En su primer mensaje a los fieles, el Papa peruano introdujo un concepto clave para su pontificado: una Iglesia más abierta, participativa y comunitaria.

Por: Redacción COSAS

En sus primeras palabras como líder de la Iglesia católica, el Papa León XIV sorprendió al reafirmar su compromiso con una “iglesia sinodal que busca siempre la paz, la caridad y estar cerca de quienes sufren”. La frase, recibida con entusiasmo por los congregados en la plaza de San Pedro, marca una clara línea de continuidad con el papado de Francisco y pone en evidencia un enfoque que genera incomodidad en sectores conservadores del clero.

En su primer discurso también saludó a la diócesis de Chiclayo, donde fue obispo.

El nuevo pontífice, nacido en Estados Unidos, pero también ciudadano peruano, se dirigió a los fieles desde el tradicional balcón de la basílica vaticana. En un gesto cargado de simbolismo, sus primeras palabras en español fueron para recordar a la comunidad católica en Perú, país donde ejerció como obispo y donde forjó parte de su identidad pastoral.

¿Qué es la “iglesia sinodal”

La sinodalidad, pilar del mensaje inaugural, define a la Iglesia como una comunidad en marcha conjunta hacia el reino de Dios. Se trata de un modelo de gobierno eclesiástico que impulsa una mayor participación de la base en las decisiones, integrando no solo a los obispos, sino también a laicos y mujeres. Esta visión fue promovida activamente por su predecesor, Francisco.

La periodista Lorena Pacho, en un artículo publicado en EL PAÍS, contextualizó este proceso de apertura: “Francisco fue el papa que incluyó a las mujeres en los Sínodos, las reuniones extraordinarias de los obispos que sirven para asesorar al pontífice sobre temas concretos de actualidad de la Iglesia. Progresivamente, les fue dando a ellas y a los laicos en general voz, hasta que en 2023 pudieron participar en las votaciones sinodales por primera vez».

Este giro hacia una estructura más inclusiva despertó recelo entre sectores tradicionales, quienes perciben la sinodalidad como una amenaza al modelo jerárquico establecido. Sin embargo, la aclamación popular que siguió al discurso de León XIV evidencia una expectativa generalizada por una Iglesia más empática y comprometida con las realidades del mundo actual.

El nuevo papa se enfrenta a una agenda densa, cargada de temas pendientes que requerirán decisiones significativas. Entre los desafíos más urgentes figuran el tratamiento de la doctrina sexual, el rediseño del gobierno central del Vaticano hacia una distribución del poder más equitativa, y la redefinición del papel de la Iglesia en la arena internacional.

La elección de Prevost como sumo pontífice marca también una novedad geopolítica. No solo por ser el primer estadounidense en el trono de San Pedro, sino por su doble pertenencia cultural que lo conecta con Latinoamérica. Esta dualidad podría convertirse en un factor estratégico al momento de tender puentes con las comunidades del sur global, en un momento en que el catolicismo busca mantener su relevancia en regiones clave.

Al asumir el papado en un contexto de transformaciones internas y desafíos globales, el nuevo líder espiritual apostó por un lenguaje que prioriza la escucha y el acompañamiento.

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