El arquitecto Francisco Dulanto asegura que no hay nada que disfrute más que diseñar casas de campo. En la casa MEC, ha volcado su predilección por los materiales crudos, la amplitud de los espacios y la sobriedad de las formas.
Por Raúl Cachay / Fotos de Renzo Rebagliati
“Existe un aspecto fundamental que hace que la arquitectura sea una disciplina artística muy diferente y mucho más difícil de evaluar que casi todas las demás. Tiene que ser práctica y atractiva a la vez, útil por un lado y hermosa por el otro”. La cita, compartida por Francisco Dulanto en su muro de Facebook, pertenece al académico inglés Patrick Nuttgens, autor del influyente “The Story of Architecture”, pero es también una de las máximas que parece guiar los pasos profesionales del arquitecto peruano.
Si en el pasado reciente el boom inmobiliario que se extendió por los balnearios ubicados al sur de Lima en cierta forma funcionó como un perfecto escaparate para que muchos arquitectos locales pudieran afianzar sus estilos, aplicar ideas más bien arriesgadas o incluso experimentar con propuestas abiertamente innovadoras, el creciente desarrollo de condominios de casas de campo presenta hoy nuevos desafíos, es cierto, pero las mismas posibilidades creativas. La casa MEC, ubicada en La Quebrada, Cieneguilla, es un buen ejemplo de ello. En ella, el primer reto lo presentaba el escarpado entorno natural.
“Aparte de ser un terreno que estaba aplanado, buena parte del cerro lo invadía. Tuvimos que demolerlo y dejar la roca cruda, expuesta, para ganar espacio y hacer la casa lo más recesada posible y así poder tener un amplio jardín adelante. La roca del cerro tenía un carácter tan fuerte que decidimos aprovecharlo”, explica. “En este caso, no fue difícil el proceso de escoger los materiales. La riqueza espacial era lo más importante. Una vez que los espacios ya estuvieron definidos y distribuidos, preferí escoger materiales, digamos, crudos, como la piedra o el ladrillo pastelón. La piscina, inclusive, la hemos dejado en cemento pulido, sin acabados. Cada material tiene un carácter propio y no veo razón para ocultarlo”.
La casa es sumamente espaciosa, pero no deja de contar con muchos ambientes diseñados especialmente para estimular la comunión familiar, un pedido expreso de los propietarios. El comedor, grande y generoso como los de las casonas antiguas, queda justo debajo de las habitaciones, que se ubican en una suerte de puente perimétrico que facilita la comunicación y el contacto entre los residentes. La pièce de résistance es la pequeña chimenea que divide la sala y el comedor, y que tiene un diseño geométrico y vanguardista que no deja de ser perfectamente funcional.
“Es importante saber quiénes son y cómo son las personas que habitarán la casa. Inclusive es bueno saber cómo es la relación entre ellos”, explica Dulanto. “En este caso, la clienta me dio mucha libertad de diseño, que es algo que no siempre ocurre. Pero uno también debe ser un poco psicólogo para entender bien qué es lo que quiere el cliente. Igual siempre te la juegas al momento de proponer ideas. Los proyectos siempre deben acomodarse a las necesidades del cliente, aunque tratando de no perder su esencia original. En la hoja en blanco, con el lápiz en la mano, al principio puedes volar, pero luego debes ir pisando tierra. Mientras armas un organigrama, vas soltando ideas. Al final, se trata de encajar la estética con la volumetría y lo funcional. No es un proceso fácil ni corto”.
Playa, campo y espacio público
Al revisar su portafolio, las residencias de verano figuran entre los proyectos más recurrentes y característicos de Francisco Dulanto, pero él asegura que disfruta mucho más con la libertad y la holgura que encuentra en el diseño de casas de campo: “Los nuevos condominios que se están construyendo tienen muchos lotes, y eso ayuda. Porque esto es lo que más me gusta hacer, incluso más que las casas de playa. Mientras que estas, en general, tienen un aspecto más social, la casa de campo es una casa dentro de tu jardín, digamos, en la que solo están tu familia y tú. En las casas de playa la gente pasa por adelante y sueles estar en contacto con tus vecinos desde las terrazas. Las casas de campo están aisladas. Y en ellas sueles tener el espacio suficiente para ubicar la casa en la parte del lote que más te guste y tienes la oportunidad de hacer una volumetría total, vista por todos los lados. En las playas normalmente no es fácil encontrar terrenos tan grandes, las casas están ubicadas una al lado de la otra”.
Dulanto también está interesado en la arquitectura de espacios públicos, como lo corrobora su participación en el reciente concurso internacional para la ampliación del MALI, que finalmente fue ganado por los estudios Burgos & Garrido Arquitectos y Llama Urban Design. “Hacer o proponer ideas de arquitectura que tengan una gran riqueza espacial siempre será el trabajo ideal”, indica el arquitecto, mientras esboza una tímida sonrisa. “Imagínate, hacer un museo. O una gran biblioteca. ¡Uf! Eso sería un sueño”.
Artículo publicado en la revista CASAS #268