Falta menos de un mes para que se celebren los panamericanos, y ha llegado la hora de preguntarse sobre los legados urbanístico y arquitectónico que dejarán los Juegos de Lima 2019 en el país y su real impacto en la vida de los peruanos. ¿Se convertirán en elefantes blancos, como ha sucedido con las obras realizadas en tantos otros eventos deportivos?

Por Edmir Espinoza / Fotos de Juegos Lima 2019

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Centro Acuático de Villa María del Triunfo.

Durante casi tres semanas, Lima se convertirá en el epicentro del deporte en el continente. Más de 8500 deportistas de 41 países llegarán a nuestra capital para batirse en las 39 disciplinas que albergarán los XVIII Juegos Panamericanos y VI Parapanamericanos Lima 2019, eventos que prometen capturar la atención de millones de aficionados alrededor del mundo, y que han requerido de una inversión millonaria por parte del Estado.

Durante casi seis años –desde su elección como país organizador–, el Perú viene preparándose para demostrar su capacidad en la organización de un evento de alcance continental. Pero incluso si todo sale como lo previsto y los Panamericanos cumplen con los objetivos trazados, resulta pertinente cuestionar hasta qué punto será ventajoso al largo plazo para la ciudad y el país organizador.

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Avances de la obra interior del Coliseo Eduardo Dibós Dammert.

Malas experiencias

En principio, los antecedentes parecen brindar más dudas que certezas: grandes infraestructuras dejadas en el olvido, despilfarro, corrupción y pocos o nulos beneficios en muchas de las ciudades anfitrionas de Juegos Olímpicos y Panamericanos han hecho tambalear la teoría, tan propalada en décadas pasadas, de que organizar un megaevento deportivo era una señal inequívoca de progreso y prosperidad. En este contexto, ¿estamos preparados para el día después de la fiesta? ¿Existen mecanismos que garanticen un legado de los Panamericanos?

La verdad nos hará libres: ser anfitrión de una cita deportiva de alcance continental o mundial ha dejado de ser un honor en disputa. Un claro ejemplo de ello es el accidentado nombramiento de París como sede de los Juegos Olímpicos 2024. Meses antes de la elección del anfitrión, Budapest, Boston, Hamburgo y Roma retiraron sus candidaturas ante el inmenso riesgo económico que suponía la organización, dejando solos en la pugna a la capital francesa y a Los Ángeles, ciudad ya definida como la sede de los Juegos Olímpicos de 2028. Pero no es solo una cuestión de percepción. Decenas de estudios demuestran que no hay consenso en la conveniencia económica de organizar grandes eventos deportivos y que los costos de organización e infraestructura suelen superar largamente a los beneficios económicos tradicionales.

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Estadio Atlético de la Videna.

Transformación de una ciudad

Sin embargo, los expertos también señalan que la valoración de ser anfitrión en este tipo de eventos no puede pasar solamente por lo económico. Existen casos paradigmáticos de ciudades donde la celebración de unos Juegos brindó la oportunidad de lograr objetivos diversos, como la construcción de una marca país o ciudad, atraer al turismo o realizar cambios sociales, como el que emprendió Pekín y que sirvió para erradicar la costumbre de escupir en la vía pública. Sin embargo, los casos más exitosos responden a ciudades que aprovecharon la oportunidad de recibir un evento de envergadura para realizar inversiones eficientes en obras, como Berlín, Sochi, Cali, Londres y Barcelona, que lograron importantes cambios urbanísticos, y donde las inversiones en el ornato de las ciudades y las vías de transporte quedaron para los ciudadanos.

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El velódromo de la Videna es uno de los proyectos más destacados de los Juegos.

Para José María Santos, experto español en la organización de eventos deportivos –entre los que destacan los Juegos Olímpicos Barcelona 92–, si bien la organización de este tipo de certámenes representa una oportunidad para repensar la ciudad y sus focos de desarrollo, en el caso de Lima, el factor tiempo ha sido determinante para no poder articular las obras de construcción a una idea urbanística que trascienda los Juegos y el deporte. “Creemos que de por sí es un mérito que las obras de Lima 2019 se hayan culminado a tiempo, pero la demora en la organización hizo que se perdiera mucho y se le negara la posibilidad a la ciudad de plantear un plan de mejoramiento urbano que tuviera como punto de partida las inversiones relacionadas a los Panamericanos”, explica Santos.

En este sentido, Federico Dunkelberg –socio de Dessin-Technisch, arquitecto partner local del estudio Pattern Architects del Reino Unido, que tuvo a su cargo el diseño arquitectónico de las obras de infraestructura en las sedes de la Videna y Callao– señala que la infraestructura construida para los Panamericanos Lima 2019 representa una evolución en cuanto a logística deportiva en nuestro país. “El diseño y construcción de las sedes deportivas ha sido un éxito. Todo se ha hecho con los más altos estándares internacionales y competitivos del mundo, y esto claramente va a permitir que nuestros deportistas se preparen y compitan de la mejor manera”, explica Dunkelberg.

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Un grupo de ciclistas prueba la pista del velódromo de la Videna.

Respecto al legado que dejarán los Panamericanos a la capital, el arquitecto tiene claro que existe una necesidad de promover el buen uso de las sedes: “Lo más importante es la gestión del propietario o del operador. Si no hay un plan de gestión que permita abrir, por ejemplo, la Videna al público los fines de semana, de nada servirá este gran esfuerzo de cara al futuro. Creo que existe una oportunidad de generar un efecto dominó urbano, de generar actividades conexas al deporte, pero para eso necesitamos gestión”, comenta Dunkelberg, quien también devela ciertos errores en el planteamiento de la Villa Panamericana y Parapanamericana de Villa El Salvador. “Pocas veces el Estado tiene la posibilidad de construir más de mil unidades de vivienda. Es una oportunidad única para hacer ciudad, y creo que se ha desaprovechado, sobre todo porque se hizo pensando en el tiempo de obra, y no en quién va a vivir ahí. Se pudo buscar un mejor lugar, que asegure un surgimiento económico y que posibilite que las inmobiliarias inviertan en una zona”, comenta Dunkelberg.

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Avances de la obra de la Villa Panamericana y Parapamericana; su ubicación, en Villa El Salvador, es uno de los puntos críticos del proyecto, según el arquitecto Federico Dunkelberg.

Legado previsto

Amalia Moreno, secretaria ejecutiva del Proyecto Especial para la preparación y el desarrollo de los XVIII Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019, es bastante más optimista, y cree que la onda expansiva de los Juegos inevitablemente impactará en las zonas donde se ubican las nuevas sedes deportivas. “Un evento deportivo de esta dimensión siempre será un motor de desarrollo para las zonas emergentes, como puede suceder con Villa El Salvador, Villa María del Triunfo, el Callao y toda la zona circundante a la Videna, que se ha repotenciado al máximo. Yo no veo forma de que Villa María del Triunfo se desarrolle de espaldas a esta gran infraestructura”, comenta Moreno.

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Vista aérea del polideportivo de Villa El Salvador.

Moreno es una convencida de la necesidad de trabajar para que los esfuerzos desplegados en los Panamericanos promuevan cambios positivos a largo plazo. “Los Juegos no pueden terminar con la ceremonia de clausura. La onda expansiva de los Panamericanos debe generar desarrollo, y por ello estamos trabajando en un plan del legado, como se ha hecho en Londres, Barcelona y Sídney, donde el deporte fue un elemento transformador para las ciudades”, dice. En este sentido, la funcionaria cree necesaria la intervención de una institución autónoma. “Estamos elaborando planes operacionales para que cada sede pueda ser autosostenible, y para ello estamos planteando la creación de una institución del legado, que deberá ser un organismo independiente, adscrito a algún ministerio, y que deberá estar encargada de mantener la infraestructura creada para los Juegos y de coordinar con el gobierno el desarrollo de políticas para generar cambios sociales y fomentar la creación de una industria deportiva”, explica.

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Torneo preolímpico de rugby en el estadio de Villa María del Triunfo.

Pase lo que pase en el futuro, habrá que celebrar el inicio de los primeros Juegos Panamericanos que el Perú organiza. Ya luego, con más calma, habrá espacio para analizar aquello que se hizo bien, y lo que se pudo hacer mejor. Y de buscar alternativas que garanticen que la fiebre del deporte se inocule en nuestra sociedad y nos ayude a mirar el futuro con optimismo.

Artículo publicado en la revista CASAS #271