El arquitecto peruano recibe el prestigioso premio por su propuesta de vivienda sostenible en en la XX Bienal de Arquitectura Peruana en Arequipa, destacando el uso de materiales no convencionales como la madera Huayruro.

Por: Laura Gonzales

La casa-estudio ganadora del Héxagono de Oro en la XX Bienal de Arquitectura Peruana refleja una propuesta cuidadosa, vivible, con una fuerte base teórica, sumamente realista y sensible al contexto. Con esta descripción, el jurado calificador premió al arquitecto César Omar Tarazona, autor de «Obra habitada en Huayruro» con el Hexágono de Oro. “Aunque pequeña (pero con muchas ambiciones) pretende hablar de sostenibilidad, libertad, flexibilidad y resiliencia…”, mencionó Tarazona.

Este Hexágono de Oro habla de la incorporación de la cultura constructiva espacial no convencional en su entorno urbano, a pesar de ser parte del proceso de regeneración de la zona monumental de Pueblo Libre.

Obra habitada en Huayruro, reconocida con el Hexágono de Oro en la XX Bienal de Arquitectura, Arequipa 2024, reafirma el debate de las construcciones informales que, según Espinoza, 2020, constituyen el 93 % de la vivienda en el Perú. De otro lado, reconoce cuán importante y beneficiosa es la recuperación de los saberes constructivos y, por ende, el uso de materiales no convencionales como la madera Huayruro (Ormosia Coccinea). “En la estructura, cada pieza es única e irrepetible. Es un material que pesa diez veces menos que el concreto y cuyo comportamiento sísmico es muy bueno debido a su elasticidad y ligereza, además de tener una mejor reacción al calor que el concreto y el acero”, señaló Tarazona.

La obra, construida entre 2021 y 2023, es estable en su estructura e inestable en su interior, a consecuencia de su planta libre

Su sistema de patios  y teatinas favorece la ventilación cruzada, así como la iluminación a lo largo de la nave

Esta apuesta se desprende de toda moda constructiva, de la uniformización mediática que muestra materiales y productos bonitos, pero estandarizados que crean la necesidad de tenerlos. Aun cuando el proyecto posee valor estético, se trata de una obra que se manifiesta en sus procesos más que en sus resultados. “Ha sido continuo, no convencional; prueba, error, mejora y prueba”.

Tarazona explicó que “los huesos y músculos del proyecto quedarán claramente definidos con la utilización de la madera, la misma que fue acabada con aceites en exteriores y ceras en interiores debido a su excelente resistencia a agentes bióticos”.

Cuenta el arquitecto ganador que cuando decidieron iniciar la obra, hace dos años, los pocos expertos en construcción en madera estaban siempre ocupados, y las cotizaciones resultaban impagables para el presupuesto trazado. Fue así que decidieron convertir la propuesta en un taller de aprendizaje, e incluso fabricaron una serie de herramientas de carpintería que permitieran ejecutar los trabajos. “A pesar de las consultas a diversos especialistas, tuvimos que navegar solos la ola del aprendizaje para entender el comportamiento de un material vivo y flexible como la madera, desde su elección, porcentajes de humedad (húmeda versus seca), resistencia, etcétera; tanto para habilitar la misma como los procesos de instalación, a fin de evitar movimientos, deformaciones y otros comportamientos inesperados”.

El proyecto ganador lleva a sensibilizar sobre la importancia de diseñar obras sostenibles, así como de tomar en cuenta el impacto ambiental de una obra. Para hacernos una idea: un árbol de huayruro contiene un volumen de 3.74 m3 y retiene 4.46 toneladas de CO2, aproximadamente. Esto equivale a la cantidad de volumen y retención de CO2 que alberga la estructura de esta casa-estudio, ubicada en la zona monumental de Pueblo Libre.

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