El rey Carlos III toma una postura firme en defensa de los derechos de los animales al ponerle fin al patrocinio real de las carreras de palomas.
Por Redacción COSAS
El rey Leopoldo II de Bélgica le regaló a la reina Victoria unas palomas mensajeras en 1886, lo cual inició una tradición que ha perdurado durante generaciones. La familia real británica, con el apoyo de monarcas como Eduardo VII e Isabel II, se apasionó por las carreras de palomas. Sin embargo, Carlos III ha decidido no asumir los patronatos de la Royal Pigeon Racing Association y el National Flying Club, rompiendo con esta afición centenaria.
Aunque la casa real no ha dado detalles específicos sobre esta renuncia, se ha mencionado que el rey no puede asumir los aproximadamente 200 patrocinios que mantenía su madre. Los aficionados de las carreras de palomas han señalado a grupos defensores de los derechos de los animales, como PETA, como posibles influyentes en esta decisión.
Ingrid Newkirk, fundadora de PETA, aplaudió la medida: “PETA ya aplaudió al rey Carlos por salvar a las aves cuando prohibió el foie gras en todos los eventos y residencias reales, y ahora le agradecemos que haya puesto fin a su patrocinio de los clubes de carreras de palomas, que envían a las aves a la muerte, enfrentándolas a tormentas y travesías marítimas en su leal búsqueda de regresar con su compañero de vida y sus crías”.
Ahora, PETA insta al rey Carlos III a dar un paso más y cerrar el histórico palomar real en Sandringham, convirtiéndolo en un santuario para aves heridas, perdidas o abandonadas. Esta acción estaría en línea con otras decisiones recientes de la familia real a favor de la protección animal, como la decisión de Camilla de no comprar pieles. Con cada gesto, Carlos III y su familia continúan marcando una diferencia significativa en la defensa del bienestar animal, modernizando así la tradición real con un toque de compasión y sensibilidad.