El conocido cineasta francés, Jean-Luc Godard, murió por suicidio asistido en la madrugada del martes.
Por Marina Novoa
«¿Cuál es la ambición de mi vida? Llegar a ser inmortal y morirme», fueron las palabras de Jean-Luc Godard que anticipaban este momento. Lamentablemente, el irónico, poético y experimental cineasta murió a última hora de la mañana este martes. Su esposa, Anne Marie, oficializó la noticia con un breve comunicado: «El cineasta Jean-Luc Godard ha muerto, en paz, rodeado de los suyos. No habrá ceremonia oficial. Será incinerado». Pocas horas después, una fuente cercana a la familia confirmó que se habría tratado de un «suicidio asistido», legal en Suiza.
Al comunicado le siguieron homenajes. Por un lado, Brigitte Bardot, protagonista de una de sus películas más importantes (El desprecio, 1963) declaró: «El creador de Sin aliento ha alcanzando el firmamento de los grandes creadores de estrellas». Por otro lado, Emmanuel Macron, presidente de Francia, agregó: «Perdemos un tesoro nacional, la mirada de un genio. El más iconoclasta de los grandes maestros de la Nouvelle Vague inventó un arte definitivamente moderno, inmensamente libre».
Godard, como director, crítico e historiador, influyó de manera única en la evolución de la historia del arte del siglo XX. Introdujo técnicas novedosas de rodaje, creó maneras de narración y contribuyó a revisar el canon cinematográfico universal. Así, se volvió en uno de los patriarcas de la Nouvelle Vague, la escuela que renovó el cine e influyó en muchos directores posteriores del mundo. Todas las películas de Godard marcaron y transformaron radicalmente el cine francés. Son 15 obras maestras que invitan a pensar, criticar y cuestionar lo visto.
Que su muerte sea una invitación a volver a ver su arte y conmemorar la vida de un gran personaje.
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