Se la conoció como ‘la dama del rumor’, desde que su romance con el entonces Rey de España finalmente se filtrara por la prensa en 1992. Luego del escándalo de mediados de marzo de este año, donde trascendió que el ahora rey emérito le habría dado 65 millones de euros a sus ex amantes, aparecen también más detalles íntimos de lo que fue la relación Marta Gayá, o como la describió el mismo monarca, «la mujer que me hizo más feliz».

Por Mariana Valle

Eran los años en que, tras quedar asentada la democracia luego de Franco, el entonces Rey Juan Carlos I de España decide dedicarse a la buena vida en Mallorca. Es en esta isla, tal vez el lugar favorito del rey en el mundo, donde empezaría una de sus relaciones más prolongadas: su romance con Marta Gayá.

De un momento a otra cambió la estructura de la monarquía española. Se montó «una casa real paralela», como reveló en su momento una fuente, «con nuevos viejos amigos». El escenario era el palacio Marivent puesto a su disposición por las instituciones baleares, pero el monarca y su nueva ‘corte’ también se paseaban por los campechanos restaurantes locales y el histórico Club de Mar donde todos los VIP de la isla se cruzaban. Es ahí donde Juan Carlos conoció a la discreta Marta Gayá, algo que la prensa extranjera destapó primero en 1992.

Maya Gayá amante Rey Juan Carlos

La historia de amor ha recobrado nueva vida tras el destape periodístico que remeció a España hace algunas semanas. Según trascendió gracias a una publicación del periódico ‘Ok Diario’, que luego corroboraron otros medios, Gayá habría sido la beneficiaria de la generosidad del Rey, que en el año 2011 (cuando ya la relación había terminado) le donó dos millones de euros. Una suma pequeña, de todos modos, si lo comparamos con los 65 que le donó (presuntamente) a Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, su actual pareja.

¿Quién es Marta Gayá?

Según palabras del ahora Rey emérito (que se recogieron en una grabación hecha pública en 2017), Marta Gayá es la mujer que le hizo pasar los días «más felices» de su vida. Vive en Ginebra, si bien hasta hoy pasa los veranos en Palma de Mallorca. Ahí tiene un penthouse y un yate en el que acostumbra navegar asiduamente. “¿Decoradora? No sé de dónde se han sacado eso, Marta se dedica a… a… a vivir bien”, responde una fuente consultada por Vanitatis.

Marta Gayá

El rey emérito Juan Carlos y Gayá comenzaron su relación en 1990, en Palma de Mallorca. Quien los presentó fue Zourab Tchokotoua, amigo de la infancia del rey tras coincidir en el mismo internado en Suiza, caracterizado por su fama de negociante entre bambalinas y sus buenas fiestas.

Fue en una de esa noches del Club del Mar, que Tchokotoua se acercó a Gayá y le dijo “hay un amigo mío que te quiere conocer”: el rey Juan Carlos.

Ella era hija del empresario y hostelero Fernando Gayá, propietario del hotel Villamil, en la zona turística de Peguera. En los 70 se casó con el ingeniero malagueño Juan Mena, pero el matrimonio duró muy poco y nunca más se volvería a casar.

De todas las parejas atribuidas a Juan Carlos de Borbón fuera de su matrimonio, Gayá es probablemente la más importante (¿qué diría de esto Corinna?) y la más discreta. Hasta la fecha, se sabe que Gayá y el padre de Felipe VI siguen manteniendo una buena relación. En todos estos años su lealtad ha pasado todas las pruebas. Solo se le conoce un desliz durante una fiesta, cuando en una conversación con sus amigos se refirió al Rey como Juancho, lo que desveló el grado de intimidad que había entre ellos.

palacio marivent Marta Gayá

El palacio Marivent, en Mallorca, fue el escenario para el romance entre Marta Gayá y el Rey Juan Carlos.

El  Rey, sin embargo, también se permitió alguna indiscreción.  Una noche en Palma, al ver a los padres de Gayá en una fiesta, el Rey dejó a todo el mundo estupefacto al comentar sonriente a quienes le acompañaban: «Voy a saludar a mis suegros».

En la temporada de invierno, la seguridad de Casa Real la recogía en el aeropuerto de Barcelona y la llevaba hasta las pistas de esquí de Baqueira a encontrarse con Juan Carlos. Allí contaba con un entrenador a su disposición y habitación propia en un lujoso hotel, aunque no dormía en ella.

La discreción, el rumor y la prensa

El rey Juan Carlos estaba dichoso con su relación, en una época en la que los medios eran especialmente protectores con él. «En Mallorca, ella llegaba a un acto en el que coincidía con el Rey y los fotógrafos bajaban la cabeza. Se hacían a los que buscaban sus lapiceros, se daban la vuelta y nadie la fotografiaba. Nadie osaba tomarle una foto», recuerda el periodista Jaime Peñafiel, uno de los grandes conocedores de los entresijos de la Familia Real española. Una tarde, en la playa de El Toro, donde solía fondear el antiguo yate del Rey, el ‘Fortuna’, un reportero lo encontró con Gayá. El Rey, impávido, solo le dijo señalándola a ella: «Lo que quieras, pero de ella, nada”.

La Casa Real, particularmente el jefe de la misma, Sabino Fernández Campo, había desarrollado un sistema para mantener a la prensa callada. A cambio de “pequeñas informaciones” sobre el Rey y la familia real, los medios españoles aceptaban matar cualquier historia contraria a la figura de Juan Carlos. Esta práctica en realidad empezó en 1977, cuando Fernández Campo pasó de ser militar a ser secretario general de la Casa Real. Según el experto Manuel Soriano, Fernández Campo “logró hasta los años noventa con esa mano izquierda y esa sensibilidad […] que un periodista se pudiese conformar con una historia menor”.

Marta Gayá

Marta Gayá y una amiga, en Marbella.

Fue más bien el presidente Felipe González en los años 90, harto de las continuas ausencias de Juan Carlos, quien más se quejaba del amorío.

Las empresas y el hoy

Mientras estuvo con el Rey, Gayá parecía vivir de las rentas. Según el Registro Mercantil español, aparece como administradora única de tres empresas que hasta la fecha siguen existiendo. La primera, Avenidas 23, constituida en 1990 y cuyo objeto es la promoción inmobiliaria, contaba con un capital de 57.500.000 de las antiguas pesetas. Calvinest, que también se dedicaba a la promoción inmobiliaria, gozaba también de una excelente salud financiera, con el triple de capital suscrito. Por último, Gayá también administró durante un tiempo Nautica Wearever, empresa de alquiler de yates.

Estas tres empresas hoy, cuentan con activos valorados en unos 2 millones de euros.

Hoy, posee un piso de 190 metros cuadrados en Palma de Mallorca, aunque no va mucho desde que falleció su madre. Hace años vendió un chalet en Es Capdellà, de herencia familiar. También vendió el yate que tenía cuando acabó su relación con el monarca. Si bien su situación es considerablemente más austera que la de Corinna, nunca ha bajado su ritmo de vida. En 2007 se instaló definitivamente en Suiza, donde alguna vez la ha visitado el antiguo Rey. También se les ha visto juntos en Irlanda, en 2017, cuando ambos acudieron a la apertura de una iglesia restaurada por un amigo en común. «Nunca habla del Rey”, aseguran. Aunque ya todos hablan de ella.