La cinta peruana que ha cosechado muy buenos comentarios en festivales internacionales se estrena este jueves 17 de noviembre en Lima y Trujillo. Fernando Bacilio nos cuenta más detalles.
Por Walter Chunga
La película peruana Tiempos Futuros, ópera prima del director Víctor Checa, se desarrolla en una Lima de atmósfera poética y utópica de año no identificado, donde un padre de familia (Fernando Bacilio) construye una máquina generadora de lluvia para ayudar a una sociedad donde nunca llueve. En este propósito lo acompaña su hijo Teo (Lorenzo Molina).
Luis, obsesionado en lograr que la máquina funcione, pone en riesgo el invento ante los constantes embargos y amenazas de las autoridades. Teo quiere ayudar a su padre, para ese fin se involucra con una banda de jóvenes espías liderada por dos hermanos mellizos, Raiza y Baca. A partir de este encuentro, Teo vivirá nuevas experiencias que lo harán poner en duda la obsesión del padre y develarán la naturaleza oculta de la máquina.
En exclusiva, Fernando Bacilio, quien interpreta a Luis en el filme, nos da detalles de la película y de la gran experiencia que fue para él, participar en un proyecto que lo atrapó desde el principio.
La película fue grabada en el año 2019, sin embargo, por la cuarentena producto de la COVID-19 se aplazó la proyección en las salas de cine, hasta el día de hoy ¿Cómo te sientes con el estreno de Tiempos Futuros?
Yo estoy supercontento, anoche con el Avant Premier y nuevamente ver la película. No me canso de verla porque siempre veo al personaje en construcción. Vivo el momento de cómo fue grabado el rodaje mismo, que me permitía conocer una nueva forma de trabajo, a través del maestro Víctor Checa. Para mí fue todo un reto interpretar al personaje por su complejidad y por la forma en que el director proponía la orientación del trabajo y la actuación.
¿Cómo describirías a tu personaje?
Es bastante soñador, ya que ha visionado todo un proyecto para crear una máquina pensando en aportar a la sociedad. En estos tiempos me pongo a pensar de que sí este personaje estuviera en el presente, estaría viendo esta pandemia, esta pandemia política también, estos problemas que tiene nuestra sociedad actual en nuestro país. De repente, él pensaría en crear algo, de repente una máquina igual, para que llueva y moje y desaparezca todo este mal. Es algo que tiene que ver con un proceso interno bastante emotivo, melancólico, nostálgico.
Cuando empecé a construir el personaje lo veía como un tipo muy alienado, muy perdido de lo que es una vida normal. Pero no, era un tipo hermoso, lindo, un genio que lo que estaba haciendo y realmente le agradaba. Quizás, hay algo que puede jugar en su contra, que es que logró desvincularse de la relación que tenía con el hijo. Era ya un poco más egoísta.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con el director Víctor Checa?
Es una persona interesante, es inteligente. A mí me quitó esa costumbre, me permitió romper esquemas, porque yo estaba acostumbrado a memorizar los textos y llegar al set o locación a grabar. Pero en este caso con el maestro fue distinto. Nosotros nos sentábamos en una mesita y conversábamos con los autores y mi partner Lorenzo, que en ese tiempo tenía 11 años y el director nos decía: “Fernando, sabes que en estos textos, esto no va ir, esto sale, esto queda”.
Soy egresado de la Escuela Superior de Arte Dramático, en Trujillo, donde trabajo y soy profesor de actuación. Eso me ayudó a tener esa seguridad y yo poder desarrollarme a lo que el maestro requería.
Cómo fue trabajar con Lorenzo a sus 11 años. En el momento de la grabación era un niño, ¿cómo fue ese proceso de fortalecer los vínculos?
Primero, trato de encontrarme con los actores y actrices con los que voy a trabajar. En este caso, Lorenzo iba a ser mi hijo en la ficción. Resulta que llamé al padre de Lorenzo, Gonzalo Molina, mi amigo. Le dije que me diera la dirección para conocer a su hijo porque al día siguiente íbamos a empezar a grabar. Fui a buscarlo a su casa, cerca del Parque Kennedy. Yo tenía la dirección grabada en mi celular cuando se me acabó la batería, se me apagó.
No pude orientarme y busqué un restaurante por ahí. Le dije a uno de los trabajadores, “mira jovencito te regalo 5 solcitos, regálame un poco de energía para cargar mi batería». Pasaron cinco minutos y empecé a ver la dirección para grabarlo y seguir, porque a Lorenzo se lo llevaban a una cena. Creo que eran las siete de la noche. Al final llegué, los encontré y en ese momento le dije a Gonzalo que su hijo ya pasó a ser mi hijo. Le di la mano, lo abracé y le dije a Lorenzo: «Tú eres ahora mi compañerito de trabajo, así que mañana nos vemos y la hacemos linda».
¿Cómo era Lorenzo, en su personaje
Es un chico inteligente, porque tiene algo del padre. Es un chico que maduró rápido, es decir, empezó a preocuparse por la deuda de su padre, por la casa que le iban a embargar. El asume la responsabilidad que le corresponde a Luis.
¿Cómo fueron las grabaciones?
Se realizaron más de noche. Solo hay una escena a la luz del día, de ahí todo es oscuro. Grabamos toda la tarde, creo que nos quedamos hasta la madrugada, era el momento propicio para poder evitar el ruido de los carros y ese aparato y ese monstruo de locación, estimulaba mucho porque era un edificio de 15 pisos abandonados, hicieron magia en la producción.
¿Cuánto tiempo duró la grabación?
Duró mes y medio, algo de 5 a 6 semanas. También se grabó por un sitio de Ica, donde había una especie de fábrica de destartalados, de todo lo que era metal; eso se prestó como locación para la película dentro de su estética y eso. Ya en la colorización que se hace en la posproducción, en la edición, creo que ha funcionado, ha fluído bastante y tiene su unidad. En este caso el autor buscaba una luz de estilo para su película.
¿Qué le dirías a las personas para que vayan a ver la película?
Yo sí les diría que vayan al cine y pensar que es un producto peruano hechos por peruanos. Hay que empezar por casa y yo creo que es la única forma de tener en vivo el arte de los actores mismos y también en el espectador que también debe de ser el elemento activo, porque somos parte de. No puede existir una película sin el espectador, el teatro también es el binomio de actor y espectador, ambos somos esenciales.
No se la pierdan, pasen la voz. Habrá mucho que decir luego de verla, la película seguirá brindando interrogantes. Así que sean parte de este hermoso espectáculo que nos brinda el séptimo arte: el cine peruano.
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