El lado consciente de la moda— Ante los graves problemas sociales y ambientales generados por la industria, ha surgido una nueva manera de crear prendas de forma ética: el slow fashion. Repasamos los principales escenarios de esta tendencia, y los alcances de dos marcas peruanas del rubro, Escvdo y Ayni.
Por Mitzli Barrientos
En los últimos años, la producción masiva e industrializada de ropa, también conocida como fast fashion, ha dado de qué hablar y no precisamente de manera positiva: la moda se convirtió en la segunda industria más contaminante del mundo, y las recientes tragedias en fábricas textiles de Asia pusieron en evidencia las condiciones de trabajo inhumanas que soportan miles de obreros. Ante esto, surgió el slow fashion, una alternativa al modo de producción que ha dejado un fulminante impacto social y ambiental.
Cada vez más diseñadores se unen a esta propuesta para crear indumentaria de una manera ética, dando a sus artesanos condiciones de trabajo dignas y utilizando materiales amigables con el planeta. Si bien los productos que se obtienen bajo este nuevo modelo son más caros que los convencionales, quien los compra tiene la garantía de que se va a vestir con piezas únicas y de alta calidad.
El slow fashion se vuelve, cada día, más relevante. Líderes del sector han sentido la necesidad de crear exposiciones, pasarelas y foros de discusión sobre el tema. Hace siete años, por ejemplo, la española Gema Gómez, fundadora y directora de Slow Fashion Next, tuvo la iniciativa de crear las Jornadas de Moda Sostenible, en Madrid.
Este evento se celebra anualmente y, en él, expertos de todo el mundo dan sus opiniones acerca de las problemáticas sociales y ambientales generadas por la moda rápida. También se comparten propuestas y métodos para fabricar ropa de manera responsable.
Gema Gómez tiene la idea de que “Si el fast fashion produce mucho y barato, la artesanía y la moda sostenible producen calidad y valor medioambiental y social. Frente a eso no se puede competir: una máquina nunca podrá competir con la vida de una comunidad indígena”.
En América Latina, también tenemos un evento internacional de moda sostenible: el Omina Summit, a cargo de Andrea Somma y Carmen Busquets. Este tiene lugar en Costa Rica, uno de los países del continente más avanzados en cuanto a políticas ambientales.
En el foro, se reúnen no solo profesionales de la moda, sino también activistas ambientales para presentar sus iniciativas. Este año, acudieron personajes de fama mundial, como la supermodelo Gisele Bündchen, la diseñadora Donna Karan y Paul Hawken —autor del libro Drawdown— para difundir la importancia de la sostenibilidad. De la lista de participantes, cabe destacar la presencia de las fundadoras de las marcas peruanas Escvdo y Ayni.
Una de las dificultades que enfrenta el slow fashion en la actualidad es que la mayoría de las personas aún considera que el valor de su clóset depende de la cantidad de prendas acumuladas en él.
Sin embargo, Chiara Macchiavello, fundadora de Escvdo, ha notado que esa percepción está cambiando y ahora, para algunos, el lujo está en tener prendas artesanales, duraderas y de calidad insuperable, y que, además, generen un impacto social positivo. La cantidad de consumidores responsables continúa creciendo, lo cual le ha dado a la marca la oportunidad de venderse en más de 55 tiendas de diferentes países.
Chiara Macchiavello tuvo como propósito, desde que consolidó su empresa, asegurarse de que ninguna parte del proceso de producción de una prenda tuviera un impacto negativo para sus trabajadores ni para el planeta.
La diseñadora valora la tradición textil y artesanal del Perú, y con su marca ha logrado establecer una red de artesanos en el interior del país que trabajan con ella para que sus comunidades crezcan económicamente, mientras conservan su herencia cultural. El trabajo de la empresaria nos demuestra que no hay razones para envidiar los diseños de moda rápida del exterior.
Ayni es otro ejemplo importante de slow fashion en el Perú. El nombre de la marca significa ‘Hoy por ti, mañana por mí’, en quechua. Esta palabra refleja los valores que Adriana Cachay y Laerke Skyum han mantenido durante los diez años que tiene su empresa: crear prendas de moda contemporánea duraderas y de alta calidad que generen consecuencias positivas para sus trabajadores y el medio ambiente.
Para ellas, apegarse a estos principios debería dejar de ser un valor agregado y convertirse en un requisito para todas las marcas de la industria. Su preocupación por generar mejores oportunidades para los más vulnerables las llevó a crear, en 2012, Ayni Certify, un programa que certifica las habilidades de tejido a mano de los artesanos en el interior del país.
Con ello, han logrado que las personas de estas comunidades puedan comprobar sus capacidades bajo estándares internacionales de calidad y puedan vivir de su tradicional conocimiento textil, en vez de tener que recurrir al comercio informal o a actividades clandestinas.
Ayni es una marca que no deja de crecer: este año, fue invitada a participar en la Semana de la Moda de Nueva York y, al igual que Escvdo, fue seleccionada para hacer un pop-up con Bergdorf Goodman, con lo cual se ha abierto paso en el sector de moda de lujo. Al presentarse en eventos de moda internacionales, las fundadoras de la marca pretenden posicionar al Perú como un referente y exportador de diseño.
Siempre intentan crear colecciones con diferentes tipos de prendas para que sus compradoras puedan armar conjuntos completos. Trabajan con tres tipos de tejido: palito, croché y macramé. Sus diseños están inspirados en los viajes que hacen por el país; por ejemplo, la temporada Otoño-Invierno 2017, que se exhibió en las vitrinas de Bergdorf Goodman, se inspiró en el salar de Maras; en la paleta de colores, destaca el blanco, pero también pueden encontrarse tonos terrosos y rojos intensos; y las fibras de las prendas son de alpaca y algodón orgánico.
La temporada Primavera-Verano 2018, que se presentó en la Semana de la Moda de Nueva York, está inspirada en la Montaña de los Siete Colores; la paleta es de tonos pastel, y la fibra principal es el algodón orgánico.
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