El Museo de Arte de Lima hará gala de la riqueza del arte textil peruano el 19 de octubre. En exclusiva, conversamos con Armando Andrade y Talía Durand Neuhaus, figuras representativas de este evento que une tradición y modernidad. 

Por: María Jesús Sarca Antonio.Fotos: Briam Espinoza.

Lima se prepara para acoger la 32 edición de la Subasta del Museo de Arte de Lima (MALI), un evento que se consolida como una plataforma fundamental para la promoción del arte textil, un legado cultural de gran relevancia en la historia peruana. La subasta, programada para el 19 de octubre, reunirá más de 70 piezas únicas, desde textiles históricos hasta innovadoras obras contemporáneas, destacando la riqueza y diversidad del patrimonio textil del país.  

Talía Durand Neuhaus, presidenta del comité de la Subasta del MALI.

La subasta resalta la relevancia del arte textil en la identidad cultural del Perú. Armando Andrade, destacado especialista, coleccionista y presidente honorario de la Subasta, señala que el Perú posee “quizás el más importante acervo textil que existe en la humanidad”. Sin embargo, también explica que, culturalmente, este legado no recibe el reconocimiento adecuado.  

“Inti Wari” de Eddie Sulca, Ayacucho.

Por esta razón, el evento pone en relieve la riqueza textil peruana y actúa como un escaparate para artistas, tanto consagrados como emergentes. Además, no solo se enfoca en mantos, sino incluso en lotes de cestería y canastas. Tal como comenta Talía Durand Neuhaus, presidenta del comité de la Subasta MALI: “No todo lo tejido es textil, pero todo lo textil es tejido”.

El enfoque en artistas contemporáneos se debe en parte a que no la subasta no incluye piezas que puedan ser consideradas patrimonio cultural o precolombinas, con el fin de asegurarse que la selección sea ética y respetuosa.

4 canastas de Santiago Campo. Paucarquillo, Loreto.

Durand describe la subasta como “el único mercado de arte secundario transparente en Perú”. De esta manera proporciona una plataforma que no solo beneficia a los artistas establecidos, sino también a aquellos que recién comienzan su trayectoria. La subasta destaca a artistas que hoy son reconocidos en el ámbito nacional e internacional, además de abrir la puerta a tendencias emergentes como el arte amazónico y la fotografía. 

Alfombra o puyo de cama de Esther Castañeda Izquierdo. Celendín, Cajamarca.

Las piezas seleccionadas son variadas y reflejan la diversidad cultural del Perú. Abarcan desde “Trajes del país” hasta “El arte de la fibra”, ofreciendo así una mirada integral sobre la evolución del textil como forma artística. Las piezas incluyen trabajos de renombrados artistas como Elena Izcue, Reynaldo Luza, Irma Poma, y Pedro González, entre otros. Por ejemplo, la obra de Ximena Garrido Lecca, que trenza unos listones de cobre, ejemplifica la fusión de lo tradicional con lo contemporáneo. Por otro lado, Durand resalta que “hemos buscado hacer notar cómo nuestra tradición textil ha podido premiar todas estas expresiones”, lo cual pone de manifiesto la importancia de la tradición en la creación artística actual. 

Importancia de la educación y la visibilización 

Además de su función comercial, Andrade sostiene que “las subastas son una manera de educar” sobre el valor cultural y artístico de las piezas. Cita a Vallejo: “No le creas al ojo, créele al anteojo”, sugiriendo que el conocimiento detrás de cada pieza enriquece su valor y significado. 

Armando Andrade, presidente honorario de la Subasta del MALI.

El especialista también menciona la relevancia de conceptos como “procedencia, estado de conservación y precio justo” en el mundo del arte. Resalta la importancia de la procedencia, que asegura la autenticidad de cada pieza y su valor en el mercado. Invita a los coleccionistas a “guardar con nombre y apellido de cada pieza que compra, dónde la compró, de quién era la pieza”, asegurando así un registro claro y transparente. 

Estudio de afiche para la I Exposición de tejidos de paja de Monsefú, de Elena Izcue.

Talía Durand aclara que no se busca hacer una cronología de lo precolombino, sino que “se centra en resaltar esta tradición que tenemos”. Esto permite a los asistentes apreciar cómo las influencias históricas se reflejan en el diseño y la creación actual. 

La inclusión de piezas de la Amazonía, como las de Olinda Silvano y Chonon Bensho, pone de relieve la diversidad geográfica y cultural que el arte textil abarca. Andrade destaca que “en el mundo del arte todos somos iguales”, enfatizando que la subasta recoge piezas de todo el país, promoviendo así la diversidad cultural. 

Empty Shadow (pink) de Marco Pando, Lima.

Serán más de 70 piezas únicas seleccionadas para esta subasta, gracias al apoyo de distinguidos curadores como: Ricardo Kusunoki, Sharon Lerner, Soledad Mujica y Max Hernández. La selección se basa en varios criterios de belleza, calidad, estado de conservación y autenticidad. Todas provienen provienen de colecciones privadas o directamente de las tejedoras, según nos cuenta Andrade.

“Danzantes” de Manuel Domingo Pantigoso, Arequipa.

Subasta afuera 

La subasta del MALI evolucionó para convertirse en un evento internacional, permitiendo la participación de coleccionistas y entusiastas del arte de diferentes partes del mundo. Durand menciona que se visualiza en ciudades como Londres, Madrid, Nueva York y Miami, lo que amplía su alcance y atractivo. “La subasta ayuda a cubrir costos operativos, además de contribuir a exhibiciones más grandes”, añade  la importancia de este evento en la sostenibilidad del museo. 

Andrade destaca que esta es “la primera subasta textil que se hace en el Perú”, lo que representa una gran oportunidad para coleccionistas y entusiastas del arte textil, permitiendo adquirir piezas a “valores muy accesibles”. Durand nos indica que se establece un precio referencial en el catálogo, aunque muchas veces se inicia la puja por debajo de este, buscando facilitar la participación de todos. 

“Eres mi rayo de sol” de Bruna Denegri, Lima.

La 32 Subasta del MALI es una oportunidad para adquirir piezas únicas de arte textil y celebrar el legado cultural del Perú. “Lo que necesitamos es que esto perdure en el tiempo y vaya pasando generaciones”, concluye Talía Durand, subrayando su deseo de que más personas participen de estos eventos, ya sea para formar parte del evento, o simplemente para apreciar el arte. 

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