Un departamento con vista al Golf se convirtió en un anfiteatro contemporáneo gracias al trabajo de Mari Cooper. Una selección de muebles con finas líneas italianas encumbró un interiorismo que puso el foco en resaltar el panorámico verdor.
Por Gloria Montanaro / Fotos de Elsa A. Ramírez
Desde la terraza del piso catorce, la vista transforma los campos de golf de San Isidro en un escenario exquisito sobre el que variados actores se mueven acompasados por la música de una ópera italiana. En este piso de arquitectura moderna vive una familia cuyo padre, de mediana edad, acopia una ferviente colección de discos, videos y libros del clásico género musical. No en vano, el área social del departamento de cuatrocientos metros cuadrados está conformado por la sala, el comedor y una zona aparte ambientada con un equipo de sonido privilegiado y una pantalla para ver y apreciar estos espectáculos.
El trabajo de la interiorista Mari Cooper llevó un año y medio. “Fue agradable esfuerzo trabajar con una pareja que depositó toda su confianza en mí para crear y lograr un interiorismo totalmente distinto al que estaban acostumbrados. Vienen de una casa muy clásica, pero tuvieron la mente abierta para aceptar una propuesta totalmente vanguardista y contemporánea”, cuenta.
El estilo simétrico, monocromático y sereno de Cooper está marcado por su confesa admiración por el diseño italiano: “Mi estilo no cambia, más bien evoluciona junto con la búsqueda de piezas de marcas finas. Me deleito con el desarrollo del diseño italiano. Realmente es un placer ver cómo un diseñador puede lograr tanto confort que, en el momento en que te sientas en un sofá, no te quieres levantar por la comodidad. Esto lleva años”, explica. Esa fascinación la contagió a sus clientes, y juntos eligieron muebles, telas y acabados que debieron encargarse a Italia, de donde tardaron cuatro meses en llegar.
Manos a la obra
Si bien el proyecto arquitectónico estaba terminado cuando Cooper comenzó el interiorismo, los dueños le solicitaron que interviniera el aire acondicionado, la iluminación y los clósets. El tiempo que duró la espera de los muebles se utilizó, entonces, para realizar trabajos “sucios”, como bajar el techo en ciertas partes, picar paredes para colocar luminarias, cambiar mármoles en baños y arreglar la zona de servicio. “Una vez terminada esta etapa engorrosa y tediosa pero necesaria, se comenzó la más agradable para mí: la colocación de lo que estuvimos diseñando, para hacer tangible todo lo que estaba sobre el papel”, dice.
Para el interiorismo de todo el departamento, Cooper eligió una paleta de color neutra. Sin embargo, como una gran directora de orquesta, decidió agregar notas de burgundy en las sillas de comedor y las patas de la mesa, que aportaron alegría sin perder sobriedad. También empleó una gama del mismo tono para los cojines y el puff de la sala. Para crear sensaciones suaves y agradables al tacto, eligió telas con textura y composición de fibras naturales. Un claro ejemplo es el diván Febo, de Antonio Citterio, ubicado en la sala y tapizado íntegramente en terciopelo. Para poder ir de la mano con el concepto de los muebles de B&B Italia, se mandaron hacer, de manera personalizada, alfombras en seda con lana, ya que no existían de la medida necesaria y de color entero. En la terraza, un ambiente que se integra a la sala, se buscó la armonía tanto en el color como en la línea. La elección: muebles de teca y aluminio, resistentes a la humedad de Lima, de la marca británica Gloster.
“Me tomé el tiempo necesario para buscar adornos, cuadros y esculturas para los diferentes espacios, complementando los del propietario, que posee adornos africanos, indios y europeos de sus bastantes viajes”, relata Cooper. La mayoría fue ubicada en las repisas de la biblioteca, a la que se iluminó con luces led para lograr un efecto dramático. Otros, como los grabados del artista Pedro Peschiera, elegidos por su característica etérea y firme en su presentación, en el vestíbulo y comedor. “Son obras que transmiten paz y serenidad, al igual que la dueña de la casa”, añade.
Cooper lo deja claro: el objetivo cuando se trata de plasmar un diseño de gran calidad es lograr espacios confortables, elegantes y cálidos, “respetando, a la vez, el concepto de los diseñadores de los muebles”.
Artículo publicado en la revista CASAS #270