Nos reunimos con la actriz poco antes del estreno de Ocean’s 8, su nueva película. Hablamos de cine, teatro, activismo social y el movimiento Time’s Up. Además, nos reveló los secretos de su envidiable y feliz matrimonio.
Por: Yenny Nun
Cate Blanchett no deja nunca de sorprender. Puede aparecer como la reina Elizabeth I en una película y transformarse en Bob Dylan en otra, desapareciendo en su personaje con una maestría que solo Meryl Streep o Daniel Day-Lewis han mostrado en el pasado. Su energía es enorme, y aparte de tener una espectacular carrera cinematográfica es una muy admirada actriz de teatro. “El teatro es mi primer amor, nunca pensé en convertirme en actriz de cine”, nos ha dicho en varias ocasiones anteriores.
Eso la llevó a que, a partir de 2006 y por cinco años, se hiciera cargo junto a su marido, el guionista Andrew Upton, de la Compañía de Teatro de Sídney. Además de formar un feliz matrimonio, la pareja ha tenido tres hijos, a los que se ha venido a sumar una hija adoptada en 2015, el mismo año en que se estrenaron dos de las películas más conocidas de Cate: Carol y Truth.
Este año, aparte de haber presidido el jurado del reciente Festival de Cannes, aparece en un rol muy diferente de aquellos a los que nos tiene acostumbrados, en el filme Ocean’s 8, formando parte de un elenco femenino en el que también participan Sandra Bullock, Anne Hathaway, Rihanna, Sarah Paulson, Helena Bonham Carter y Mindy Kaling. Cate asume el papel interpretado por Brad Pitt en otras Ocean’s de la saga, organizando una banda de mujeres que pretende robar una joya avaluada en 150 millones de dólares durante la famosa gala del Met en Nueva York.
¿Crees que serías tan buena ladrona como tu personaje? ¿Qué robarías?
Sería una pésima ladrona. Tengo demasiado sentimiento de culpa y vergüenza. A veces, cuando voy al supermercado, siento la tentación de llevarme alguna fruta o chocolate, pero nunca lo he hecho. Soy profundamente honesta.
Una de las mejores cosas de la película es tu relación con el personaje de Sandra Bullock. ¿Se conocían con anterioridad?
No. Solo conocía a Anne Hathaway y había trabajado con Sarah Paulson. Conocí a Sandra mientras nos maquillaban. Nos levantamos a las seis de la mañana la mayor parte del rodaje y apenas tuvimos tiempo para ensayar, pero, igual que nuestros personajes, Lou y Debbie, nuestra relación se dio muy naturalmente.
¿Cuál fue tu primera joya?
Una muy antigua que me dio mi abuela y que aún uso. Casi todas mis joyas son sentimentales y no caras. Si tuviera joyas de Cartier, las guardaría en una caja de fondos. Me daría demasiado miedo usarlas.
¿Cuál crees que es la ventaja de las mujeres cuando se trata de realizar un robo como el de la película?
Las mujeres muchas veces somos invisibles, nadie nos mira. Y otra ventaja es que, desde el comienzo, las mujeres han sido manipuladoras. Es un arma para sobrevivir.
¿Crees que eso está cambiando?
Sí, porque ahora nos apoyamos las unas a las otras. A veces, cuando estás en el set con puros hombres, te inhibe un poco hacer preguntas. Pero eso ya casi no ocurre. Generalmente ya no pienso en el tema de mi género. Si una puerta se me cierra, quiero cruzarla. Me gusta ser como Alicia en el País de las Maravillas y abrir puertas. Cuando me gradué de la Escuela de Drama, la gente no sabía qué hacer conmigo. Decidí aceptar pequeños papeles y continuar con mi carrera en el teatro.
¿Fue así como comenzaste tu carrera?
Sí. Amo el teatro. Hace muchos años, justo después de mi graduación, me ofrecieron un papel en “Oleanna”, la obra de David Mamet, en una producción de la Compañía de Teatro de Sídney. Mi coprotagonista fue Geoffrey Rush. Y recuerdo haber pensado que esa era la cima, que no podía pedir algo mejor, y que de ahí en adelante todo iría cuesta abajo. Por suerte, el panorama ha cambiado mucho para las actrices de cine. Hubo muchas mujeres antes que yo que pavimentaron el camino para darle más longevidad a nuestras carreras. Cuando comencé, me aconsejaron que hiciera el mayor número de proyectos y lo más rápido posible, porque, con suerte, mi carrera duraría cinco años. Generalmente en Hollywood las actrices desaparecían después de los cuarenta. Eso cambió. Estoy buscando ser optimista y positiva, aunque sigo tratando cada uno de mis proyectos como si fuera el último.
Te has convertido en una gran activista del movimiento Time’s Up. ¿Qué cambio esperas en Hollywood al respecto?
Antes que nada, este es un movimiento que no tiene líderes ni jerarquías. Es más grande que cualquier individuo. Es muy importante tener una plataforma en esta industria. Los artistas están siempre a la vanguardia. Son los primeros, por ejemplo, en mudarse a barrios alternativos donde nadie quiere vivir, y esa mentalidad se traslada a lo intelectual, lo político y lo social. Siento que los cambios dependen de nosotros, los cambios sísmicos en nuestra industria. Me parece que la igualdad de género y la igualdad en general, no es un tema político, sino humano.
En Cannes mencionaste que rechazaste un proyecto porque no te ofrecieron equidad en el pago.
Es verdad. Un cambio no ocurre de la noche a la mañana, pero lo importante es que estamos progresando. En cualquier industria donde una mujer realice el mismo trabajo que un hombre, el salario debería ser igual. Y no se trata de codicia. He hecho películas donde me han pagado diez mil dólares y he puesto esa misma suma para que el filme no se desmoronara. No entré a esta industria para ganar dinero, pero si mis colegas están haciendo el mismo trabajo que yo, no veo por qué debería ganar menos que ellos.
Almas gemelas:
¿Cómo ha cambiado para ti el amor con el paso de los años?
Es una pregunta profunda. Siento que tengo la gran suerte de haber conocido a mi alma gemela y de habernos conocido cuando nos conocimos. Sé que mi marido siente lo mismo. Cuando nos conocimos, literalmente saltamos de felicidad, estábamos en la mejor etapa de nuestras vidas para continuar juntos. Y creo que lo que ha mantenido tan bien nuestra relación es que ambos tenemos el interés del otro como prioridad; nos complementamos en vez de competir. Nuestra relación está cambiando constantemente, pero algo continúa igual: un sentimiento de respeto, ternura y nuestro sentido del humor. Cada vez que mi marido me hacer reír, siento que me estoy enamorando nuevamente.
¿Qué otras cosas los unen?
Ambos hemos colaborado para convertirnos en mejores personas. Apoyamos nuestras pasiones e intereses. Amamos lo que hacemos, pero eso no es lo más importante; lo más importante es el respeto mutuo.
¿Llevar una relación de pareja es más fácil en Australia que en Hollywood?
Estoy segura de que hay tantos divorcios en mi país como en Estados Unidos, aunque recuerdo que una de las primeras veces que viajamos a Estados Unidos, nos sorprendió ver en la carretera esos afiches que dicen “1-800-divorce”. ¡Por suerte nunca hemos tenido que marcar ese número!
¿Siguen viviendo en Australia?
No. Actualmente estamos en Inglaterra, porque dos de nuestros hijos nacieron ahí y mi marido tiene raíces en ese país. Pero en realidad una nunca deja Australia totalmente, es un país muy magnético.
Con tres hijos, ¿por qué decidieron adoptar una niña?
Tuvimos un hijo detrás de otro y pensamos que debía ser el turno de una niña. Siempre tuvimos en mente una adopción. Hay varios años de diferencia entre mi hijo mayor y Edith, y es emocionante ver cómo la han aceptado. Son hermanos extraordinarios y yo una mamá muy orgullosa.
¿Cómo has logrado el equilibrio entre tu carrera y la maternidad?
No lo he logrado. Es un descalabro, pero un descalabro maravilloso.