Tiene una curiosidad innata. Y, sobre todo, le gusta pensar sobre el futuro. Esto ha permitido al arquitecto español Gabriel Allende Gil de Biedma lograr soluciones inesperadas para hacer crecer sus proyectos. Conversamos con él en Lima, observando la ciudad desde lo alto en el edificio Primera Visión, flamante ganador del Premio Arquitectura y Ciudad en la categoría de Oficinas.

Por Laura Alzubide / Fotos de Diego Valdivia

Primera Visión

Detalle de la fachada del edificio Primera Visión (2015-2018), ganador del Concurso Arquitectura y Ciudad, organizado por Capeco, en la categoría de Oficinas.

Gabriel Allende Gil de Biedma (Madrid, 1952) viaja a Lima con frecuencia. Desde 2012 tiene una oficina en nuestro país, donde ha realizado algunos proyectos de envergadura. En una de esas visitas, nos muestra el edificio Primera Visión, ubicado en Magdalena, concluido a finales del año pasado y en el que ha aplicado algunos conceptos novedosos.

En primer lugar, la fachada, cuyo diseño busca la ganancia térmica. La construcción, según nos explica, también fue peculiar. La obtención de un terreno adicional, cuando ya había comenzado la obra, exigía que esta se paralizara. Pero entonces el arquitecto recurrió a un novedoso sistema de construcción, llamado “top down”, que permitió construir simultáneamente hacia arriba y hacia abajo, para evitar el retraso de la zona que ya estaba avanzada.

Allende también nos muestra el atrio de acceso de dieciocho plantas de altura, que crea una falsa fachada interior, donde Silvia Westphalen ha creado una escultura mural de tres plantas de altura llamada “Amaru”, que en quechua significa “serpiente de la sabiduría”. Al arquitecto le gusta mucho la obra. En general, le apasiona el arte. Es algo que se respira en su familia. Su hermana, Ouka Leele, fue una de las fotógrafas y artistas que abanderaron la Movida madrileña de la década de 1980.

Primera Visión

Hall de entrada del edificio Primera Visión, con la escultura mural de Silvia Westphalen.

Historia de un triunfador

Allende estudió Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM), y luego realizó un máster en la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), donde Charles Moore dirigió su tesis. Una experiencia que definió su carrera. “Había áreas de interés tecnológico, como los dos años que cursé con Baruch Givoni, el gran experto actual en arquitectura bioclimática en el mundo”, explica Allende. “Tuve profesores de Diseño como Eugene Kupper, Coy Howard o Frank Israel. Había mucha actividad, y pude conocer a todos los arquitectos del momento. Trabé amistad con Frank Gehry, por ejemplo”.

En 1985, de regreso a España, ganó su primer gran concurso: el de la rehabilitación de la Fundación Santillana de Madrid, tanto para la arquitectura como para el interiorismo, que le permitió tener acceso a la docencia y empezar a ser publicado. Poco después, recibió otro gran encargo: la rehabilitación del Edificio Gil y Carvajal, que recibió el primer premio en el apartado de Rehabilitación del Ayuntamiento de Madrid.

Fundación Santillana

Interior de la Fundación Santillana (1985-1986), en Madrid.

En aquella época, cuando recién había regresado de Estados Unidos y comenzaba a recibir comisiones importantes, así lo presentaba el diario “El País”: “A sus 32 años, Gabriel Allende tiene el aire del triunfador sensato, el apretado currículo del joven arquitecto que lo ha hecho casi todo en pocos años. Y al que, por si fuera poco, se le viene encima un holgado porvenir”.

Y ha sido cierto. Desde entonces, el estudio de Allende no ha dejado de ganar concursos, premios y grandes comisiones, mientras el arquitecto compaginaba el diseño con colaboraciones con la prensa, el trabajo docente y la curaduría de exposiciones. A pesar de todo, ha explicado en diversas ocasiones que no le ha dado tiempo a hacer todo lo que le gusta. “Todavía me queda mucho por recorrer”, afirma.

Allende

Centro de Alto Rendimiento de la Real Federación Española de Golf (2009-2012). Foto de Jaime Sicilia. A la derecha, imagen del proyecto del edificio de la calle Fernando El Santo (2017-2019), en Madrid, para adaptarlo a su uso como oficina.

–¿Qué es lo que ha caracterizado el trabajo de tu estudio en todo este tiempo?

–Por un lado, el salto de escala de trabajo y su complejidad. Tardé casi quince años en salir de la pequeña escala. Gracias al equipo de amigos y colaboradores, hemos podido ser muy generosos con el tiempo y hemos tratado de aprender poco a poco.

–¿Qué es lo que piden los clientes? ¿Han cambiado sus requerimientos en estos años?

–En la gran escala se ha perdido la autenticidad. Hay muchos fondos de inversión que marcan las reglas. Frente a esto, siguen existiendo promotores vocacionales a los que les encanta la arquitectura. Como los que han permitido que exista el edificio Primera Visión en Lima.

Manuel de Falla 7

El edificio Manuel de Falla 7 (2006-2016) es uno de los proyectos más logrados de los últimos años, merecedor de uno de los premios que otorga el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. El diseño incluyó las farolas de la calle.

Cambio de escala

Otro de sus proyectos recientes es el de las oficinas en Manuel de Falla 7, en Madrid, que fue ganador de uno de los premios del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), en 2017. Destaca por su moderada escala, que logra la integración con el entorno. También es curioso porque es una reforma sobre un edificio existente, y de alguna manera lo devuelve al trabajo de los primeros años. “Es un edificio más bajo que los de su entorno, y de uso de oficinas y no residencial”, explica el arquitecto. “La envolvente es de textil tensado modulado en paneles, con un patio inglés que se genera y rompe el volumen del edificio. Toda la terraza superior se convierte en un jardín con una calle central para caminar. Tuvimos la suerte de poder diseñar hasta las farolas que rodean el edificio”.

–¿Cómo ves hoy a la arquitectura peruana?

–Existen muy buenos profesionales, además de universidades muy punteras. Están en un momento en el que se necesita que la obra pública y la inversión tomen escala y puedan permitir la práctica que muchas veces facilitan los programas de desarrollo institucional.

–¿Cuál crees que es el futuro de la arquitectura?

–Recientemente, en unas ponencias en la Norman Foster Foundation sobre el futuro digital, el arquitecto e informático estadounidense Nicholas Negroponte enseñó dos fotos del equipo del laboratorio de diseño del MIT Media Lab, la institución que dirige: una de hace veinticinco años y otra de ahora. En la foto más antigua parecían trabajadores mecánicos, con cascos de obra y cinturones de herramientas. En la foto reciente, en cambio, parecían médicos de un quirófano, porque ahora se dedican a investigar el desarrollo bioquímico de los elementos que utilizamos. En el futuro, así será nuestra arquitectura. 

Gabriel Allende

Hace siete años, Gabriel Allende Gil de Biedma abrió una oficina de arquitectura en Lima. El edificio Primera Visión, donde posa para la foto, es uno de sus proyectos en nuestra ciudad.

Fotos: cortesía de Allende Arquitectos
Artículo publicado en la revista CASAS #271