La reciente edición de Casa Cor reconoció las carreras de los interioristas Kicca Susti, Mari Cooper y Roque Saldías. Además, presentamos a otros destacados profesionales que participaron en el evento.
El 31 de octubre, con motivo de la despedida de su estupenda ubicación en el Puericultorio Pérez Araníbar, Casa Cor se vistió de fiesta para reconocer la trayectoria profesional de los interioristas Mari Cooper, Kicca Susti y Roque Saldías en lo que Verónica Haaker, una de las organizadoras del evento, considera una noche que pasará a la historia.
Con dieciocho participaciones, Mari Cooper es una de las decoradoras más importantes de nuestro país. Se estrenó en setiembre de 1996, en la Casa Lavalle, y, tras dieciséis años de ausencia, acaba de regresar al mismo espacio que intervino en la última ocasión. “Cuando fue la convocatoria en junio para visitar la locación, Mari no se lo pensó dos veces y me dijo muy emocionada que quería el mismo ambiente de 2003, donde hizo el espectacular “Loft del criador del caballo de paso peruano”, cuenta Haaker.
Roque Saldías debutó en 1999, en la Casa Hacienda Moreyra, con un gran salón con piezas del siglo XVIII y una mesa esgrafiada en pan de oro diseñada por él mismo. Ha estado trece veces en la edición peruana de Casa Cor. “Fue una simpática y sentida ceremonia”, explica. “Recibir este reconocimiento es una hermosa recompensa por el enorme esfuerzo y compromiso que demandan cada una de estas participaciones”.
Desde la primera edición, cuando intervino el “Flat del huésped”, Kicca Susti ha hecho sentir sus aportes. Ha estado presente en diecisiete ocasiones, entre ambientes de carácter comercial, público, áreas privadas y sociales. “Realmente fue una sorpresa la premiación, porque se suponía que iba a ser una fiesta de disfraces”, confiesa. “Pero estuve encantada. En Casa Cor, siempre trato de salirme de lo convencional”.
“Fue una noche muy especial”, dice Verónica Haaker. “Las emociones vibraban entre los profesionales de una nueva generación de jóvenes talentosos y creativos y los más antiguos. Hubo trofeos, regalos, ramos de flores de colores que hacían el ambiente más interesante en un lugar tan emblemático como el puericultorio, alrededor de la pileta central y el gran restaurante”.
* * *
Olenka Marquina
Desde niña, Olenka Marquina sintió predilección por las artes y la tecnología. Pero no las vinculó con la arquitectura hasta que llegó la hora de decidir una carrera. Al final, después de estudiar tres años de Ingeniería Civil en la Universidad Ricardo Palma, se trasladó a Arquitectura, donde, como ella misma dice, se sintió como pez en el agua. Hace diez años, fundó Arqui+, con la idea de simplificar la vida del cliente haciéndose cargo del proyecto completo, hasta que este llegue a vivir o trabajar en él. En 2018, abrió D&D Coworking, el primero en su rubro enfocado en arquitectos y decoradores.
Admira el trabajo de Bjarke Ingels, Peter Marino y Kelly Hoppen. Considera que el mundo del diseño es un mundo dinámico y que hay que ser permeable a las nuevas tendencias. Siempre busca adaptar el espacio a la necesidad del cliente. Le gusta enfocarse en el cascarón y transformar visual y funcionalmente el ambiente trabajando con revestimientos y materiales, y diseñando ella misma el mobiliario a medida. “Yo digo que trabajo la arquitectura en los interiores, que no es lo mismo que arquitectura de interiores”, sostiene.
Este año, su carrera dio un vuelco cuando mezcló la gastronomía y el diseño con la apertura de Lynch – Café Para Volar. Ahora se encuentra trabajando en su propia marca de accesorios, tan estéticos y funcionales como asequibles, que quiere lanzar este año.
* * *
Carla Cánepa
Carla Cánepa siempre supo que su vocación era el diseño. Era algo que se respiraba en su casa. Su padre era arquitecto y su madre, decoradora autodidacta. Comenzó la carrera de Arquitectura, pero decidió hacer una pausa. Hizo varias cosas: talleres de artes plásticas, diseño gráfico. Se casó, trabajó en otras cosas. Y, al final, volvió a los orígenes y le pidieron que decorara algunos departamentos.
“Mi primer proyecto de diseño de interiores fue un departamento muy simple”, cuenta. “Yo diría que fue mi primer ensayo. De allí ya vino una casa en la que me dieron rienda suelta, y eso hizo que también yo me soltara. Entonces me metí a Casa Cor, donde hice cosas increíbles con mi hermana. Cada año era más grande y nos llamaban para muchos proyectos. En aquella época no había tanto diseño en Lima”.
Su referencia es el diseño italiano. Admira a arquitectos como Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Zaha Hadid y Santiago Calatrava. Desde 2015, cuando llegó su primer embarque de Brasil, se ocupa de la representación de Sierra Muebles en el Perú. Ahora, siente que está aplicando todo lo que aprendió en su vida profesional. “Mis trabajos de interiorismo deben transmitir elegancia, pero a la vez relax”, afirma. “No me gustan las cosas tiesas ni seguir parámetros ni reglas. Lo original está en la diversidad, en la mezcla… Y también en el valioso aporte que nos da el cliente, que es quien hará uso del espacio que diseñaremos”.
* * *
Jessie D’Angelo
Cuando Jessie D’Angelo estudiaba Diseño Gráfico, encontró tan interesantes las exposiciones de arquitectura que abandonó los pinceles por los planos. Encontró en el Diseño de Interiores, carrera que estudió en la Toulouse Lautrec, la manera de expresar su vocación artística. No tardó en involucrarse laboralmente en este mundo. Y en el año 2000 fundó su primera empresa, dedicada a la fabricación de alfombras y cojines, en Estados Unidos.
En 2012 regresó al Perú y se presentó en Casa Cor. Desde entonces no ha dejado de trabajar. Ha ganado diversos reconocimientos en el evento, entre otros, el denominado Artistas Nuevas Que Dejan Huella, por “El salón principal” (2014), y el Mejor Proyecto de Interiores, por el “Estudio con onda fresca” (2017). En 2014 fundó Giralínea, con la idea inicial de conseguir la representación de telas y papeles de firmas extranjeras. Hace unos meses, ya con una cartera de productos un poco más amplia, la oficina abrió las puertas al público y se convirtió en una tienda.
“Siempre he sido una mandada”, confiesa. “Pocas veces he dicho que no a un proyecto, por más arriesgado que fuera. Cada proyecto es un reto. Sea grande o pequeño, disfruto cuando me dan rienda suelta”.
Artículo publicado en la revista CASAS #276