Un departamento con vista a El Golf de San Isidro tenía como reto gustar a padres e hijos al mismo tiempo. La amplia planta de casi seiscientos metros cuadrados permitió a la interiorista Mari Cooper diseñar espacios sociales separados para ambos.
Por Tatiana Palla / Fotos de Elsa A. Ramírez
Una vista privilegiada a El Golf y el mar desde un piso quince. Una obra atajada desde planos. Una familia decidida a trabajar en equipo y no dejar atrás los deseos y preferencias de sus hijos. Estos tres elementos fueron cruciales en el desarrollo de la propuesta de Mari Cooper, quien, en dos años de trabajo, logró un sobrio departamento con un estilo atemporal, listo para superar la prueba del tiempo.
La oportunidad de tomar el flat en planos se aprovechó principalmente para la elección de materiales en pisos, paredes, iluminación y baños. “Es una familia con dos hijos adolescentes a los que les gusta mucho el diseño y los padres fueron muy considerados con la opinión de ellos. Cada pieza y acabado se escogió por consenso”, explica la interiorista sobre el proceso.
El amplio metraje permitió crear numerosas áreas sociales para el gusto de cada quien. “Los padres tienen su área de sala, comedor, estar y dormitorio con sala propia. Para los chicos se hizo una sala de estar con terraza junto a sus dormitorios. Cada área tiene independencia absoluta para disfrutar del departamento al máximo”, explica Cooper.
Una sala sobria y atemporal
El área social principal es de los adultos. Se distribuyó en una sala principal con sala de estar (y de televisión), un comedor, y una sala al lado del ascensor. La íntima sala de recibo anticipa el tratamiento al detalle que se ha dado a la selección de los muebles: los premiados sillones Hug de la marca italiana Giorgetti se lucen al ingreso del departamento.
Uno de los requisitos principales era contar con muebles amplios, debido a la talla de los integrantes de la familia. Siguiendo la línea europea, Cooper propuso sofás y confortables de B&B Italia en cremas, grises y beige, tonos clásicos en la paleta de colores de la interiorista. Los tonos neutros permiten que las piezas de arte y muebles icónicos de la casa, como la mesa de centro de Gallotti & Radice con platones metálicos embutidos, destaquen en el conjunto.
La sala principal ha sido trabajada con papel decorativo para contrarrestar el exceso de luz que entra en este departamento de amplios ventanales. “A primera vista no te das cuenta de que el departamento está empapelado. Cuando te acercas descubres una textura muy sutil a la vista y al tacto”, explica Cooper.
Al lado, una sala de estar y de televisión se independiza a voluntad gracias a una puerta corrediza embutida en la pared. Una alfombra de paja integra el mueble seccional con la mesa en tope de mármol. Un mueble de enchape de madera y bronce envejecido da espacio al televisor de la casa.
El comedor es un punto y aparte. Aquí se optó por darle acento al área colocando piso de mármol rodeado por una guarda negra. “Los clientes tenían un comedor con piso de mármol en su antigua casa y querían mantenerlo. Así que lo propuse como si fuera una alfombra solo para el comedor”, explica Cooper. La mesa de Porada es, sin duda, la protagonista. Para permitir que se luciera, Cooper tuvo que hacer algunas variaciones. “El comedor hubiera aguantado un tablero de madera, pero no hubiera lucido las patas de la mesa natural torneada. Optamos por un tope transparente”, explica la interiorista. El azul escogido para las sillas fue el color de acento elegido para toda la casa.
Espacios diferenciados
El amplio metraje del departamento permitió proponer la mayor comodidad en la habitación principal. El espacio obligaba a crear varios ambientes para darle uso máximo al espacio. “Hicimos una sala delante de la cama para ver la televisión de cerca. Aprovechamos esa misma pared principal para integrar un librero, un espacio de almacenamiento y un escritorio”, explica Cooper. Al lado de la sala se propuso una mesita con dos sillas para escribir o tomar el desayuno mirando a El Golf. Al lado de la cama, un sillón invita a la lectura.
Al otro extremo de la casa se ubica el área social de los hijos. Se armó una sala de estudios para trabajar con los amigos y una sala amplia con kitchenette. El mueble principal de cuero, la butaca azul y la mesa de centro se escogieron junto con los hijos, relata Cooper. Se trata de un mueble elíptico bajo de Roche Bobois, perfecto para darle el toque moderno a la sala y, de paso, reposar los pies mientras se ve televisión. En la terraza, un pequeño mueble y una barra se integran totalmente a la sala cuando se corren las mamparas. “Son casi dos departamentos independientes entre sí. Esa era la idea y creo que lo hemos logrado”, dice Cooper.
Artículo publicado en la revista CASAS #263