Nuestro columnista Diego Molina analiza el rebote mediático y las implicancias en el mediático juicio entre Johnny Depp y Amber Heard
Por Diego Molina
Una Supernova es cuando una estrella muere y genera una explosión de luz. En el caso de Johnny Depp y Amber Heard, el final es la revelación de toda información íntima hasta llegar a los rincones más oscuros. Por eso, la serie del año no es el final de “Ozark” ni la historia real novelada “Inventing Anna”, si no el juicio televisado que le ha interpuesto Johnny Depp a Amber Heard por difamación.
Él se muestra como la verdadera víctima de abuso conyugal y que las expresiones públicas de ella le han arruinado la carrera. Por ejemplo, la editorial de Amber Heard en el Washington Post diciendo: “Yo he hablado contra la violencia sexual” lo puso a él como piñata del movimiento “Me too” (si se demuestra que ella miente, le haría mucho daño a esa causa). Así, la película “Piratas del Caribe” prescindiría de Jack Sparrow, el personaje de Johnny Depp que le daba sentido a la saga. Pero la cosa se pone más truculenta.
Los testigos de Johnny Depp dicen que ella le metía puñetes en la cara, le tiraba latas de Red Bull, o que le destrozó un dedo con un botellazo. Además, frases como “¿si es un gordo viejo, por qué Dior lo quisiera de modelo?”. También le habría sacado la vuelta con Elon Musk y James Franco.
La psicóloga forense del denunciante, al evaluar a Amber Heard, la ha diagnosticado en el “grupo B” de trastornos psicológicos (personalidades narcisistas, antisociales, histriónicas y borderline), que bordean con la psicopatía: “gentes con un hondo vacío emocional que mienten y manipulan para controlar a sus parejas y a su entorno, que exageran actitudes para ser deseados, vengativas e incapaces de reconocer culpa alguna”.
En contraste, la psicóloga de la defensa considera que ella tiene “estrés post traumático” generado por su relación con Johnny Depp: Amber Heard, bajo juramento, ha contado de atroces actos de violencia física y sexual. Un dato importante en la corte es que él nunca ha sido denunciado por sus anteriores parejas, mientras que ella sí habría sido arrestada por violencia doméstica.
Por otro lado, se ha probado que Amber Heard nunca donó los 7 millones de dólares que recibió del divorcio a causas benéficas y que era su demostración de que no es una “gold digger” (que él la acusaba de ser). Con todo esto, él va ganando el juicio, dentro y fuera de la corte (revisando YouTube o Twitter, la mayoría apoya al actor de “Willy Wonka”). Pero su talón de Aquiles es su exceso de drogas y alcohol, por lo que no se acordaría de sus acciones.
Él ya había perdido el juicio en Inglaterra contra el diario que lo puso en primera plana como pegalón. Parece que está obsesionado con llevar esta trama hasta las últimas consecuencias, sea por honor o por su profesión. “Mírame a los ojos, porque nunca más los vas a ver” le dijo Johnny a Amber cuando se enteró que le había puesto una orden de alejamiento. Por los detalles del caso, quizás nunca volveremos a ver los ojos de ambos actores en nuevas películas.
Para los que nos enamoramos del cine en los 90s, Johnny Depp era el representante oficial de personajes antisociales como Ed Wood, Gilbert Grape y Edward Scissorhands. Acaso, algo positivo de todo este desmadre sería que él abandone los “blockbusters” y retorne a esas pequeñas películas que tanto lo han hecho querer.
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