Como si fuera un laboratorio de ideas, el equipo del estudio Ro de Rivero planteó en este departamento miraflorino una prolongación muy clara entre un interior íntimo y un exterior rebosante de naturaleza.
Por Laura Gonzales Sánchez / Fotos de Nina Choi
Una de las grandes fortalezas de esta casa es su ubicación. Emplazada en la esquina de un conocido parque miraflorino, la visual que se presentaba era fabulosa y enriquecía el diseño de interiores. A ello se sumó el nivel en que se encontraba: un cuarto piso que coincidía con la altura de las copas de los árboles. “Esto nos permitió traer con total naturalidad el exterior al interior. La altura perfecta, además, nos llevó a jugar con una paleta de colores entre los azules y los verdes, así como a elegir materiales naturales y originales, sin utilizar casi ningún elemento que no lo fuera, salvo en la cocina, que luce en el piso un cerámico con textura de mármol y que se seleccionó así por el patrón geométrico que presenta”, explica el interiorista Ro de Rivero.
La consigna era lograr que los dueños se sintieran como en casa, como se sentían en aquella vivienda que estaban dejando en La Molina. Es algo que suele suceder a muchas parejas cuando los hijos se van y deciden mudarse más cerca de ellos. Entonces, los espacios debían ser, principalmente, generosos. “Los planos se ajustaron eliminando varias paredes, quitando algunas puertas, modificando los baños e integrando una chimenea”, dice De Rivero, para el mejor aprovechamiento de las áreas sociales y la vista que ofrecían. Se ganó, a su vez, un lugar para el escritorio, al cual se llega después de traspasar una puerta que parece una escultura por su tallado a mano. Y, ya en el lugar, nos encontramos con un muro negro de piedra.
Si tuviéramos que elegir un punto focal entre las áreas comunes, por las actividades que se realizan en la casa, sería la cocina, porque en ella tanto propietarios como visitantes desarrollan uno de sus hobbies. La isla de este ambiente es centro de interacción, y de igual forma lo es el comedor de diario, cuya mesa forma parte del 90% del mobiliario diseñado por Ro de Rivero.
El oasis lo hallamos en la sala-comedor-terraza, que establece una continuidad muy diáfana entre el interior y el exterior. En el caso de la sala principal, una alfombra con figuras geométricas descansa sobre los pisos de madera de roble natural y domina el espacio. Mientras, en el comedor, la lámpara de cristales de cuarzo se deja caer sobre la mesa de diez asientos, de metal y acabado dorado mate, y le otorga sobriedad. La chimenea recubierta con Coverlam, de Grespania, imprime calidez al hogar.
Texturas y resonancias
Los materiales de los cuartos de baño, como todos los del conjunto de la casa, son importados y han sido traídos para cumplir al pie de la letra con el proyecto de diseño. El que se conoce como “el baño oscuro” cuenta con grifería y cerámica hexagonal de color negro, “porque se planteó para él un estilo monocromático, bastante limpio”, precisa De Rivero. En el baño de visitas, donde el espejo llama la atención de inmediato, prevalece el diseño. Las paredes de piedra natural de mármol dialogan armónicamente con el inodoro y el lavamanos negro. En el baño principal, el Coverlam reviste todo el espacio como si fuera una sola plancha, ya que no se perciben las uniones. También su estilo es minimalista.
Las tonalidades verdes y azules se amalgaman muy bien con el color nude de paredes y muebles y brindan elegancia a los ambientes. Por ejemplo, en el caso de la cocina, se inclinaron por los azules para establecer una paleta complementaria: claros, brillantes, metálicos, grisáceos… “Porque aquí se puede apreciar el cielo”, agrega el interiorista. Los verdes oscuros y amarronados se destinaron a la sala-comedor, porque nos remite a los árboles, a las ramas. En los dormitorios se ha usado una variante cromática más relajada, como el nude.
Las texturas empleadas insisten en que, en la medida de lo posible, se ha tratado de llevar la naturaleza al interior, ratificando la línea concebida por el estudio de Ro de Rivero. El cuero, la madera, la piedra, la lana, entre otros, conviven con su propio feeling en este proyecto que, durante un año, fue haciéndose realidad poco a poco. Un proyecto en el que los diseñadores llevaron las ideas al límite, sin descuidar la comodidad de los propietarios de la casa.
Artículo publicado en la revista CASAS #272