Una boda que unió dos historias: la de una pareja peruano-española y la de un palacio del siglo XVI que renace como símbolo cultural entre Cáceres y el Perú.
Por: Renzo Espinosa Mangini
La boda de Fernando Palazuelo Barroso y la actriz peruana Micaela Belmont Álvarez Calderón no solo unió a una pareja: también inauguró simbólicamente el renacimiento del Palacio de Godoy en Cáceres, Extremadura; un escenario donde el Perú y España volvieron a encontrarse entre artesanía amazónica, flamenco sobre murallas medievales y bailes cusqueños.
A veces, las historias saben encontrar su propio escenario. Fernando y Micaela se conocieron en Lima, y desde hace siete años comparten una relación que los llevó a mudarse a Madrid para acompañar los sueños de ella en la actuación. Pero fue Cáceres –ciudad medieval extremeña que parece detenida en el tiempo– la que terminó convirtiéndose en el lugar donde esa historia encontró uno de sus capítulos más memorables.

Cuando el amor inaugura un puente: Fernando Palazuelo y Micaela Belmont posan entre el baile La Valicha y tradición amazónica, estrenando simbólicamente una historia de encuentro en Cáceres, donde también renace el espíritu de un palacio convertido en Hotel Palacio de Godoy.
Desde 2018, Fernando y su hermano Jaime habían asumido un reto monumental: recuperar el Palacio de Godoy, una edificación renacentista del siglo XVI construida por Francisco de Godoy, uno de los fundadores de Lima. El objetivo era claro: convertirlo en un hotel destino de cinco estrellas, pero también revivir una historia que une a Extremadura con el Perú desde hace casi quinientos años. Entre viajes de obra, supervisiones y días largos, la pareja fue creando una vida paralela en Cáceres. Recorrieron sus calles empedradas, se hicieron habituales de su gastronomía y terminaron sintiendo la ciudad como una extensión de casa. Por eso, cuando llegó el momento de casarse, no hubo discusión: el Hotel Palacio de Godoy tenía que ser el lugar. No solo por su belleza, sino también porque su historia –igual que la suya– atravesaba océanos.
UNA BODA QUE CELEBRA UN PUENTE CULTURAL
La celebración empezó la noche anterior, con una preboda que parecía sacada de una postal. Sobre las murallas de la ciudad, iluminadas suavemente, los invitados fueron recibidos por la voz profunda de la cantaora Ana Polanco. Flamenco en vivo frente a un horizonte medieval: una bienvenida íntima, española y cálida, que marcó el tono del fin de semana.
El día de la boda, en cambio, el protagonismo fue peruano. Tras la ceremonia, los novios sorprendieron a todos con una presentación de la Valicha, baile típico del Cusco, interpretado por bailarinas de la comunidad peruana en Cáceres. Fue un instante vibrante e inesperado que hizo aplaudir a más de uno con emoción. Un guiño claro a la tierra donde comenzó todo.

Cáceres como altar: los novios avanzan por la alfombra de flores en la Iglesia de Santiago de los Caballeros, acompañados por la música de la Orquesta Barroca de Badajoz, en un día donde la historia familiar y la tradición peruana encontraron su lugar en el renacimiento cultural del Hotel Palacio de Godoy.
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Fotografía: AO Alejandra Ortíz Studio, Aitana García-Egea
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