La filosofía de vida de Rolando Córdova y Gian Carlo Lanfranco podría explicarse con una metáfora que ellos mismos proponen: hace unos días, fueron a ver el documental “Ants on a Shrimp”, sobre la mudanza temporal a Tokio de todo el staff del cotizado restaurante danés Noma –con René Redzepi a la cabeza–, para, entre otros retos, experimentar el desafío de cocinar fuera de su zona de confort. “Sin ánimos de comparar, tenemos esas mismas ganas de reinventarnos”, dice Gian Carlo. “No es fácil mudarse de ciudad en ciudad –desde que partieron de Lima, hace una década, han vivido y trabajado en ciudades tan diversas como Singapur, Ámsterdam, París y Nueva York–. Obviamente, ayuda que te vaya bien y tengas lo esencial para llevar una vida acomodada, pero el tema mental es complicado; en cada ciudad hay que volver a hacer amigos, encontrar tus restaurantes favoritos, tus hobbies… Es difícil, pero lograrlo te hace una persona más completa”, añade. “Cada nuevo lugar tiene sus propias reglas; cada vez que te mueves, empiezas de cero, y siempre es bueno encarar un reto más grande que el anterior”, dice Rolando.
El documental sobre Noma también grafica un aspecto esencial de su trabajo como directores de cuentas globales y creativos de campañas publicitarias que se anuncian en todo el mundo. “La mezcla de sabores de cada plato que hacían los chefs del restaurante era simple, pero el concepto detrás de cada uno era complejo”, comenta Rolando. “He ahí el challenge”, complementa Gian Carlo. “Cuando se crea una campaña global, tiene que ser simple, pero eso no quiere decir que sea fácil de hacer. Debe tocar alguna fibra; eso es lo complicado”. En esa línea, ambos identifican una debilidad frecuente. “En el fondo, el problema de la comunicación actual es la estandarización: todos los mensajes son iguales. Creo que, como sucede con los directores de cine, cada comunicador tiene que tener sus propias maneras, su propio punto de vista”, advierte Rolando. “Nosotros, a partir de las experiencias que estamos viviendo, estamos desarrollando una voz propia”.
Sin abandonar las metáforas culinarias, la dupla de publicistas peruanos resume su trayectoria. “Hemos pasado ocho años en la cocina, creando los platos, y estos últimos dos, más que nada, nos hemos enfocado en ver qué precio es el adecuado para vender cada uno y que el negocio sea rentable. En esos términos, es un gran aprendizaje”, admite Gian Carlo. “Cuando estábamos en Singapur, simplemente pensábamos ideas y chau, solo nos encargábamos de hacer la parte ‘divertida’. En Nueva York estamos aprendiendo a ver más temas del negocio y del cliente, qué problemas tiene cada uno, su contexto, sus limitaciones… No en todo momento tienes que presentarle ideas ‘award-winning’, hay momentos en que necesitas desarrollar una creatividad un poco más ‘responsable’. En McCann también hay que lidiar con las otras oficinas internacionales, que de algún modo dependen de la matriz”.
LAS CLAVES Y EL APRENDIZAJE
Cuando alguien se mantiene en constante “ascenso”, suelen surgir las interrogantes: “¿cuál es su secreto?, ¿qué lo hace especial?”. ¿Por qué un tipo como John Mescall, responsable de velar por la creatividad de McCann en todas sus oficinas en el planeta y autor de la campaña publicitaria más premiada en la historia del Festival de Cannes, apuesta por Gian Carlo y Rolando? A ellos mismos, fieles a una notoria ausencia de arrogancia y a sus ganas de seguir aprendiendo, no les resulta una pregunta fácil de responder. “Nosotros siempre queremos innovar, hacer algo distinto, entender nuevas culturas, filosofías y estructuras de negocios. El resto viene en virtud de las oportunidades; hay que identificarlas y tratar de tomarlas”, dice Rolando.
Si algo han aprendido durante los años que llevan fuera del Perú es a tener paciencia. “No hay que desesperarse y tomar lo fácil; hay muchas opciones que parecen buenas sobre el papel, pero, antes de decantarse por una, nosotros preferimos hacer un mapeo de nuestras vidas a largo plazo y tener un objetivo”, dice Gian Carlo. “Hay que tomar las cosas con calma. Preferimos hacer un buen trabajo que, de repente, nos tome uno o dos años pero haga crecer la marca antes que hacer un montón de cosas tácticas que tal vez son muy creativas, pero no suman en su construcción”.
Ahora mismo, el ochenta por ciento de su tiempo lo ocupa la cuenta global de Chevrolet, que además es la más grande de la agencia, pero no solo dedican sus horas a aprender los matices de su trabajo. Hace poco los convocaron como jurado del New York Festival, uno de los más prestigiosos en el rubro publicitario; también los convocaron, esta vez de manera virtual, para elegir las piezas que incluirá la próxima edición del libro “200 Best Digital Artists Worldwide”, de Lürzer’s Archive, la publicación anual más importante en lo referente a artistas visuales.
Por Mariano Olivera La Rosa
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