispado de Lima.
La tercera y última parte de este Oficio del Descendimiento es llamada “La Sepultura” y consiste en la llegada de la imagen del Señor a la Iglesia de Nuestra Señora. Debajo del presbítero de la iglesia, en la “Capilla del Santo Sepulcro”, es donde finalmente se le entierra.
EL CRISTO COLOSAL
El Santísimo Cristo del Descendimiento es la monumental obra realizada por el escultor barcelonés Pedro de Noguera, contratado por la Cofradía durante su visita a Lima para realizar obras en la Catedral. Fue entregado el 16 de marzo de 1620.
“La imagen mide 1.70 m. y es articulable en cabeza y brazos, por lo que se le puede crucificar y presentar en dos posiciones: una ‘yacente’ y otra ‘crucificado’”, explica Rafael. Por su belleza, es considerado por muchos expertos en escultura como “la joya del Barroco limeño”.
“Este año se está celebrando el IV centenario de su hechura, por lo que es para nosotros ‘Año Jubilar’. El Papa Francisco ha otorgado la gracia de las Indulgencias Plenarias a todos los fieles que se acerquen al templo de Nuestra Señora de la Soledad y oren ante la imagen, cumpliendo con las Obligaciones acostumbradas para esta Indulgencia (confesión, comunión y oración por el Papa)”, relata.