Desde Texas, la peruana Marcela Marañón se sincera sobre las dificultades que atraviesa como persona con discapacidad y los obstáculos que ha tenido que superar hasta convertirse en una de las 25 mujeres más poderosas de 2023, según el más reciente ranking de la revista “People”.
Por Iris Torrejón Tovar
La vida de Marcela no siempre fue sobre ruedas. Desde su niñez en su natal Ica, ella se caracterizó por ser extrovertida, alegre y divertida. Sin embargo, aquel marzo de 2002, en el trágico accidente que dejó paralizado su cuerpo desde la cintura hacia abajo, su vida física tomó un giro radical, pero su alma permaneció resiliente ante los nuevos capítulos que le deparaba el destino. Hoy, ha logrado posicionarse como una de las veinticinco mujeres más poderosas de 2023, según la revista “People” en Español; es la imagen de reconocidas marcas, fue convocada por la plataforma TikTok para celebrar la herencia hispana, ha conocido cinco de las siete maravillas del mundo, se convirtió en una de las top influencers de Amazon Fashion y cuenta con más de cuatrocientos cincuenta mil seguidores en redes sociales. Todo sobre su silla de ruedas, convirtiéndose en un ejemplo de lucha y superación.
Marcela nació hace cuarenta y un años en la calurosa ciudad de Ica, en Perú. A sus 18 años, decidió dejar su país y partir a Estados Unidos para estudiar inglés. Para aquel entonces, sus metas apuntaban a terminar sus estudios del idioma y quedarse a realizar su carrera profesional en Dallas, Texas. Sin embargo, una noche, al salir de un restaurante local junto a su novio y un amigo, un fatídico choque automovilístico provocó que Marcela fuera impulsada hacia afuera por la ventana del auto. Su pie quedó atascado en el asiento del copiloto y su cuerpo colisionó contra un árbol cercano que fracturó su medula espinal.
¿Cuánto cambió tu vida después del accidente?
Todo cambió en mi vida, me dio una nueva perspectiva. Yo puse todo de mi parte para poder regresar a la universidad. Empecé a trabajar, conocí al padre de Mikaela, mi hija de 16 años. Ahora tengo esta discapacidad que me limita, pero puedo hacer muchas cosas, solo que de una manera diferente. Soy feliz cuando hago las cosas que quiero hacer. No presto atención a lo que no puedo hacer. A veces, si veo que tal vez alguna actividad no es para mí, igual lo intento, y si ya veo que no resulta, solo digo: “Next!”.
¿Siempre tuviste una actitud positiva frente a este cambio o te tomó tiempo recuperarte?
Todo fue muy difícil. Me tomó un buen tiempo. Hasta ahora me toma, en realidad. El contarte y revivir lo que me pasó aún me choca, porque fue un cambio drástico en mi vida. Pero pienso y digo: “Ese es mi pasado y tengo que vivir mi presente y mi futuro”. Además, tengo una niña a quien ver, porque si yo flaqueo, mi hija verá eso, y yo no quiero que ella crezca pensando que la vida es injusta. Trato de enseñarle lo fuerte que es una mujer independiente. Tuve mis momentos malos, caí en depresión, pero gracias a Dios pude salir adelante. Intento ser agradecida con lo que tengo. Mi vida no es mala por ser discapacitada.
¿Cómo lidias con los pensamientos negativos?
Estando conmigo misma, encontrándome, viendo lo que falla y lo que no. Veo los talentos que tengo, y si no los tengo, cómo puedo lograrlos. Creo en Dios, pero no soy muy religiosa. Creo que, si haces algo bien, el bien va a venir a ti, y si haces algo malo, el mal va a venir. Tengo una familia que está conmigo; las familias no son perfectas, pero los tengo conmigo. Además, tengo amigos que me apoyan. Tengo salud, y eso es lo mejor.
¿En qué momento te convertiste en una activista por la inclusión de los discapacitados?
Después de diez años de mi accidente, regresé a mi doctor para retomar las terapias y ahí empezó mi historia. Justo en el centro de rehabilitación, había un exoesqueleto que se llama “Rewalk”, yo fui una de las primeras pacientes en probar esa nueva tecnología. El área de marketing quería promover el producto. Salió la nota y explotó. La compañía del exoesqueleto me dijo: “Queremos que seas la cara global de la marca Rewalk Robotic”. Ellos me llevaron por todo Estados Unidos a hablar con doctores de mi experiencia como persona con paraplejia. Fuimos a la conferencia en Argentina, en 2017, donde conocí a la entonces vicepresidenta de Argentina, Gabriela Michetti. De ahí, me llevaron a España, donde conocí al rey Felipe y la reina Leticia, y también estuve en la Bolsa de Valores. Se me ocurrió crear una página de Instagram para compartir todo lo que estaba viviendo y animar a otros a superarse. Tras el primer mes, ya tenía diez mil seguidores. (@thejourneyofabravewoman)
¿Cómo es trabajar a favor de la accesibilidad?
Cuando tuve mi accidente, me quedé indocumentada en Estados Unidos y discapacitada. Trabajaba duro, a veces más de cuarenta horas, estudiaba en la universidad y tenía a mi hija. Me he sacado la mugre para tener todo lo que tengo. “The Brave Woman Shop” es mi marca con la que financio muchas obras a favor de la accesibilidad. Doné rampas en India a un complejo de tenis donde había muchos niños con discapacidad. Hice un evento con niños en un restaurante muy bonito, para compartirles la experiencia de lo que es disfrutar de un local que es totalmente accesible para ellos. Además, durante la pandemia, doné cajas de comida para muchos niños y niñas con discapacidad en el Perú.
¿Cómo te enteraste que formarías parte de las 25 mujeres más poderosas, según People en Español?
Daniela (Álvarez, Miss Colombia 2011) me amadrinó. Yo la conocía por redes sociales. No somos muy amigas, yo la sigo en redes sociales y admiro su trabajo; ella admira el mío y me sigue. A veces nos mandamos mensajes de ánimo, pero aún no nos conocemos en persona. Entonces, “People” me escribió sobre un proyecto que estaban haciendo con Daniela; me dijeron: “Se trata de un concurso para que cinco mujeres poderosas tengan cinco ahijadas, y Daniela Álvarez te ha escogido como su ahijada”. Entonces me sumé, todo fue superrápido. Solo nos dieron una semana para incentivar a la gente a que vote. Yo gané por el voto popular, más de 4000 personas votaron por mí. Para mí es muy importante la representación, la inclusión, y que una mujer latina en silla de ruedas esté en una de las revistas más grandes de Estados Unidos para mí es lo mejor.
La vida más allá de su discapacidad
En tus redes sociales muestras mucho de tus recorridos por el mundo, ¿Siempre te gustó viajar?
Después de mi divorcio, empecé a viajar por todo el mundo. Cada vez que viajo, me voy por 30 o 40 días. Me propuse conocer las siete maravillas del mundo. Hasta ahora he ido a México, Italia, India, Perú y Jordania. Este año pienso ir a Brasil para conocer mi sexta maravilla. Yo lo hago todo sola, yo me grabo, yo me filmo y, a veces, yo le digo a los mismos turistas que están por ahí que me tomen foto, me filmen, etc. Animo a otras personas en mi condición a que no se queden sus casas. El mundo es muy lindo como para quedarse en casa. A mis 41 años, todavía tengo esa energía y esas ganas de vivir.
Eres la primera mujer latina con discapacidad en escalar el Kilimanjaro ¿Cómo fue esa experiencia?
Me invitó una organización que se llama Friends of Access Israel (FAISR). Como ellos sabían todo mi trabajo con lo que es la accesibilidad para discapacitados, me dijeron que fuera para comprobar qué tan accesible es el monte para las personas en silla de ruedas. Nos tomó ocho días llegar a la montaña, dormimos en distintos campamentos, éramos cuatro personas con discapacidad. Cada uno tenía un equipo y guías. Yo tenía cinco porters conmigo que me ayudaban con la silla, a empujarme, cargarme y todo eso. Lo logré. Todo lo hicimos en equipo. Yo no hubiese podido sin mis guías y porters. Ellos fueron mis piernas. Cada vez más países se vuelven accesibles para sus ciudadanos.
Cada vez más países se vuelven accesibles para sus ciudadanos, ¿Qué opinas de la situación de la accesibilidad en el Perú? ¿Sientes que ha habido avances?
Radico en Dallas, Texas, el año pasado estuve en Perú y fue un choque muy fuerte. Necesitaba cruzar la calle, y se me hacía imposible. Vi que la Municipalidad de Lima compró autobuses públicos nuevos sin acceso a discapacitados. Al Perú le falta mucho, se están preocupando en hacer accesibles los distritos turísticos como Miraflores, pero para la gente discapacitada que vive en otros distritos no hay nada. No hay programas de educación, de ayuda al discapacitado con trabajo, ni nada. Es frustrante porque yo sé que, si no tengo plata, no podría irme a vivir al Perú porque la pasaría muy mal.
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