Esta semana hicimos un recorrido por restaurantes y destacamos sus imperdibles, pero además probamos algunas delicias que van a querer tener sí o sí en su despensa. Sobre todo para esas tardes frías que se animan con dulce y buen café. O tal vez un libro que promueva encender los fogones.
Por Paola Miglio (@paola.miglio)
Vamos a arrancar con uno de los más queridos ramen (miso o tantamen) de la ciudad, el de Maido. Hay en distintas versiones y quizá uno de los más inspiradores para este invierno solemne y sin días con guiños de calor sea su tantamen. Su picante es intenso, su sustancia, plena.
La pasta se desliza entre los labios, suave, y un untuoso líquido revela horas pacientes de cocción y abundancia de carne. Pueden pedirlo menos picante, pero les recomendamos ir con todo en esta avantura. Ahora el restaurante está abriendo de corrido desde el almuerzo, así que si quieren reconfortarse en barra a eso de las cuatro o cinco, quizá sea un buen “lonche” para variar.
Siguiendo con los enlistados, además de algunos clásicos que ya no puede mover de carta, la chef Pía León esta revolviendo el menú de su Kjolle en Barranco cada vez con más frecuencia, innovando con platos de estética colorida y delicada, reflejando su espíritu no solo en la confección, sino también en el sabor.
Para quienes se imaginan que solo es menú degustación pues no, hay posibilidad de carta y platos para compartir. Vayan a renovar su experiencia y entrégense a la sabia selección de vinos.
Carta Blanca, una cafetería que no solo apuesta por la calidad y el buen precio, sino por la fina elaboración de sus tartas, pies y postres. Y aquí les va el dato potente, esta semana pasamos a golosear y nos hicimos de una suerte de queque de plátano con upgrade, pues no solo en su humedad y justo dulce reside el enganche, sino ademas en su cobertura completa de chocolate y esas macadamias que se plantean crujientes.
Al pedido sumamos uno de los más ricos pie de limón que hemos probado hasta la fecha por su equilibrio en masa, relleno y merengue: todo en su justa medida, lo que brinda un postre ni tan ácido ni tan azucarado; y por su glorioso turrón de chocolate, donde el amelcochado firme de la masa interior contienen inesperados crujientes, pero además se completa con un fudge que tiene textura firme sin llegar a ser un toffee ni irse por el lado líquido. No es demasiado dulce y se puede sentir el chocolate. Hay más, como su buen croissant y una torta de zanahoria que se quedó en el pendiente.
Vamos por aquello que se pueden llevar a casa, y nuevamente una sorpresa que la constancia se mantenga en un emprendimiento que por años sigue siendo el mejor en su rubro: las tejas. Pues sí, las de la Sra. Buendía de Ica, que tiene tienda en Diez Canseco 306, Miraflores, se han diversificado sí, pero permanencen esos clásicos a los que nos arrimamos siempre: las de pecanas y aquellas rellenas de limón confitado con manjar de olla, bañadas en carmelo blanco que aún no encuentran competencia. Hay otras novedades que han lanzado, como las de cookies&cream y bueno, las bañadas en chocolate; pero son las de siempre aquellas que admiramos y extrañamos (porque no las podemos comer todos los días). Un aparte: los paquetes de galletas paciencia. Sí sabemos que hay otro grande iqueño en el mercado, pero las que compramos estaban crujientes, frescas, como recién salidas del horno. Son un vicio, conténganse.
Un aparte final para un libro que nos jaló en ojo en Book Vivant y que nos inspira nuevamente a entrar en los fogones para dar rienda suelta a la obsesión que hemos tenido siempre con las historias fantásticas y bien escritas: Recetas del Mundo de Tolkien, sí ese de El Señor de los Anillos (que si no leyeron sus obras maestras es ya tiempo pues hasta películas las hicieron, esas seguro las recuerdan). Escrito por Robert Tuesley Anderson, estas recetas están plenamente inspiradas en las obras del autor y cada una describe la escena en la que se desarrolla, se prueba o se prepara con insumos que abundan en el entorno. Por ejemplo, el pastel de carne que en El Hobbit le pide Bombur a Bilbo que prepare; o los pastelitos de lavanda con fresas y las tartaletas de manzana con mermelada de Bifur. Este libro puede ser el inicio de una gran aventura literaria. Ya saben, la cocina enamora.
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