A propósito de su aparición en la lista de los National Book Awards de “The New Yorker”, conversamos con el escritor peruano-estadounidense sobre sus inicios en la literatura, sus temas recurrentes y el podcast Radio Ambulante.
Por Keyla Pérez
A los tres años, Daniel Alarcón dejó tierras peruanas para instalarse en Alabama. Esta mudanza marcó un punto importante en su vida, pues sus historias resaltan las migraciones y la identidad de un país sobre las personas. Se inició en la literatura desde muy pequeño y hoy reparte su tiempo entre ser periodista, escribir libros, enseñar y producir el exitoso podcast de crónicas latinoamericanas Radio Ambulante, que hace poco ingresó a la National Public Radio (NPR) de Estados Unidos.
Siempre ocurre algo que lleva a ser escritor. ¿Qué te pasó a ti?
(Ríe) Yo tengo una familia que lee mucho. Recuerdo que mi papá, cuando salió una nueva novela de Bryce, la compró, y luego la familia se peleaba para ver quién la leía primero. Recuerdo a toda la familia leyendo “Un mundo para Julius” en casa, muertos de la risa. Mi mamá la leía primero, luego mi papá.
¿Cuál fue el libro que te llevó a comenzar a escribir?
“Memorias del subsuelo”, de Dostoievski, y no he leído ese libro otra vez. Me gustaría releerlo, pero de pronto me parecería muy denso o demasiado psicológico; hay demasiado análisis, pero poca acción. De niño me parecía increíble, muy nuevo. Uno va cambiando de gustos.
Y ahora estás en la lista de los National Book Awards de “The New Yorker”, por tu libro “The King is Always Above the People”.
Sí, es una especie de nueva edición, porque publiqué en varios países en 2009. Pero con cada edición, he ido añadiendo más historias, y esta incorpora una nueva novela corta llamada “Las auroras”. Es lo mismo, pero diferente.
En tu literatura siempre tienes presente los temas migratorios en Latinoamérica. ¿Por qué los abordas?
Creo que los temas te eligen. Las influencias que uno tiene se manifiestan en los personajes, en sus conflictos y en cuán reales son. No es que yo haya elegido escribir sobre esos temas en específico; más bien, ellos aparecen.
¿Quizás por el hecho de que no vives en el Perú y regresas de vez en cuando?
Creo que sí, porque una de las grandes preguntas que se tiene al emigrar, ya sea por decisión propia o familiar, es: “¿Quién sería yo si me hubiese quedado?”. Me interesa mucho hacer ese juego intelectual.
¿Extrañas Lima cuando estás en Estados Unidos?
En parte, a mis amigos y a mi familia. No extraño el tráfico ni la inseguridad. Pero luego te das cuenta de que eso forma un todo, incluso la inseguridad le da una cierta chispa y cosas que no hay en otro lugar.
¿Qué lees ahora?
No sé por qué agarré una novela de Steinbeck, me siento muy poco educado en la literatura canónica americana. Fue la lectura más aburrida del mundo. Estaba leyéndola en el tren, camino a mi editorial, y decidí no volver a tocarla. Llegué a la editorial y dije: “Tengo que confesar que Steinbeck es aburrido”. Y me respondieron que todo el mundo lo sabía.
¿Qué te divierte: escribir tus libros o los guiones de radio?
Son diferentes. Ambos me divierten mucho. Escribir para radio es escribir en equipo. No importa quién va a desarrollar la historia, estamos editando todo el tiempo. Parte del proceso también son los contactos y el acceso que se puede tener a los protagonistas de la historia.
¿Cuál es tu historia favorita de Radio Ambulante?
Creo que “En contra de la gastronomía peruana”, que trata de la cultura peruana alrededor de la comida. Esa historia me gusta mucho, porque parece que hay un análisis psicológico del Perú y, al mismo tiempo, es muy chistosa. Hay otras historias buenas, pero son muy tristes o de denuncia. Es un problema que Radio Ambulante debe solucionar: debemos crear más equilibrio. Es sorprendentemente complicado ser chistoso. Ser chistoso es una cosa muy seria.