En esta transición del invierno a la primavera, la clave está en evitar excesos, ajustar texturas y entender que una piel bien cuidada no tiene por qué brillar, al menos, no en todas partes del rostro

Por: Sergio Corvacho*

Setiembre no es cualquier mes. Llega el sol, pero también el bochorno. La humedad se mantiene, pero tiene un ligero cambio: ya no es helada, sino más densa y pegajosa. Y aunque pase desapercibido, ese cambio impacta directamente en el comportamiento de la piel. Por eso hay que cambiar ciertas cosas en la rutina.

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El cambio de estación transforma la piel y demanda cambiar la rutina hacia productos más ligeros y efectivos.

La piel comienza a brillar en zonas donde no debería. Mientras más caliente se pone el clima, más necesidad hay de controlar ese efecto. Y todas las limeñas sufren por eso: quieren tener el cutis perfecto y sienten que el brillo se los arruina. Hay una diferencia clara entre buscar el glowy y ese destello fuera de lugar que aparece en la frente, el mentón o a los lados de la nariz, como un reflejo molesto de un espejo bajo el sol. Esas zonas no deberían brillar, porque ese tipo de brillo se confunde con descuido, suciedad o con falta de prolijidad. A veces hasta parece maquillaje mal aplicado.

Ahí entra la importancia de los tónicos. En esta temporada, funcionan mucho mejor que una crema humectante. Son revitalizadores de piel y se absorben como agua, rapidísimo. No te dejan esa capita grasa. Yo los uso siempre. El de Chanel es increíble. El de PIXI, excelente. El de Augustinus Bader, también. El de Clinique, tipo Allergenic, me gusta bastante. Y el de Bioderma, o sub, también cumple su trabajo perfecto.

Incluso hay bases en forma de tónico. Se agitan, se aplican y dejan la piel mate con un poco de color. Lo vi una vez en Nueva York, en una peruana famosa que se lo aplicó. El acabado era parejo, mate, sin cubrir en su totalidad,
pero con un efecto que acentuaba su tono natural. Me dijo que se lo preparaba Mario Badescu, personalizado
según la necesidad de cada piel. Eso no lo encuentras en tiendas: es para pedirlo directo en el consultorio. Era maravilloso.

Ahora, si van a usar crema humectante, que sea ligera o de acabado mate. Solo es cuestión de cambiar la fórmula y que sea menos grasa. Estamos hablando de lo que se usa durante el día. Lo que se usa en la noche no tiene nada que ver: puede hacer lo que le da la gana. Glowy, dorado, plateado, lo que quieras, cada uno es libre de seguir tendencias. Yo no estoy aquí para dictar reglas, solo doy opciones.

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“Si van a usar crema humectante, que sea ligera o de acabado mate”.

Sobre la limpieza: no hay que abusar de las exfoliaciones. Eso no tiene nada que ver con el clima. Si exfolias demasiado, la piel se irrita. Queda roja de forma permanente. Una vez por semana es suficiente. Lo importante es remover la piel muerta, pero con pausa.

Una práctica casera que realizo es cortar el pepino en rodajas y cubrir toda la superficie de mi cara. No necesitan refrigeración, ya vienen frescas por naturaleza. Ayuda a nutrir, humectar y reafirmar la piel. En cuanto a marcas, recomiendo la mascarilla de Augustinus Bader. The Cleansing Balm también me gusta mucho. Ayuda a calmarla piel irritada, reseca o que pasó por demasiada exfoliación. Y, además, elimina el maquillaje a prueba de agua sin dejar el rostro seco.

“En esta temporada, los tónicos funcionan mejor”.

La nutrición debe ser la misma, pero lo que sí debe cambiar con el clima es la receta. En vez de comidas calientes, frituras o guisos, mejor las ensaladas. Cosas frescas y siempre saludables. No solo se refleja en cómo te sientes, sino también en cómo luce tu piel.

El pelo también siente la nueva estación. Lo ideal es conocer su textura para mejorarlo. No lo fuerces a seguir tendencias, sino dale lo que necesita. Yo uso mascarillas caseras, como la combinación de palta con miel, yogurt con aceite de oliva o también leche de coco con plátano. Son excelentes. Las dejo entre veinte minutos y una hora. Después enjuago con el champú y el acondicionador que mejor me resulten. Agua tibia, nunca caliente. El agua hirviendo le quita todo el brillo que proporcionó la mascarilla y, además, arruina el pelo.

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