Profesor universitario, arquitecto y urbanista, Augusto Ortiz de Zevallos es hoy uno de los asesores del flamante alcalde de La Victoria, George Forsyth, y el responsable de un proyecto que ha mapeado las problemáticas e identificado oportunidades de desarrollo del distrito.
Por Edmir Espinoza / Retrato de Raquel Foinquinos
Meses antes de asumir la alcaldía de La Victoria, George Forsyth ya tenía un plan para transformar el distrito y redefinir su tejido urbano. Augusto Ortiz de Zevallos, arquitecto y urbanista peruano, y conspicuo conocedor de la problemática de Lima, fue el encargado de hacer un mapeo de La Victoria e identificar las diversas problemáticas que acoge. A poco de regresar de un viaje a Japón, a donde llegó por encargo de Forsyth ante la invitación del Banco Mundial para exponer el caso de La Victoria, Ortiz de Zevallos medita sobre la inmensa oportunidad de transformar uno de los distritos más representativos y complejos de la capital.
–Hasta hace poco, George Forsyth era para casi todos un improvisado de la política y la gestión municipal. ¿Cómo comenzó tu vínculo con él y de qué forma nace la idea de diseñar un plan para La Victoria?
–La verdad es que no lo conocía mucho. Conocía mucho más a su padre, Harold, pero siempre tuve un muy buen concepto de George, sobre todo porque, como aliancista, lo he visto por años en el arco, y siempre fue un jugador con gran personalidad, muy cauto y centrado. Por eso cuando en agosto, en plena campaña municipal, me invitó a hacer un plan para La Victoria, accedí y convoqué a mis alumnos de la UNI y a ciertos colaboradores para hacer un mapeo del distrito. En esta búsqueda encontramos que La Victoria es una suma de situaciones, pero también de oportunidades. Así que acá estoy, apoyando desde donde puedo como un asesor más.
–Durante años has asesorado a gran parte de los alcaldes metropolitanos en temas urbanísticos. ¿Qué te animó a hacerlo precisamente en La Victoria, un distrito tan complejo y convulsionado?
–Fueron varias cosas: soy aliancista y conozco muy bien La Victoria. Además, George siempre me pareció un buen tipo. Y sumó a Susel Paredes, a quien conozco muy bien; es una mujer que se la juega y entiende muy bien las cosas. Entonces, me pareció que había alguien que tenía ganas de hacer su oficio: ser alcalde, chambear. Mejorar, corregir, convocar. Y, claro, cuando le di mi primera lectura de lo que entendía que requería el distrito, me dijo inmediatamente: “¡De acuerdo!”. Así que sentí que había un ánimo tremendo y comencé a trabajar en el proyecto.
–Dijiste hace un momento que La Victoria es una suma de situaciones. ¿Cuántas realidades confluyen en el distrito y cómo estas se vinculan entre sí?
–Son varios contextos muy disímiles entre sí. Por un lado, tenemos la llegada de todos los productos a Lima por la Carretera Central, y por lo tanto, es la puerta de las mercancías, de los alimentos y abastecimientos, lo que genera un tráfico atroz. Por otro lado, tenemos a Gamarra, que hoy es un emporio comercial gigantesco con una problemática supercompleja. Y después está la zona popular y más allá La Victoria moderna, cerca de la Torre Interbank, el zanjón y la Javier Prado. Y a todos estos contextos hay que sumarles que La Victoria acoge a gran parte de los locales de transporte interprovincial de pasajeros, y esto la ha convertido en un gran paradero para ir a cualquier parte del país. Al final, tienes estos escenarios de caos absoluto. El caos vehicular, en muchos casos originado por camiones que se convierten en mercados en la vía pública, la mafia que imperaba en el tema de estacionamientos… Y así, mil problemáticas.
–¿Cómo generar soluciones integrales para un distrito tan diverso en su interior?
–La idea es negociar con otras municipalidades para ordenar todo esto, y encontrar fórmulas para que el transporte se vuelva un generador de ciudadanía. Porque la centralidad resucita. Si tú eres centro, todo converge hacia ti. Ahora converge lo malo, pero puede, desahogándonos de algunos problemas, convertirse en el sitio bonito, en el mundo histórico y atractivo de la ciudad que convoque y atraiga. Pero antes necesitas un plan urbano rápido que transforme normativa y reglamentos, que invite al inversionista peruano, que tiene toda la intención de hacer vivienda, pero que se encuentra con que el suelo cuesta una barbaridad. Pues bien, en La Victoria el metro cuadrado cuesta un tercio del promedio de la ciudad. Y estoy en el centro, no me tengo que mover mucho, estás muy cerca de todo. Cada lugar tiene su modelo potencial, pero hay que construir este modelo, convertirlo en norma y evitar que el miedo a La Victoria prevalezca.
–¿Cuáles son los principales factores limitantes que enfrentan La Victoria y su alcalde para emprender los grandes cambios que necesita el distrito?
–En primer lugar, hoy el plan urbano de La Victoria no existe. El último catastro fue en el año setenta. A la autoridad nunca le interesó manejar su realidad. Felizmente, ahora el Banco Mundial está invirtiendo en los catastros, así que tendremos el de La Victoria. Demorará algunos meses hacerlo, pero será una gran herramienta para saber dónde está qué en el distrito. A partir de eso, se puede negociar e ir tejiendo un nuevo tejido urbano para la Victoria.
Lo otro es sentarse a conversar con el alcalde de Lima. Solo por poner algunos ejemplos: Gamarra produce al año una barbaridad de dinero. ¿Y cuánto le queda a La Victoria? Cuatro millones para su presupuesto.
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El Fondo de Compensación Municipal (Foncomun) no asigna a La Victoria nada, cuando en la Victoria ocurre todo. Piensa en los camiones que llegan con los alimentos desde el centro del país; destruyen el pavimento, generan un tráfico enorme, lo mismo que los buses que te llevan a todo el Perú. Esto quiere decir que el distrito carga con buena parte de los pasivos de los problemas de la ciudad, a pesar de que es justamente La Victoria la que está dando a Lima viabilidad en veinte cosas.
–Hace poco estuviste en Tokio por encargo del alcalde Forsyth, que fue invitado por el Banco Mundial. ¿Cuáles fueron los temas tratados y qué experiencias recoges de este viaje?
–El viaje tuvo como objeto trabajar en un programa para desbloquear escenarios negativos, y ayudar a generar políticas orientadas a utilizar el transporte como herramienta que corrija y mejore escenarios urbanos.
Hemos hablado con Buenos Aires, con Pekín, con Arabia Saudita, y en este intercambio de ideas nosotros llevamos el caso de La Victoria y de Lima, mostrando las posibilidades y las trabas que existen. Qué puede hacer el alcalde, qué no, con quién hay que tratar, etcétera. Así que presentamos una propuesta que les gustó, y yo espero buenos resultados. De momento, hay muy buenas posibilidades de que el Banco Mundial invierta en una estación de metro en 28 de Julio, lo que sería un gran paso para reformular todo el sistema de transporte.
–La falta de competencias de las alcaldías distritales hace que muchas reformas y cambios se estanquen. ¿Es posible transformar un distrito sin el apoyo decidido del alcalde metropolitano y los poderes ejecutivo y legislativo?
–Yo sí lo creo. Pero solo se puede si sigue con un liderazgo importante. No solo de poner los reflectores en los problemas, que es algo que creo que Forsyth ha hecho, sino promover un diálogo diferenciado. Qué le pides al ministro del Interior, qué le pides al ministro de Transportes, al de Vivienda, qué le pides al alcalde de Lima, a Capeco y a tus seis u ocho interlocutores clave. Y si no te entiendes con ellos, dilo.
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Que la ciudadanía sepa quiénes son los que frenan el cambio para uno de los distritos más importantes de la ciudad.
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Artículo publicado en la revista CASAS #266