La compañía de teatro Éxodo pone en escena una de las piezas cumbre del teatro del siglo XIX. A través de una escena continua, los tres personajes se enzarzan en un intenso juego de poder. En una entrevista para COSAS conversamos con el director y los protagonistas, Anaí Padilla y Óscar Yepez.
Por Belén Medina Pizarro
August Strindberg, dramaturgo sueco, escribió La señorita Julia en 1888, una obra que expresa en carne viva los conflictos de una sociedad nobiliaria y patriarcal. A través del descenso de Julia, hija de un conde, al mundo de Juan y Cristina, sus sirvientes, se produce un juego de poder que lleva al prohibido encuentro carnal entre dama y siervo. Ello desencadena una larga discusión a través de la cual los dos protagonistas se enfrentan en un duelo que muestra los síntomas de la batalla de los sexos y el conflicto de clases. Con una puesta en escena que intensifica la intimidad, La señorita Julia de Éxodo hace al espectador reflexionar sobre la vigencia de problemas que se arrastran desde el siglo XIX.
La representación de esta pieza por parte de Éxodo lleva al espectador al núcleo del conflicto. Las actuaciones de Padilla, Yepez y Spano, quien interpreta a Cristina, reflejan la profundidad psicológica con la que sus personajes fueron escritos. Jean Pierre Gamarra, director de la compañía, nos comenta que él cree «que es una obra importante y […] que no tiene tiempo, porque habla del comportamiento humano, de esta animalidad que tanto intentamos negar […] Finalmente estamos reducidos a ser animales, con deseos, con instintos, con luchas de poderes».
Juan, un mayordomo ambicioso y contradictorio
Juan, interpretado por Yepez, es el primer papel protagónico del actor con esta compañía. Sin duda, este rol antagónico le supuso un reto al actor, aunque uno agradable, como nos mencionó. Definió a su personaje como uno bastante complejo e interesante, pues, a la vez de ser un hombre ambicioso, es uno con resentimiento y rechazo a su condición social. Una vez que la señorita a Julia incita a Juan, él se muestra como un arribista con ansias de conseguir lo que la sociedad le negó. Yepez menciona que Juan «tiene muchos deseos, muchos sueños a nivel personal, pero, luego, eso se contrapone con su rol social, que es el de ser el criado del conde […] y ser un ciudadano de segunda o tercera categoría», por lo que es a través de su figura que la obra canaliza las injusticias de una sociedad estamental.
Juan no es un personaje que inspire compasión, sin embargo, más de uno puede reconocer hoy en día ciertas de sus vivencias relacionadas al orden social. Respecto a ello, los discursos del personaje siguen resonando, sobre todo, como nos mencionó Yépez, si tenemos en cuenta que «vivimos en un país con una enorme fractura social. Entonces, es triste cómo una obra escrita a finales del siglo pasado a finales del siglo antepasado sigue siendo vigente hoy en día».
El actor continuó: «es interesante que este tipo de textos clásicos se monten, porque hace que nosotros con una mirada joven […] y con todo lo que hemos podido aprender del pasado podamos, aunque yo detesto esa palabra, revisitar estos textos y encontrar en ellos una serie de tristes verdades o de tareas que tenemos«.
Julia, una señorita apasionada y aprisionada
Por su lado, Padilla define a su personaje como «una mujer intensamente apasionada, con unas ganas inmensas de descubrir también, porque he sentido siempre a Julia como ese animalito encerrado en la jaula, […] que lo observa todo, que lo tiene todo, pero que de una u otra forma tiene que mantener una postura«. Si bien la dama del hogar comienza como la dominante en la historia, el personaje de Juan logra desestructurarla y la manipula para que tome una decisión que ella no quería tomar.
Sus ansias por experimentar y subordinar a su mayordomo son destruidas por su condición como mujer en una sociedad patriarcal, a pesar de tener una posición social elevada. Además de reflejar el tema de las clases sociales y la lucha de poderes, la actriz resalta que en La señorita Julia «el tema de género [está] tan marcado. Que sí puede ser un hombre, que sí puede ser una mujer y que no. Es una obra muy violenta, entonces la violencia de género también está muy fuerte».
Al igual que la situación de Juan, las circunstancias de Julia siguen resonando hoy en día por los problemas que se siguen arrastrando. La actriz añadió: «Los clásicos son clásicos por algo, porque la historia sigue interpelando, sigue removiendo. Creo que La señorita Julia es una historia que, aunque parezca tal vez broma, hay mujeres que actualmente en este 2024 pueden seguir viviéndola«.
Suscríbase ahora para obtener 12 ediciones de Cosas y Casas por solo 185 soles. Además de envío a domicilio gratuito y acceso instantáneo gratuito a las ediciones digitales.