El evento más importante para coleccionar arte en el Perú continúa en su formato no presencial. Se proyecta como una experiencia digital a partir de un sitio web con información detallada sobre las obras y en contacto directo con los participantes que se inscriban dentro y fuera del país.
Por Gabriel Vegas @gabrielvegast
Tradición ininterrumpida, labor minuciosa y un amplio catálogo de patrimonio artístico puesto en valor han hecho de las subastas del Museo de Arte de Lima (MALI) citas obligatorias para los amantes del coleccionismo. El compromiso no se posterga, la gran celebración será el 19 junio. A la voz de quién da más y en una renovada entrega virtual el museo espera superar el monto recaudado el año pasado. Será posible disfrutar de la venta gracias a transmisiones en directo en el sitio oficial de la subasta, YouTube y Facebook Live.
Las piezas estarán exhibidas en la página web subasta.mali.pe (disponible a partir del 22 de abril), plataforma donde los interesados podrán pujar y conocer datos acerca de las obras y sus creadores. Al igual que las celebraciones anteriores, los ingresos serán destinados para el desarrollo del museo.
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En esta edición se estrena como nuevo presidente del comité de subastas Gonzalo Li, arquitecto, urbanista y coleccionista de arte. El nuevo directivo aspira proseguir el camino andado por Armando Andrade, quien estuvo a cargo del evento por casi dos décadas. Andrade seguirá colaborando como miembro del comité y mantendrá una tarea que bien conoce: martillar el encuentro.
“Me hace muy feliz y para mí es un importante reto poder aportar a la recaudación de fondos para la operatividad del MALI, desde un espacio tan creativo como lo es la conceptualización y construcción de cada subasta”, comentó Li.
Un catálogo diverso que incluye máscaras hechas en llanchama (corteza del ojé, árbol tradicional de la Amazonía) por los artistas Fidel Ayde y Eliseo Yumbato del pueblo Tikuna, cuadros de la etapa temprana de Tilsa Tsuchiya, un óleo sobre tela de Leslie Lee Crosby, fotografías de Billy Hare o piezas de artistas jóvenes como Verónica Levy.
Transformación digital
La pandemia y las medidas de confinamiento significaron un reto para el equipo de producción liderado por la especialista en marketing Natalia Delgado. Por esta razón, en el 2020 decidieron unificar la Subasta Anual de Arte y la Subasta y Fiesta de Verano.
Esta unión dio origen a la primera subasta en línea en la historia del museo, suceso que marcó un precedente en la región latinoamericana.
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“Fue un escenario muy difícil, llevar un evento tan tradicional, hecho de forma presencial e ininterrumpida durante 25 años», explicó Delgado sobre la transición que experimentó la subasta. «El año pasado las personas no estaban habituadas a comprar e interactuar en plataformas en línea, a pesar de eso tuvimos buenos resultados. Ahora es un modo de vida y estimamos superar las inscripciones. Nuestro objetivo es internacionalizar la subasta”, agregó.
Por su parte, Gonzalo Li señaló: “Una de las ventajas de las subastas en línea es que permiten difuminar la timidez de los participantes, haciendo que las paletas se vuelvan mucho más activas y dinámicas… También tenemos la retroalimentación que posee este formato, pues nos permite el contacto directo con los interesados, el cual no se cubre en un evento presencial, donde solo hay intervención del martillero”.
Datos provenientes de herramientas de analítica web relativos al comportamiento de los compradores, como tiempos de conexión por lote o sesión, serán tomados en cuenta al momento de generar el catálogo final. Destaca también la plataforma educativa en torno a la subasta producto de los conversatorios en línea desarrollados semanas antes del evento.
Piezas bajo una mirada transversal
En esta ocasión, el equipo de curadores, el comité de subastas y el área de producción realizaron una propuesta conmemorativa por el aniversario pasado. El público podrá disfrutar un catálogo que incorpora diferentes formas de categorizar las expresiones artísticas. Las atinadas miradas de Ricardo Kusunoki, Gredna Landolt y Max Hernández integran el equipo de comisarios.
La distribución habitual de las obras de arte escogidas para la subasta benéfica del MALI continuará en lotes y sesiones.
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La fórmula es sencilla, una o más piezas escogidas se dividen en lotes, presentados en unidad y estos a su vez son agrupados en sesiones. Lo novedoso del encuentro serán los cinco ejes temáticos: entornos, hábitos, tramados, imaginarios y celebraciones.
Obras que van desde registros de paisajes, piezas que abordan el mundo cotidiano, exploraciones de la forma, artistas de diversas épocas que recrearon universos oníricos hasta lotes que resaltan la vitalidad del encuentro social, respectivamente.
“Hemos establecido una serie de criterios temáticos que tienen que ver con grandes preocupaciones en el desarrollo de la práctica artística… Miradas hacia cuestiones del territorio, cierto tipo de dinámica social… Son ejes que cortan de una manera transversal el tiempo y el espacio de la producción artística local y podemos juntar piezas muy recientes con obras del temprano siglo XX”, apuntó el curador Max Hernández.
El arte en medio de la pandemia
La realización del evento involucra a todas las áreas y departamentos del Museo de Arte de Lima. Después de meses de búsqueda, las piezas arriban al taller de la institución para una segunda calificación en conjunto, donde se valida el estado de conservación y autenticidad.
Los últimos pasos son la determinación de valores ajustados al mercado, la realización del catálogo y la serigrafía oficial de la edición. Al igual que muchas otras ventas en el mundo, el MALI ha cubierto esta lista de tareas en medio de la pandemia por covid-19.
El 35 % de los lotes fueron comisionados a comunidades amazónicas, obras creadas especialmente para esta edición. La coordinación logística a cargo del equipo de producción implicó el contacto con parientes, asentados en las ciudades cercanas, para llegar hasta los creadores en el interior del país. Hecho el enlace, una llamada por semana era el vínculo de concertación sobre los avances.
La mayoría de estas poblaciones generan ingresos a través del turismo con la venta de sus artesanías. Algunas piezas vieron interrumpido su traslado por días de lluvia y otras debieron viajar en balsa, pero todas lograron arribar a la sede de la institución en el Palacio de la Exposición.
¿Por qué hacer una subasta en medio de una pandemia?
El equipo de producción, el pool de curadores y el comité de subastas coinciden, según su criterio, en la necesidad de que el museo continúe sus operaciones, consideran vital la recaudación de fondos y la promoción de la cultura y el arte.
Natalia Delgado, productora general de la subasta:
“… hemos aprendido que tenemos la capacidad de generar toda una plataforma educativa y cultural alrededor del evento. Creo que en los momentos más difíciles es cuando debemos seguir promocionando el arte. Lamentablemente, ha sido uno de los rubros más afectados”.
Max Hernández, integrante del equipo curatorial:
“… en un contexto especialmente crítico el arte es un espacio en donde está presente esa propuesta por perdurar, por resistir, por aprender, por dejar constancia, por soñar”.
Gonzalo Li, presidente del comité de subastas:
“… dadas las restricciones que existen actualmente para realizar eventos de grandes aforos, hemos preferido hacer nuevamente la Subasta en línea, lo cual nos borra límites geográficos […] El arte y la cultura enriquecen el alma, sobre todo en estos momentos aún de incertidumbre por la coyuntura, por ello creemos que estas iniciativas, como la Subasta MALI, deben mantenerse.
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