El arquitecto Luis Ortiz de Zevallos celebra los 10 años de Studio Orbeat con una expoventa donde reúne piezas de diseño industrial de su autoría.
Por André Agurto // Retrato de Santiago Barco
Un día antes de empezar la expoventa que celebra 10 años de su estudio, el arquitecto Luis Ortiz de Zevallos está en el tercer piso del concept store Morphology rodeado por todos lados de piezas de acero, acrílico y madera. Lejos de parecer preocupado por el tiempo en contra, parece un niño feliz con sus juguetes. “El ensamblaje lo hago como jugando. Me encanta volver a ver el boceto en papel y mirar el resultado final”, explica emocionado sobre una de las lámparas que está armando.
Proceso creativo
Desde hace una década, Ortiz de Zevallos combina pasión, ciencia y arte en las piezas de diseño industrial que hace. Esta muestra recoge cerca de 20 objetos, entre sillas y lámparas, creados por él durante este tiempo. Observarlos lleva a la mente del espectador a ver otras formas: telescopios, planetas, insectos. Y es que el artífice de estos aparatos artísticamente utilitarios encuentra ideas donde otros ven solo un semáforo o un telar, por ejemplo. “Más que inspiración, es observación”, indica.
Una vez que ha hecho un dibujo de la pieza que quiere fabricar, tiene que matematizar todo el boceto. “Cuando te das cuenta que puede ser posible, viene lo más duro. Es decir, el 70% u 80% del trabajo”, expresa sobre su forma de laborar. Una de estas sillas o lámparas puede tomarle hasta un año.
“Diseñar una pieza es como hacer una casa”. Con la diferencia que tiene que hacer todo por sí mismo, sin la ayuda de ingenieros estructurales, civiles y sanitarios. “Pero es más divertido”, dice entre risas.
Materia
La afición por trabajar con piezas de distintos materiales le viene desde muy chico. Cuenta que de niño le gusta jugar con un Mecano, una especie de Lego pero de metal. Hoy repite la misma labor desde su estudio. “Orbeat surgió como una formalización de mi trabajo”.
En estos últimos años, ha fabricado aproximadamente unos 30 objetos, entre pedidos y originales. “Cuando empecé, trabajaba todo el acrílico”, recuerda. También lo ha hecho con madera y, últimamente, con acero. “Pero estoy en un punto de quiebre”, acota. “Antes el acero lo utilizaba de manera estructural. Ahora he empezado a exponerlo más”. Asimismo, señala que el vidrio es un material que le llama la atención. “Se pueden hacer cosas bien bacanes”.
Sea con acero o madera, la lección que rescata de esta década es el valor que tienen las ideas, lo original. “Esto es diseño industrial made in Perú. Son piezas que compiten con objetos hechos en Italia y Alemania, que tienen muchos años de experiencia”.
Y también el cuidado que hay que ponerle a los detalles. “Si un producto está bien acabado, el cliente responde bien a eso”.