El Pabellón de Caza recibió cuarenta y cuatro diseñadores y albergó veintisiete ambientes en una nueva edición de Casa Cor. La sede rescata la historia del emblemático restaurante de los ochenta, y reúne menos propuestas que otros años en espacios más grandes que permiten mayor desarrollo. Entusiasma la presencia de jóvenes profesionales, pero se extrañaron nombres importantes y diseñadores que han destacado en ediciones pasadas. Es positivo que se abra la puerta a nuevas propuestas, pero siempre cuidando el criterio de selección. Sobre todo, la variedad de miradas debería primar en el principal catálogo de arquitectura y diseño del país.
Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
Las atmósferas
La propuesta de Jessie D’Angelo suele ser una de las más comentadas en el evento. Este año, la interiorista confiesa que es la primera vez que ella viviría en su espacio, lo cual habla del nivel de intimidad, reflexión y detalle que logró. De hecho, su “Estudio con onda fresca” es el más destacado de la edición 2017. En un ambiente integrado de cien metros cuadrados, ha diseñado sala, comedor, cocina, baño, un pequeño ambiente de reposo y terraza. Pueden apreciarse de manera completa los intereses de la diseñadora, su afán por incorporar materiales cálidos como caña, madera y piedra, y las texturas crudas y rugosas como el lino. Una atmósfera rústica con un toque mediterráneo, subrayado por la combinación de verdes y azules, y la presencia de una paleta de tonos neutros (beige, crema, topo) que suelen servir de fondo en los proyectos de D’Angelo. Destacan también los objetos decorativos –como la pieza de madera sobre la mesa de sala– y obras de artistas como Cynthia Malamud, Claudia Caffarena y Sonia Céspedes Rossel, que aportan una sensación orgánica al espacio.
Otra atmósfera bien lograda es la de Vera Velarde y su loft campestre. Setenta y dos metros cuadrados se aprovechan con una infraestructura a partir de módulos móviles con marcos y cerramientos de acero galvanizado, revestidos en madera. La atmósfera íntima, acogedora, reconoce el entorno rústico pero tiene también un punto sofisticado. Cuero, piel, tejidos, se combinan con otros materiales como el mármol. Referencias ecuestres completan el aire campestre.
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Las texturas
Una fantasía andaluza compone Karina Barhumi en su “Suite principal”. La diseñadora ha incorporado madera, caña y lámparas de cristal engastadas en fierro. En cuanto a sus texturas, juega con la calidez de sus alfombras, papel decorativo y el brillo de cojines y cabecera combinados con otras superficies como la del lino. La chimenea iluminada, la mesita de té, la tina italiana que mira al deck exterior son detalles que dan personalidad al espacio y que le aportan interés al recorrido. Erika Zielinski, por su lado, presenta un ambiente llamado “Diseñadora en su estudio”, mostrando, a su vez, múltiples opciones: recibidor, sala, comedor, terraza y un rincón para el descanso frente al fuego. Una gran pared de doble altura en piedra con el contraste de la alfombra de sisal tiene como paralelo la textura que da el cuadro del comedor (pintado por la propia Zielinski) a manera de mural. Lámpara de bronce quemado y cristal de cuarzo, muebles con pepelmas de madera y lámparas de papel completan la riqueza de texturas del ambiente.
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Espacios jóvenes
De Jennifer Junek y Marilú Salcedo es la “Casa de playa”. Azules y acero mate combinados con mobiliario en caoba recuperada dan forma a una fresca cocina con barra. La búsqueda del verde capturando espacios y rincones, como en la sala, el domitorio y el baño. Líneas limpias, pocos elementos, elecciones que remiten a frescura en una propuesta funcional, práctica (pensando en los usos de la playa), pero con encanto. Un espacio joven también es el que quiso lograr la diseñadora Rocío Gonzales con su “Departamento de soltero”: fue pensado para un hombre que disfruta de las rutas y de la libertad. Cemento, madera vintage y fierro remiten a un estilo de vida contemporáneo, con movimiento, con cambios, con otros tiempos. Sin embargo, aún hay espacio para piezas como los muebles de mitad del siglo XX. También cabe mencionar el ambiente íntimo y acogedor diseñado por Andrea Cavassa y Priscilla Bandy en el “Jardín escondido”, con una nueva versión de jardín vertical, un espacio para el amante de la jardinería, muebles de ratán y mucho verde.
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La fuerza y el color
El sorprendente “Jardín de invierno”, de Laura Torres y Margaux Eyssete, juega en el umbral entre interior y exterior (ambivalencia de la vida urbana contemporánea), y lo hace con un espíritu tropical y un gusto por el color que consiguen convertirse en el factor sorpresa del evento. También vale la pena destacar la linda propuesta de Teté Anavitarte, con un dormitorio infantil que aplica la metodología Montessori y que está lleno de detalles inesperados, como el maravilloso baño con baldosas pintadas y accesorios rojo glossy. El “Espacio de Arte & Diseño Pop Up”, de Rocío Rodrigo, es una excelente conjunción de arte, diseño y color en una atmósfera industrial que aporta a su contenido. Y Mariana Otero y Yerko Zlatar revelan las influencias africanas para el “Bistró y terraza”: con piezas en ratán, cerámica y madera, pocas piezas bien curadas, y detalles que hacen la diferencia, como el tigre pintado a mano en la viga del salón. Estas últimas propuestas representan la diversidad en inspiración, la apuesta por el color y el punche de este Casa Cor.
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Artículo publicado en la revista CASAS #251