Aunque el Perú recuerda la figura de Alberto Fujimori como mandatario y líder político, en 1997 la revista COSAS accedió a un aspecto más íntimo de su vida. Una celebración familiar de Navidad en Palacio de Gobierno que rescatamos tras el anuncio de su fallecimiento, el pasado 11 de septiembre de 2024.
Por: REDACCIÓN COSAS
Alberto Fujimori gobernó al Perú desde 1990 hasta el año 2000, una década que marcó un antes y después en la historia del país. En diciembre de 1997, durante su mandato presidencial, COSAS mantuvo un diálogo íntimo y familiar con él en su residencia presidencial de Palacio de Gobierno, junto a la entonces primera dama de la Nación, Keiko Sofía Fujimori Iguchi.
En la entrevista exclusiva con Claudia Doig Parodi, se abarcaron temas su vida privada y familiar, el balance general de 1997, el operativo Chavín de Huántar y más.
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Un pequeño pesebre y un arbolito lleno de luces y regalos —obra de la primera dama, Keiko Sofía y su mejor amiga, Wendy— constituyeron el marco de nuestra conversación con el Presidente de la República. Un Alberto Fujimori en mangas de camisa y corbata, sonriente y muy cordial, nos recibió junto a su hija. Ambos anfitriones nos ofrecieron una agradable velada en donde las bromas amenizaron en todo momento los temas serios.
-Luce muy relajado, presidente, pese a que termina un año y empieza otro con una gran preocupación: el Fenómeno del Niño…
-Las dificultades constituyen para mí un estímulo. Estoy acostumbrado a los retos, y sin ellos me sentiría un poco aburrido. Conozco lo difícil que es el reto del Fenómeno del Niño, pero no podemos ir en contra de la fuerza de la naturaleza, y bajo ese principio estamos actuando. Creemos que podemos atenuar considerablemente sus efectos y sacarle ventajas. Hasta ese punto, porque pese a que la agricultura va a resultar dañada, le vamos a dar un impulso muy fuerte.
-Entonces, debe haber estado muy entretenido este año, pues se ha presentado particularmente difícil para usted...
-Bueno, los problemas de carácter político no concentran tanto mi atención. Más bien, otro problema que se me planteó como un reto, fue lo que ocurrió en la casa del embajador de Japón. Pasé mucho tiempo buscándole un ángulo de solución, y ahora que ha pasado un buen tiempo puedo decir que la estrategia la diseñé yo mismo, con un cálculo de éxito muy preciso.
-¿Y sus cálculos incluyen las cifras de su popularidad? Las más recientes no parecen favorecerlo…
-Yo no trabajo en función de esas cifras, sino en función de los intereses del país, pensando en la estabilidad y el futuro del país. Por eso tomo, a veces, medidas que no son muy populares, pero que son necesarias. Los beneficios para el país se verán a la larga. Algunas veces se acusa al gobierno de una política sistemática de violación de ciertos derechos. Eso escapa a mi control y no puedo contrarrestar toda una campaña.
-¿Hay una campaña de desprestigio en su contra?
-Sí, al punto que se ha llegado a montajes que luego se ha demostrado que no son ciertos.
-¿Por qué esa campaña?
-No me explico.
-¿No será por una preocupación de que llegue a postular en el 2000?
-Pero no hay razón para hacer campañas sin sustento. Muchas de ellas son de difamación.
-Hay ciertos presentadores de televisión que lo critican mucho. Hay uno particularmente mordaz…
-No lo veo. Sólo veo los programas políticos de cierto nivel de seriedad. Y leo todos los periódicos, sin excepción. Los edecanes le pueden confirmar que regularmente les alcanzó recortes de diarios para que se investiguen situaciones anómalas.
-¿Por qué no postula NM-C90 a las elecciones municipales?
-No quisiera entrar en temas políticos.
BALANCE NACIONAL Y PERSONAL
-Pero sí me puede dar su balance político de lo que ha sido 1997…
-Ha sido un año decisivo en el que se han consolidado varias reformas. La económica es una de las fundamentales: nadie puede negar que se están dando las condiciones necesarias para el crecimiento sostenido y estable. Estabilidad, baja inflación, reservas internacionales altas, tasas de inversión cada vez mayores, déficit fiscal reducido, confianza en el país.
-¿Qué espera para 1998?
-Espero un año tranquilo. Y a nivel macro, va a haber mejoría en la situación de la población.
-¿Eso incluye una solución definitiva a la situación fronteriza con Ecuador?
-En 1998, no. Pero sí aspiro a que antes del 2000 se solucione.
-¿Podemos dar fe a sus palabras?
-No es una promesa, sino una aspiración.
-¿Cómo se siente personalmente?
-Me siento satisfecho y optimista.
-Todavía le falta una mujer—interviene su hija, Keiko.
-Estoy optimista en cuanto al futuro del país—aclara, riéndose, el Presidente.
-Imposible que se me pase por alto este diálogo…
-En eso también soy conservador. Prefiero que se concrete una relación antes de pronunciarme.
-Entonces tiene el objetivo en la mira…
-Yo hablaría de objetivos (risas).
-Intuyo que no me va a dar más pistas. Pero, de concretarse una pareja, ¿su hija dejaría el cargo de Primera Dama?
-Este…(risas) Pienso que a esa persona no le interesaría el cargo y seguramente seguiría Keiko.
-Pero es seguro que su corazón volverá a latir…
-Es que tengo el pulso muy bajo.
-Pero subirle el pulso debe ser un tanto difícil…
-Tengo una gran estabilidad en ese sentido. Pero ahora tengo un presentimiento… (risas). -¡Ah! ¿Ahora presientes? Ya se verá — acude Keiko en su rescate.
EL MEJOR REGALO
Este risueño diálogo, suscitado a raíz del tema sentimental, revela que entre padre e hija existe una simpática complicidad. Más en confianza, empezamos a hurgar en los recuerdos del Presidente, a conocer sus «otras» navidades.
-Recuerdo que creía en Papá Noel y estaba convencido de que entraba por la ventana. Le dejábamos una bota y le escribíamos lo que queríamos de regalo. Tendría unos 4 ó 5 años.
Keiko aprovecha para plantear un reclamo: “También nos hizo creer en Papá Noel hasta esa edad, y yo le discutía a todos mis amigos que era así cuando ellos ya sabían la verdad”, nos cuenta la Primera Dama.
-¿Cómo le contó la verdad a sus hijos?
-Ellos se enteraron por los amigos del colegio. Pero nosotros les hacíamos algunas jugarretas para que no dudaran. Por ejemplo, ellos se hacían los dormidos y yo les hacía ruido en la ventana mientras gritaba: “Ya llegó Papá Noel”. Cuando salían, encontraban los regalos (risas).
-¿Y cuál es el regalo que más recuerda?
-Ah, fue un carro de bomberos. Todavía lo recuerdo nítidamente. Y para mi hermano Pedro hubo una ambulancia.
-¿Sus recuerdos navideños son siempre así de alegres?
-Por lo menos no son tristes.
UNA REFLEXIÓN
¿No fue triste esa primera Navidad separado de su esposa?
-Bueno, estaba resignado porque ya no había posibilidad de retroceso. Pero dentro de las circunstancias, lo que me preocupaba era la situación de los chicos.
-¿Tal vez la fecha lo hizo reflexionar?
-Estaba convencido de lo que hacía desde el momento en que me separé. Lo que sí fue importante es que entendí cuánto había afectado el hecho a mis hijos Keiko y Hiro. Sachi, un poco menos, pero supieron capear el temporal. Pero debo confesar que en Kenji tuvo un impacto mayor, tal vez por ser el más pequeño. Tenía 14 años —una edad difícil— y siempre ha sido muy pegado a mí. Pero también llegó a comprender.
NAVIDAD PRESIDENCIAL
-Sus Navidades deben haber cambiado desde que es Presidente…
-Sí. Generalmente ese día es un poco más relajado, siempre con los chicos.
-Entonces, que me cuente Keiko…
-Es una Navidad normal, como en cualquier casa. Vamos a comer pavo. Panetón no, porque lo ha prohibido mi papá (risas).
-¿De verdad, Presidente?
-Eso es por su dieta, nada más (risas). Pero yo sí voy a comerlo, porque es una de las pocas veces que como un buen panetón con una buena rebanada de mantequilla encima. Pavo como poco. Incluso prefiero comer pato o pollo.
-¿Alguna receta especial?
-No, sólo que sea asado y que la piel esté crocante y doradita.
-¿Quién se va a encargar de preparar el menú? ¿Usted, Keiko?
-A veces cocino yo, pero este año creo que lo va a hacer el cocinero de la casa de mi mami. Como voy a estar con ella.
-¿Cómo va a ser la rutina de Navidad y fin de año?
-El 24, Sachi y yo estamos con mi mamá. El 25 estaremos los cuatro hermanos con mi papá.
Y el 31, mi papá se va a provincias solo y nosotros lo pasamos con nuestros amigos (risas).
-Esta chica es peligrosa, Presidente…
-Solo sin las dos hijas, pero eso no quiere decir solo sin compañía.
-¿Esa compañía puede ser alguno de los «objetivos» de los que hablamos?
-Puede ser.
-Ahora cuénteme usted. ¿Qué va a hacer el 24?
–Creo que voy a estar en Palacio. Un poco monitoreando Niño, y viendo que haya algunas actividades. Probablemente sea un día más descansado y me acueste temprano.
-¿Hay alguna reunión con el personal de Palacio?
-SÍ, pero se realiza el 23. En algunas oportunidades he hecho en ellas de maestro de ceremonia
-¿Si?
-Sí, y me divierto mucho. Agarro el micro y no lo suelto hasta terminar la rifa. Tengo esa costumbre desde que era rector de la Universidad Agraria. Me pedían que diga unas palabras y en medio del discurso hacía bromas, siempre «cochineando».
-¿Aprovechará el 25 para ir de pesca?
-No sé. Depende de mi hijo Kenji. Por él es que agarré esa afición, sobre todo en las lagunas de la selva. Pero este año no he tenido ni un momento para pescar.
DE COMPRAS
-¿Cómo va a hacer con los regalos para los hijos? No me lo imagino de tienda en tienda…
-No crea, a veces voy. No tengo problemas en ese sentido. Si quiero chocolates o algo, salgo y lo compro.
-¿A la bodeguita de la esquina?
-A una bodega especializada, sí. Siempre salgo, sólo que cuando voy de compras o a un restaurante la seguridad no debe hacerse notar.
-Que de por sí es escandalosa…
-Ya no. Eso es algo que me costó imponer (risas). Ahora ya no hay sirenas ni circulina, y no permito infracciones de tránsito.
-¿Sabe ya qué le va a regalar a los chicos?
-Más o menos. Cada uno tiene sus aficiones. A Hiro creo que le voy a regalar algún aparatito electrónico ultramoderno. A Sachi, una cámara fotográfica con un lente especial, porque le gusta la fotografía. A Kenji, un cachorro de Siberian Huski, porque le fascinan los animales. Y a Keiko, creo que una joyita.
-A propósito de ella, ¿cómo la encuentra?
-Veo que ha progresado enormemente. La veo con pasta. No para la política necesariamente, sino para manejar organizaciones bastante grandes. Tiene buen criterio, sabe mandar y llegar a la gente.
-¿Cómo van los otros?
-No quieren nada con todo esto (risas). Hiro está por terminar ingeniería mecánica. No pensé que llegara a ser tan bueno en su especialidad y tan hábil con la física y las matemáticas. Cierta vez pasamos juntos dos meses resolviendo un libro de ecuaciones diferenciales. A Sachi le encanta la arquitectura, como a mí. No ha nacido para otra cosa, además de la fotografía.
-¿Y Kenji?
-El es un ecologista en potencia. Es un defensor del medio ambiente como no se imagina. Es tan insistente que ha logrado que se hagan en provincias tres criaderos de especies en extinción.
-¿Papá orgulloso?
-Mucho. En ese sentido creo que he llevado a cabo bien mi misión de padre.
EL AÑO EN QUE NO HUBO NAVIDAD
-Presidente, si sus Navidades no han sido tristes, ¿cómo califica la del año pasado?
-Dura, muy dura. En realidad, esa vez no hubo Navidad. Tenía toda la responsabilidad del problema y me ha hecho recordar que ese día sólo trabajé.
-¿Le salía la frase: “Feliz Navidad”?
-No. Mi mente estaba centrada en el asunto de los rehenes y mi cabeza le daba vueltas constantemente a la mejor forma de tomar la decisión. En esa Navidad tuve un plan de rescate. Lo llamamos «Plan Papá Noel». Era muy complejo y lo mantuvimos en suspenso, pero luego lo descartamos.
-¿Por qué?
-Por el riesgo. Tenía altas probabilidades de éxito, pero no el 100% de seguridad.
-¿Era similar al “Chavín de Huántar”?
-No. Iba a ser un asalto basado en las llamadas “lanzapepas”, que es como le llaman a las granadas que son lanzadas como misiles. Pero requería unas características especiales en las ventanas, para anular al 80% de los terroristas. Y ese requisito no se cumplía. El resto del operativo estaba a cargo de los comandos. Desde el punto de vista de ingeniería, era perfecto. Desde el punto de vista militar, tenía cierto grado de ineficacia. Por eso lo descarté.
-Presidente, ¿realmente le hubiera gustado una solución negociada?
-Pero sin violación de derechos. Yo había aceptado liberar a tres muchachos que participaron en el asalto de La Molina, donde estuvo Rincón Rincón. Se lo hice saber a Cerpa a través de monseñor Cipriani.
-Pero usted visitó países buscando lugar para que los terroristas se asilaran…
-Sí, y visité Cuba y le pedí a Fidel Castro que se comunicara con Cerpa, pero no logré mi objetivo. El no estaba dispuesto a recibirlo para una residencia de largo tiempo, sino por un periodo corto. Castro le envió una carta en que trató de disuadirlo.
-¿Qué se imagina qué habría pasado si Cerpa y su gente abandonaban el país?
-Habría sido una solución feliz.
-¿Habría podido vivir tranquilo con esas 14 personas libres luego de hacer lo que hicieron y nada menos que en la casa del Embajador de Japón?
-Era una solución. Sin embargo, habría tomado las medidas para que no pudieran regresar.
-¿No le afectó en el orgullo?
-No. Frente a un problema, me digo: “¿Me vienen con esas?”. Pues dirijo todo personalmente hasta solucionarlo. Creo que fui yo quien más vivió todo eso y jamás imaginé que me ocurriría algo así.
-¿Y dónde quedó el aspecto emocional? Su madre y su hermana fueron rehenes algunas horas, su hermano lo fue hasta el final…
-Sí, pero si perdía la serenidad era el acabose. Necesité más sangre fría de lo normal.
-¿Va a escribir un libro?
-Por lo pronto hemos hecho un documental. Hay unas 30 horas testimoniales y quizá ahí pueda salir un libro.
-¿Ese libro, competiría con el de Hermoza Ríos?
-No lo he leído. Además desconozco toda la historia, la verdadera historia del operativo.
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