La dupla fundadora del estudio allá viene de presentar en CASACOR São Paulo “planeta fitocéntrico”, una exploración crítica sobre el futuro del ser humano en el que las plantas tienen un rol protagónico. En esta entrevista, cuentan detalles de su instalación y de la filosofía que sustenta su propuesta.
Por Sergio Rebaza Fotos Vinicios Barros y Leandro Moraes
Ella, arquitecta y diseñadora; él, artista y paisajista. Augusta Pastor y Santiago Roose son los primeros latinoamericanos en ser invitados a exponer en CASACOR São Paulo, el evento de diseño y arquitectura más importante de la región. Lo hicieron con una propuesta disruptiva que nos recuerda películas de ciencia ficción, aunque en la situación actual en que vivimos, y con lo que sabemos respecto del futuro, la ficción tiene un sabor más bien a predicción.
¿Cuál es el sentido de la obra que presentan en CASACOR São Paulo, “Planeta Fitocéntrico”?
Santiago: El proyecto surge como respuesta a una cuestión técnica sumamente complicada, con relación a la necesidad de hacer crecer plantas en un lugar tan complejo como ese, básicamente, con ausencia total de luz. Desde ahí, nos comenzamos a proyectar hacia, digamos, distopías, y generar una suerte de utopía dentro de esa distopía: ¿cómo hacer paisajismo, o un jardín, dentro de un búnker debajo de la tierra en otro planeta? A partir de eso, comenzamos a concebir todas las posibilidades que el espacio nos permitía de criar plantas en situaciones tan extremas. Eso se convirtió en un statement que ya no tenía tanto que ver con el lugar, sino más bien con la idea de pensar el futuro, un futuro en el que las plantas deben tener un rol protagónico. Trasladar toda la atención, las ideas, el pensamiento, del antropocentrismo hacia el fitocentrismo. Una vuelta a lo natural.
Augusta: El espacio nace de entender cómo nosotros, como seres humanos que se relacionan entre sí y con la naturaleza –que es necesaria para sobrevivir–, podemos hacerlo desde lo inhóspito. Sea por el calentamiento global o por cualquier otro motivo, es muy probable que en un futuro no muy lejano tengamos que vivir en situaciones inhóspitas, ya sea bajo la tierra en Marte o donde sea. Creemos que la ciencia, de la mano con el diseño, es la solución. Ya podemos hacer crecer papa en ambientes con gravedad cero, por ejemplo. Entonces, con Santiago nos hicimos la pregunta: ¿qué viene después? ¿Qué va a pasar con las relaciones humanas? ¿Con nuestra relación con las plantas? Nuestra propuesta es una respuesta a esas preguntas.
¿Y cómo se traduce eso en su instalación?
Santiago: Cuando concibes un espacio para el futuro, debes tener en cuenta todas las limitaciones, incluyendo las del espacio, por ejemplo. Un espacio limitado se debe hacer multifuncional. La idea de esa mesa de espejos es precisamente esa: que sea una mesa de trabajo, de laboratorio, de estudio, de análisis, pero también para sentarse a comer. En general, ese espacio es un jardín, pero también puede ser un laboratorio, puede ser una cocina. Puede cumplir un montón de necesidades. Con el diseño, lo haces cercano, próximo, humano.
Los terrarios parecen muestrarios de especies en extinción; la mesa de espejos parece sacada de una sala quirúrgica, pero la mesa que está incrustada ahí es como todo lo contrario: de madera, íntima.
Augusta: Y es que en el fondo ese espacio es también un espacio para “vivir”. Y, por ende, de relacionarse. Se intuye, por el tamaño de la mesa, que hay una pareja ahí. Seguramente, durante el día estudian las plantas, pero también tienen que sentarse a almorzar. Esa mesa, con el enchape de madera y la lámpara curiosamente, las únicas piezas de diseño externas– lo hacen todo más íntimo, más familiar.
Santiago: Como un segundo espacio dentro del espacio. Un rincón con una condición más humana.
Todo eso va acorde con los conceptos de adaptabilidad, mutabilidad, flexibilidad. ¿Es esa la propuesta de Allá, su estudio?
Augusta: Sí, nuestras experiencias personales, las de cada uno, se terminan confundiendo, se vuelven indistinguibles. Además, cada proyecto suma experiencia para el siguiente.
Santiago: No se trata de hacer paisajismo o diseño o arquitectura, sino una suma de todo eso. Tomamos algo de cada una para armar algo nuevo. Cuando creamos el estudio, lo hicimos con la conciencia de crear un nuevo individuo. Este es un nuevo ser que es más que la suma de nosotros dos, junto con el equipo con el que trabajamos.
Augusta: Además, partimos de encontrar soluciones a problemas y necesidades sabiendo que la solución no será perfecta. La perfección no existe, porque cuando haces una casa, esa casa recién existe cuando el arquitecto se va, en el momento en que se habita.
Y eso se puede extrapolar a espacios más grandes o pequeños, desde el diseño de una silla al de una ciudad.
Augusta: Claro, es un enfoque.
Santiago: En nuestro trabajo en São Paulo, el espacio de la mesa es aséptico, perfecto… pero los acontecimientos, los detalles, empiezan a surgir en las plantas que están en los terrarios. Allí surge la vida.
Augusta: Y si te fijas, de los terrarios se desprende una isla de vegetación independiente. Como si la vida hubiera encontrado su propio camino.
Santiago: Exacto, la vida se abre paso al margen de nosotros.
Suscríbase ahora para obtener 12 ediciones de Cosas y Casas por solo 185 soles. Además de envío a domicilio gratuito y acceso instantáneo gratuito a las ediciones digitales.