Tras una accidentada campaña, Angus Laurie y Mariana Alegre ensayan un diagnóstico situacional de nuestra capital y alertan sobre los cambios urgentes que las nuevas autoridades deberán efectuar en los próximos años.

Por Edmir Espinoza / Fotos de Alex Bryce

Mariana Alegre y Angus Laurie son dos jóvenes urbanistas convencidos de que el Perú necesita cambios radicales para integrarse a una tendencia global de urbes más modernas, amables y justas. Su visión, basada en experiencias exitosas de ciudades de Europa y Latinoamérica, pretende aportar información valiosa para una mejor toma de decisiones en la gestión de nuestras ciudades, y propone una serie de estrategias necesarias para convertir a Lima en una urbe eficiente e igualitaria.

Ante la evidente pobreza de propuestas en la última campaña municipal y regional, Mariana –directora del observatorio ciudadano independiente Lima Cómo Vamos– y Angus –director del estudio Llama Urban Design– reflexionan sobre los retos que afrontará nuestra ciudad en los próximos años, y sobre la urgente necesidad de reformar los sistemas de movilidad y gobernanza.

–Al entrevistar a algunos candidatos a la Alcaldía de Lima, se observa que hay una visión partida. Por un lado, la ciudad que requiere de espacios públicos equipados, veredas más amplias, ciclovías más integradas e infraestructura que mejore el ornato. Por el otro lado, encontramos una Lima distinta, que necesita asfaltado de pistas, vivienda social y seguridad. ¿Es esta la manera diferenciada a través de la cual debemos plantear la transformación de la ciudad?

Mariana Alegre: Yo creo que tenemos que cambiar para evitar continuar con este sistema que promueve la desigualdad. No tiene sentido que nosotros tres, sentados en este espacio, tengamos calidad urbana y que otras personas en otros distritos no. Es un problema de recursos que se convierte en una lotería: dependiendo del lugar donde naciste tendrás más o menos riesgo de morir atropellado, y esto es absolutamente injusto, porque ahí donde la gente tiene menos dinero, se pagan menos arbitrios, esto se traduce en una menor calidad urbana.

Angus Laurie: Solo un par de cifras para respaldar lo que dice Mariana. San Isidro recauda aproximadamente el 97% de su predial, mientras que otros distritos no cuentan con las herramientas de gestión necesarias para capturar el predial. En muchos casos ni siquiera se cuenta con catastros para poder calcular el impuesto. Y esto va más allá de la diferencia en el precio del suelo: tiene que ver con la posibilidad de gestionar y capturar la recaudación. Por poner un ejemplo, San Isidro tiene más presupuesto para proyectos, con cincuenta mil habitantes, que San Juan de Lurigancho, que tiene más de un millón de habitantes.

–Un ejemplo claro de estas diferencias es el puente mellizo Villena Rey de Miraflores, que fue financiado en un 50% por el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios del Ministerio de Vivienda.

M.A.: Esto ocurre porque Miraflores tiene mayor capacidad de generar proyectos, y eso finalmente es perpetuar el elitismo y la desigualdad ya no geográfica, sino a partir de las capacidades técnicas.

A.L.: No está mal que la Municipalidad de Miraflores esté bien gestionada y presente proyectos de este tipo, porque están jugando dentro de las reglas. Lo que está mal son las mismas reglas. Que existan cincuenta distritos y que esta fragmentación genere tanta desigualdad. Existen casos como el de Quito o Medellín que tienen un sistema de gobernanza que hace al alcalde más fuerte, y ahí se observa mayor igualdad en la distribución del gasto.

–La campaña municipal nos ha permitido observar candidatos que hacen promesas inviables, fuera de las competencias de la Municipalidad Metropolitana de Lima. ¿Por qué la ciudadanía continúa confiando en personas que no cuentan con el conocimiento ni la experiencia necesaria para gestionar una ciudad como la nuestra?

A.L.: Creo que necesitamos una mejor educación ciudadana, pero también mejor educación, a secas. Si no tenemos las bases de la democracia, la gente no tendrá herramientas para elegir. En las encuestas de Lima Cómo Vamos se observa que las principales preocupaciones de los limeños son la seguridad y el transporte público, y son justamente estos temas los que intentan impulsar los candidatos con cualquier propuesta que suene novedosa. Pero estos mismos candidatos ni siquiera han averiguado cuáles son las competencias del alcalde metropolitano en estas áreas. Estamos inmersos en una campaña populista que solo busca votos, sin pensar en las necesidades de la ciudadanía.

M.A.: El problema es que estas propuestas todavía funcionan, reciben aplausos y hasta votos. Creo que ahí la transformación pasa por identificar con certeza qué mensajes son relevantes para los ciudadanos, y al mismo tiempo ayudar a mejorar las condiciones de la ciudad. Y en este punto es importante que los gestores urbanos también sepan hacer política.

–El tema del transporte y la movilidad ha sufrido un trastoque tras la preaprobación de una Autoridad Autónoma de Transporte Urbano en Lima y Callao (ATU). ¿Qué podemos esperar de esta plataforma?

A.L.: La idea de tener un directorio de la ATU dentro del Ministerio de Transportes, de contar con representantes de las municipalidades de Lima y Callao, y que el presupuesto y el planeamiento salgan de estas tres entidades, creo que es saludable. Ciertamente, es el modelo más fragmentado, y es similar al de la Costa Verde (que nunca ha funcionado), pero es una forma de concentrar los poderes para planificar, gestionar e implementar el transporte público, y una buena plataforma para generar una tarifa única.

M.A.: Yo creo que la ATU es la demostración del fracaso de la autoridad metropolitana de Lima y Callao para gestionar la ciudad. Evidentemente, yo preferiría que el transporte no estuviese desconectado de la autoridad metropolitana, pero, dada la incapacidad demostrada por años, guiada por intereses individuales y políticos, creo que la forma como se está planteando el ATU es la mejor opción.

–Reordenar el transporte público en Lima no es una tarea sencilla. ¿Cómo implementar una reforma sin generar una crisis social?

A.L.: En algún momento tendremos que hablar del elefante que está dentro del dormitorio. ¿Cómo vamos a pasar de cientos de líneas a quizás solo docenas de líneas y corredores de transporte en la ciudad? Esto va a significar una transformación radical que involucrará protestas masivas. Santiago de Chile ya ha pasado por eso, y está demostrado que las reformas son posibles. Pero se necesita la voluntad política para impulsar esta reforma y mucho criterio para que este cambio no sea traumático para una buena parte de la ciudadanía.

–Con todo esto, ¿podemos calcular el costo social de la reforma del transporte masivo en la ciudad?

M.A.: Ciertamente, el costo social desde la perspectiva de quienes operan estos servicios será muy grande, por lo que el Estado tiene que prever estas consecuencias y promover programas de reconversión laboral. Habrá menos buses, pero seguirán existiendo talleres de buses. Existe una serie de economías asociadas al tema del transporte que tenemos que entender para garantizar que la reforma del transporte no genere un impacto negativo a nivel social.

–La opinión de la mayoría de urbanistas se inclina hacia un cambio del sistema de gobernanza. ¿Por qué Lima no puede gestionarse de manera óptima de la forma en que está dividida actualmente?

A.L.: Antes de imaginar que Lima y Callao van a poder manejar un sistema integral de transporte, necesitamos urgentemente una reforma de la gobernanza de la ciudad, porque claramente no necesitamos cincuenta distritos ni tantas provincias.

M.A.: Ni prometer que Huaycán va ser distrito o que San Juan de Miraflores se va a convertir en una provincia. Estas propuestas lo que hacen es seguir generando, desde la ciudadanía, apetitos políticos que son complejos. Tenemos que encontrar un equilibrio, y creo que el tema principal de una reforma de la gobernanza en el país pasa por fortalecer la institucionalidad de los municipios, y preguntarnos cuál es la forma más eficiente para gestionar el manejo de una ciudad tan grande y compleja como Lima.