Como parte del Festival Internacional Danza Nueva, organizado por el ICPNA, Franklin Dávalos presenta hoy y mañana la puesta en escena Bárbaro. La pieza, escrita y dirigida por él mismo, se estrenó ayer. “Es un proyecto que me tomó dos años de investigación desde que comencé”, expresa el coreógrafo.
Ayer, que finalmente vivió en carne propia la materialización del proyecto (el director también es parte del elenco), sintió no solo nervios, sino nostalgia. “Es el apego que inevitablemente tenemos a las etapas que se cierran”, indica Dávalos. Bárbaro es hasta ahora lo más ambicioso que ha hecho en materia de danza. “Ha sido terapéutico, pero a la vez el más demandante, el que más nervios me ha generado, sobre todo en esta parte final donde me encuentro con el público”, analiza.
Bárbaro nació cuando el artista escuchó por primera vez La valse de Ravel. “Se me quedó dando tantas vueltas por la cabeza y comencé a encontrarle sentidos y a la vez a preguntarme por qué me enganchaba tanto”, explica sobre la obra sonora.
Dávalos continuó el proyecto en Madrid, donde llegó para participar de una residencia coreográfica en el Centro Danza Canal en 2016. Con el trabajo de investigación hecho, volvió a Lima para buscar al elenco que lo acompaña: Nicolás Valdés, José Luis Urteaga y Roly Dávila. “Quería que sean bailarines muy distintos entre sí”, sostiene el director. “La intención era para poder identificarnos con esa diversidad en la que vivimos, que es nuestro mayor potencial y a la vez nuestro mayor bloqueo”, explica.
Y es que Bárbaro busca explorar la capacidad creadora y a la vez destructiva del ser humano. Asimismo, pretende mostrar lo diverso de nuestra realidad a través de la coreografía. “La danza es una oportunidad de encontrarnos con lo que somos como sociedad, con nuestra generación y las pasadas”, dice. “La danza es una sociedad hablando a través del cuerpo”, reflexiona.
Por André Agurto