En un lote, el estudio de arquitectos Barclay&Crousse desarrolló dos viviendas gemelas, la Casa A y la Casa B, ambas con un programa parecido que disfrutaba de los mismos privilegios. Las diseñadoras de interiores Jennifer Junek y Marilú Salcedo le imprimieron personalidad a cada una de ellas recurriendo a materiales y texturas diferentes.
Por Laura Gonzales Sánchez / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
Le Corbusier decía que la naturaleza se hace paisaje cuando el hombre la enmarca. Esta máxima se cumple con solvencia en estas casas ubicadas en un condominio de playa La Quipa, donde las diseñadoras de interiores Jennifer Junek y Marilú Salcedo intervinieron los ambientes tomando como hilo conector la arquitectura del estudio Barclay&Crousse.
Las casas A y B se desarrollan en dos plantas y un sótano sobre el terreno de casi 278 metros cuadrados, y tienen un programa parecido con los mismos privilegios. Cuentan con dos accesos peatonales: uno desde la calle o malecón alto, y otro desde el malecón bajo. Los arquitectos, con el objetivo de mejorar la línea visual tanto de la tercera fila como de los lotes vecinos laterales, proyectaron un retiro frontal de casi dos metros y medio.
Las áreas privadas y las áreas sociales están repartidas en tres niveles. El primero corresponde a los dormitorios principales y otro de visita. Al descender, nos encontramos con la terraza, la sala, el comedor, la parrilla, el bar y la cocina. Los dormitorios de los niños, incluyendo otro más de visita, la sala de estar y un patio interior tienen lugar en el último nivel.
Historia de dos casas
En el patio de la Casa A, se diseñó un mueble de almacenaje que remite al juego Tetris, donde se han utilizado los colores del espacio para fusionarlo con la arquitectura. En este mismo nivel, y para responder a la demanda que había de guardar los equipos de buceo y tablas de surf de la familia, se ha ubicado un mueble debajo de la escalera.
El dormitorio principal ofrece calma, la que llega de la mano de los colores elegidos –arena, hueso, marrón– que se repiten en la terraza de esta habitación con hermosa vista a la playa. La sala, el comedor y el bar están separados por ocho hojas de vidrio que, al correrse hacia ambos extremos, se integran a la terraza y la zona de la parrilla. En el bar, una barra alta en mármol calacata, retroiluminado, hace juego con los muebles, en enchape, protegidos por un vidrio templado con lámina negra. En el baño, por su parte, se instaló un tablero de ovalín mármol emperador, de color marrón, y las paredes se revistieron de porcelanato texturado con ondas y de microcemento gris.
En la Casa B, el área social se ha integrado de manera natural, y el resultado es un ambiente limpio y elegante. Los muebles de ratán, diseñados por Junek y Salcedo, han sido pensados para que, con todas las mamparas abiertas, se genere un gran espacio. En el caso de las áreas privadas, como son los dormitorios de los niños y de los invitados, todas ellas convergen alrededor de un gran patio protagonizado por una mesa de ping-pong. El dormitorio principal exhibe una cabecera de madera shihuahuaco de tres metros aproximadamente, que contrasta con la pared de concreto expuesto.
Puntos en común
En ambas casas, los pisos son de porcelanato tipo madera. Para personalizar las unidades, se optó por el mismo modelo pero de color diferente. “Considerando el cemento caravista (que es parte del tratamiento que se planteó para exteriores), pensamos en que lo ideal sería usar paredes blancas y algunas de microcemento pulido, con lo cual se le añadiría otra textura y se mantendría la misma gama de colores”, sostiene Junek.
La pregunta que surge es cómo profesionales del interiorismo logran el equilibrio entre una arquitectura de fuerte presencia como esta y el desarrollo de los ambientes. “Lo fundamental fue analizar cada detalle de la obra de los arquitectos, cuyas características son los volúmenes grandes y limpios. Encontramos, por ejemplo, que las entradas de luz entre un volumen y otro delimitaban las áreas y nos marcaban los espacios a intervenir”, explica Marilú Salcedo.
Un segundo paso fue conocer las necesidades de las familias. Pero, por fortuna, ambas disfrutan del entretenimiento social e integrar los espacios era imperioso. El resultado es una casa atemporal donde cada rincón ha sido pensado al detalle por Jennifer Junek y Marilú Salcedo. Incluso los acentos de color expresados en cojines y accesorios. En ellos, el azul, el negro y el amarillo nos dicen de inmediato que hemos entrado en zona náutica.
Artículo publicado en la revista CASAS #254