El polifacético músico Jorge “Pelo” Madueño estuvo por Lima para participar en “La réplica del rock”, una serie de conciertos a beneficio de los damnificados por el terremoto del pasado 15 de agosto. Aquí, se reencontró con sus ex bandas Narcosis y La Liga del Sueño, y grabó el video de su nuevo disco.

Todos sabemos de su importancia en el rock nacional: fue integrante –junto con Wicho García y Cachorro Vial– de la banda Narcosis, uno de los pilares del rock subterráneo de los ochenta, que supo mover a todo un colectivo de consciencias con letras que decían «Hay que destruir para volver a construir». Luego, “Pelo” fundó La Liga del Sueño, con la cual, junto con otras bandas locales de pop rock, fue parte del festival “La réplica del rock” destinado a recaudar fondos para las zonas más afectadas por el terremoto.

Entre sus proyectos se encuentra el lanzamiento del nuevo disco de la Liga del Sueño, que coordina entre Madrid y Lima, además de la grabación del último video del grupo.

 

“Pelo” nos concedió un tiempo dentro de su agitada agenda, antes de partir a España nuevamente.

–La tuya es una familia de músicos, ¿cuál es la historia de esa relación?

–Empieza con mi abuela que era fanática de la música. Incluso, formó un trío musical en sus tiempos. Ella le trasmitió esa pasión a mi padre a través de la mandolina. También tenía un piano que regaló a sus cinco hijos, para que aprendieran a tocar. Después del colegio, en mi casa había un horario supercomplejo, para que todos pudiésemos practicar. Siempre había jaranas con músicos y poetas.

–Se respiraba un ambiente musical…

–Se respiraba harto humo y bulla –risas.

–En los ochenta integras tu primera banda de rock, ¿cómo fue ese proceso?

–Accidentalmente, como mucho de lo que me ha pasado. Estaba en el colegio y fui a un ensayo de Narcosis; el baterista había ido a recoger a su novia (creo que en esa época era anticonstitucional tener novia) y entonces lo echaron. Preguntaron a los presentes quién sabía tocar batería. Yo no sabía, pero dije que sí. Me subí y al rato me dijeron “eres el nuevo baterista”.

–¿Cómo entraste a Pataclaun?

–Otra vez de manera accidental. Fui invitado para tocar la música en los ensayos: el organito, mientras salían los clowns a improvisar, pero a mitad del camino me dijeron “usted pase adelante” y me pusieron una nariz. Me quedé paralizado, totalmente rojo, morado, la gente se reía y me dijeron “usted es un clown”.

–En España has participado en Mayumana, ¿cómo ingresaste?

–Es un espectáculo dirigido por dos israelíes que se dedican a la danza, la gimnasia y la música. Llevan una casa taller en Tel Aviv y son los creadores de este show.

Lo montaron en España con mucho éxito, comenzaron a viajar y crearon esta dinámica de grupo que va a un país, dicta un taller y recluta gente. Así van creciendo, con oficinas en cada lugar, tipo el Circo del Sol.

Bueno, ellos fueron a Madrid, fui al casting y me aceptaron. Lo que vino después fue increíble por el nivel de trabajo, de organización y de disciplina. Sé que vinieron al Perú en abril, algo que no se pudo dar cuando yo estaba en el grupo. De la compañía me retiré hace un año y medio. Ellos tenían una gira en Ámsterdam y yo tenía conciertos, así que hubo que priorizar. Pero no me he alejado completamente; si yo les digo “chicos, tengo seis meses para trabajar”, ellos me dicen “bueno, ponte en forma”. Eso sería lo más complicado.

–¿En qué consiste el espectáculo?

–No hay texto. Son números montados sobre la base de la percusión utilizada de mil maneras: con el cuerpo, con objetos… Por ejemplo, hay uno con tachos de basura, con sonidos de la tapa y de diferentes partes del tacho, hay otros con pelotas fosforescentes, con sonidos, todo muy lúdico, pero con una base de gimnasia.

–¿Por qué te fuiste a España?

–Hubo dos intenciones, una escondida detrás de la otra. La cara visible era una cuestión profesional, pero luego –cuando llegué allá– me di cuenta que había ido a buscar algo mucho más personal, que era crecer, tener otras experiencias, salir de la burbuja del éxito que –quieras o no– yo tenía.

–¿Y este corto regreso a Lima?

–Ha sido el viaje más productivo.

 

Texto: Kenneth O’Brien.
Fotos: Tony Robles.
Agradecimiento: Bar Mochileros y Asociación Agárrate Catalina.