El fundador de Pantirwa impulsa la conservación de la vicuña y el turismo responsable para mantener viva una costumbre ancestral de respeto por la vicuña
Por: María Jesús Sarca Antonio
Armando Pariona nació a más de 4,500 metros de altitud, rodeado de alpacas, llamas y vicuñas. “Desde niño desarrollé un amor profundo por estos animales”, recuerda. Ese vínculo temprano con la fauna altoandina lo llevó a dedicarse al rescate del chaccu, una práctica ancestral que consiste en reunir a las vicuñas silvestres para esquilarlas sin causarles daño, liberándolas después en su hábitat natural.

Distintas comunidades altoandinas celebran el chaccu de vicuñas, una tradición ancestral en la que se reúnen cientos de estos camélidos para esquilar su fibra —una de las más finas del mundo— y promover su conservación sostenible.
En Ayacucho, a más de 4,000 m.s.n.m, Armando dirige programas de preservación y turismo especializado que buscan asegurar la continuidad de esta tradición. “Hace cinco años empezamos con cinco personas y la idea era mostrar la riqueza de la vicuña y la alpaca en su hábitat”, cuenta.
La tradición del chaccu y su valor turístico
El chaccu, práctica ancestral de esquila de vicuñas, es un eje central de las iniciativas de las distintas comunidades andinas. Explica que su interés surgió de la necesidad de conservar una especie emblemática: “La vicuña es un camélido de gran importancia en nuestro escudo nacional y es fundamental mantenerla como símbolo de nuestra biodiversidad”.

A las 5 a.m., los turistas parten hacia el abismo de Uncupata para admirar el paisaje y luego disfrutan un desayuno a más de 4,200 m.s.n.m., iniciando así la experiencia del chaccu de vicuñas.
En Ayacucho se hacen más de 200 chaccus al año, de mayo a noviembre, en diferentes comunidades. La ceremonia combina tradición y espectáculo natural. «Las jornadas empiezan desde las cuatro de la mañana. La comunidad se reúne en un ritual de la coca, que les da fuerza para cercar a las vicuñas en una cadena humana. Se sube y baja cerros, se camina sobre piedras y pastizales. Después empieza el arreo, que dura dos horas, las llevamos a un corral donde se controla a los animales y se procede el esquilado», cuenta. Durante la ceremonia se realizan cánticos, música y escenificación. Este último domingo, en San Juan de Ocros, el chaccu estuvo acompañado por lluvias y granizada, lo que creó un «matiz especial para los turistas«.

Entre cantos, ofrendas y danzas, el chaccu se convierte en un homenaje vivo a la tierra y a las vicuñas, símbolo de abundancia en la cosmovisión andina.
Armando es fundador de Pantirwa, una marca donde crea sombreros, bufandas, ponchos y más productos textiles: «Trabajamos con fibra de vicuña y alpaca, promoviendo su uso responsable y la conservación de los ecosistemas donde habitan», detalla. «Desde hace cinco años, junto con Patronato Pikimachay, con apoyo de Carlos Añaños, empezamos a poner en valor esta tradición ancestral convirtiéndola en turismo. Cada año vemos los frutos, poco a poco, y eso genera economía rural para las comunidades», explica. Armando recuerda como al inicio, hace cinco años, le costó trabajar la fibra de vicuña: «no sabíamos hacer sombreros».
Pantirwa
La marca de Armando centra su trabajo en la fibra de camélidos sudamericanos, con énfasis en prácticas responsables y sostenibles. «Trabajamos con artesanos locales para que la fibra de vicuña y alpaca se transforme en productos de calidad, respetando la tradición y el ecosistema», afirma.
Más allá de la producción textil, la marca promueve la educación y concienciación sobre la importancia de la protección de la fauna altoandina. «Los turistas aprenden sobre la vicuña, su comportamiento, y la relevancia de mantener el equilibrio de los ecosistemas altoandinos», explica el fundador. Cada experiencia permite acercarse a la vida silvestre sin perturbar los hábitos naturales de los animales.

Durante el chaccu, las vicuñas son guiadas hacia el “embudo”, un espacio diseñado para su captura temporal, donde se realiza la esquila de manera controlada y respetuosa.
Vicugna Travel
La idea de vincular la conservación con el turismo surgió tras años de intentos fallidos. «Hace muchos años yo planteé a las agencias de viajes que los chaccus de vicuña tenían una gran valor turístico. Ninguna aceptó y me sentí muy triste», recuerda. Esta experiencia llevó a la creación de Vicugna Travel, junto a su sobrina, consolidando un modelo que permite la observación directa de vicuñas y alpacas en su ecosistema natural.

El interés turístico por el chaccu fortalece la economía local y promueve el respeto por esta tradición ancestral de convivencia entre el hombre y la naturaleza.
La creación de Vicugna Travel fue una estrategia que logró unir turismo y conservación. La agencia ofrece experiencias diseñadas para que los visitantes comprendan la relevancia de los chaccus y el papel de las vicuñas en la biodiversidad regional.
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