Una reflexión sobre la forma en que el viajero disfruta no solo los paisajes, sino también la cultura y filosofía milenarias en Japón y China

Por: Camila Basurco

Estoy en un vuelo de Seúl a Shanghái, después de haber pasado una semana increíble en Japón y Corea. Y aunque podría escribir páginas enteras sobre cada lugar que visité, les voy a resumir un poco lo que más me impactó, tanto cultural como estéticamente. Pero antes que nada, quiero decirles que, como alguien que vivió en Asia en 2019, regresar a este continente ahora tiene un sabor diferente. Es como recorrer los mismos pasos, pero con ojos nuevos.

La comida japonesa es un homenaje a los sentidos.

Japón, por supuesto, es siempre un lugar que nos deja sin palabras. Es la segunda vez que lo visito, pero esta vez la experiencia fue aun más rica. He tenido la oportunidad de recorrer los mismos caminos de antes, pero ahora con una perspectiva más profunda. Japón no solo es sinónimo de perfección y respeto, sino que cada detalle aquí tiene una intención, una razón. Desde la manera en que se saludan hasta la forma en que organizan el espacio, todo refleja una filosofía que es única y profundamente inspiradora.

La comida… Bueno, hablar de la comida japonesa es como hacer un homenaje a los sentidos. No es solo lo que comes, es cómo lo sientes, cómo nos conecta con la tierra, con la historia de cada ingrediente. Cada bocado se expresa por sí solo, y esa dedicación por hacer las cosas bien es algo que acompaña en cada momento del día.
Ahora, vamos a lo que más me interesa: la moda. Tokio siempre ha sido un epicentro de creatividad, pero esta vez me sumergí aun más en su mundo vintage. Japón tiene una cultura de segunda mano que no tiene comparación. Y aquí no se trata solo de ropa usada, es un viaje a través del tiempo. Encontré piezas que son como pequeñas cápsulas del pasado, y lo mejor de todo: ¡los precios son una locura! Una de mis mayores joyas fue una chompa vintage de Yves Saint Laurent y piezas de Chanel de colecciones únicas. Nunca pensé que encontraría algo así en una tienda de segunda mano, y mucho menos a precios tan alucinantes.

Es fascinante cómo en Tokio el respeto por lo antiguo no es solo nostalgia, sino una verdadera cultura. Las piezas vintage son como piezas de arte, bien cuidadas y apreciadas por su historia y su valor. Se puede encontrar desde bolsos icónicos hasta prendas de diseñadores legendarios, todo perfectamente conservado. Y lo que me encanta es cómo esas piezas combinan con el estilo contemporáneo. Es un recordatorio de cómo la moda puede ser una forma de expresión, no solo un accesorio.

«La moda es una forma de narrar historias, de recorrer los pasos de otros mientras dejas tu propia huella. Si de ropa vintage se trata, Japón es toda una experiencia».

Un lugar que me dejó completamente fascinada fue Omotesando, un barrio donde las tiendas no son solo lugares para comprar, sino espacios que cuentan historias. Cada concepto de tienda está diseñado para ofrecernos una experiencia única. Imagina entrar a una tienda y que nos reciban con un café, o que se encuentre rodeada de flores frescas mientras descubre una colección que parece una obra de arte. Las tiendas aquí no solo venden ropa, te invitan a entrar en su mundo, a sentir lo que representan.

Las tiendas insignia de las grandes marcas de moda confluyen en el bulevar arbolado de Omotesando y las callejuelas de Aoyama, con pequeñas boutiques y restaurantes muy aclamados.

Lo que más me impresiona de Japón es cómo todo se fusiona de manera natural. La tradición y la modernidad no son opuestas, son complementarias. Aquí, todo tiene su lugar: el pasado, el presente y el futuro. La moda japonesa no solo es algo para lucir, es algo que te conecta con un legado, una filosofía, y te invita a pensar en el futuro con los ojos bien abiertos.

Y aquí es donde quiero hacer una pausa para contarles algo personal. Siempre me he considerado una persona aventurera, pero, mirando atrás, no puedo evitar sentir una profunda gratitud hacia mi yo más joven por haber tenido la valentía de tomar la decisión de mudarme a la otra parte del mundo. Siendo sincera, ahora, con 30 años, me doy cuenta de que lo haría de manera diferente, pero no porque lo vea como algo negativo, sino porque me resulta mucho más difícil ser tan impulsiva, tan “lanzada”. A los 25, no pensaba demasiado, simplemente actuaba. El mundo era un terreno por explorar y no tenía miedo de arriesgarme. Ahora, con 30, tengo una perspectiva más madura, más centrada. No es que los miedos o los prejuicios me dominen, pero sí me he vuelto más selectiva con mis decisiones, más consciente de las consecuencias.

A mis 30, la vida es un poco diferente. Tengo más claro lo que quiero, pero a veces también más dudas sobre cómo lograrlo. Y, por eso, miro hacia atrás y agradezco la valentía de mi yo más joven por haber tomado decisiones tan arriesgadas sin pensarlo tanto. Si puedo darles un consejo, sería este: háganlo lo antes posible. La vida tiene una forma de transformarse con los años, y mientras más jóvenes somos, menos barreras nos ponemos. Así que, si pueden tomar el riesgo, ¡háganlo! El mundo está ahí, esperando.

Este regreso a Asia me ha permitido reconectar con mis raíces y redescubrir todo lo que este continente tiene para ofrecer. Japón, con su equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo, sigue siendo un lugar de infinita inspiración. Hong Kong, por otro lado, ha sido un capítulo fascinante en este viaje. Es una ciudad que vibra con energía, un crisol de culturas que se refleja en cada esquina, en cada café, en cada tienda. Ambas ciudades, tan distintas pero complementarias, me han dejado la sensación de que en Asia todo está en constante movimiento, fusionando lo tradicional con lo moderno de formas sorprendentes. Este viaje me ha reafirmado que, más allá de las tendencias, la moda es una forma de narrar historias, de recorrer los pasos de otros mientras dejas tu propia huella.
Y, por supuesto, como sé que muchos de ustedes comparten mi amor por lo vintage, les dejo una lista personal de mis tiendas favoritas en Tokio, ¡donde realmente pueden encontrar tesoros!

Imperdibles tiendas vintage exquisitas

Ragtag (Harajuku)

Un clásico de las tiendas vintage en Tokio. Aquí encontrarán piezas únicas de diseñadores internacionales a precios sorprendentemente accesibles. Es un lugar perfecto para comenzar la búsqueda de piezas icónicas.

AMORE

Este es el paraíso de los amantes de CHANEL. Desde accesorios hasta bolsos y una infinidad de chaquetas tweed, Amore es el lugar donde encontrar piezas únicas e históricas.

Kinji (Harajuku)

Si buscas algo realmente único y a buen precio, Kinji es ideal. El espacio está lleno de todo tipo de prendas, desde ropa de los años 80 hasta piezas más modernas, pero siempre con ese toque vintage inconfundible.

Jumble Store (Shibuya)

Con una gran variedad de ropa y accesorios, Jumble Store es perfecto para quienes buscan algo a la vez clásico y de tendencia. Además, el ambiente de la tienda es muy acogedor.

The Vintage Store (Daikanyama)

Si buscas piezas de lujo, este es el lugar. Aquí encontrarás una selección de ropa vintage de alta gama, con una curaduría impecable.

BEAMS (Shibuya)

Para encontrar algo que combine estilo contemporáneo con toques vintage, BEAMS es una parada obligatoria. Aunque no es puramente vintage, su selección cuidadosamente curada tiene piezas únicas y retro que valen la pena.

Flamingo (Shimokitazawa)

Otra parada en el barrio de Shimokitazawa, Flamingo tiene un estilo un poco más bohemio y relajado, con una gran selección de ropa vintage de los años 80 y 90.

Vintage Qoo (Harajuku)

Este pequeño pero encantador lugar es conocido por sus prendas únicas de los 70 y 80. Es perfecto para los que buscan algo realmente exclusivo.

Komehyo (Shinjuku)

Una de las tiendas vintage más conocidas en Tokio, famosa por su increíble selección de lujo de segunda mano. Si buscas una pieza de diseñador icónica, este es tu lugar.

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