Manuel Velarde, otrora candidato al sillón municipal de Lima, arremete contra la administración de Jorge Muñoz, a la que tilda de continuista y de tener una mirada “amarilla”. Además, alerta sobre la necesidad de adecuar las estructuras de la ciudad y el país a los efectos del cambio climático.

Por Edmir Espinoza / Retrato de Paula Virreira / Fotos de Andina

En el malecón de Miraflores, desde donde se aprecia el recientemente inaugurado viaducto de Armendáriz, Manuel Velarde parece hablar como un político en campaña. Furibundo crítico de la gestión de Jorge Muñoz, a la que tilda de continuista y poco coherente, el exalcalde de San Isidro se muestra convencido de la urgencia de promover una política de Estado que priorice la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. Además, critica la creación de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU) y plantea la necesidad de paralizar la construcción de la refinería de Talara.

Velarde

–¿Cuáles son sus proyecciones políticas a corto y mediano plazo?

–Yo sigo en política. Todo el mundo me pregunta: “¿Vas a seguir en política?”, y yo respondo que sigo en política. El hecho de haber dejado de ser alcalde no significa dejar la política. Hoy yo sigo en el activismo de temas medioambientales, en el tema de seguir promoviendo la bicicleta como un medio de movilidad sostenible, de seguir impulsando una visión urbana de una ciudad para las personas, y una agenda de sostenibilidad, ya no solo para las ciudades, sino que esta agenda sea expandida como una política de Estado en todo el país.

–¿Cuál es su evaluación de la gestión de Jorge Muñoz como alcalde metropolitano?

–Yo veo mucho continuismo, y eso me preocupa. No en vano estamos aquí, en la bajada de Armendáriz, donde vemos un viaducto cuya construcción fue iniciada en la época de Castañeda, pero que fue inaugurado por el alcalde Muñoz. Me preocupa que, si bien la obra se inició con una gestión distinta, no se hayan tomado las previsiones para establecer las verdaderas prioridades en un proyecto malo, como es este viaducto. Por lo menos se debía acondicionarlo a lo que debería ser una ciudad con prioridades bien establecidas, y eso comienza con lo peatonal. Cuando visité este proyecto hace algunos meses, le faltaban veredas para dar accesibilidad a los peatones de esta parte de la ciudad hacia la Costa Verde. Originalmente, el proyecto las contemplaba, pero el proyecto de Castañeda las eliminó, y esto no fue subsanado por una gestión que, se supone, tiene una mirada distinta sobre la ciudad.

De hecho, este viaducto me parece un error porque reafirma una situación muy compleja para la Costa Verde: el hecho de que se haya convertido en una autopista. Y esto ha hecho que se dañe esa cualidad que siempre tuvo, de espacio público y de espacio natural.

Velarde

–Concretamente, ¿qué se necesita ahora en Lima de forma urgente a corto o mediano plazo?

–Un plan urbano, urgente.

–Tenemos el PLAM 2035…

–Sí, y se podría utilizar. Pero hoy veo que este proceso de planeamiento está muy lento. Hay que poner el acelerador, porque si no, vamos a caer en el juego de siempre, de generar una ciudad fragmentada.

–Lamentablemente, los planes urbanos parecen ser descartables. Nos demoramos cuatro años en diseñar uno. Y, apenas llega una nueva gestión, se descarta y se vuelve a empezar de cero.

–Es cierto. Por eso la importancia de que el desarrollo urbano sea una política de Estado, que vaya más allá de un gobierno local o regional. Si no, que sea algo al máximo nivel.

–En este sentido, quizá la competencia más importante que tenía la alcaldía de Lima era la administración de las vías metropolitanas, que hoy son gestionadas por la ATU. ¿Hasta qué punto el alcalde metropolitano es responsable ahora de lo que sucede con el tránsito y el transporte?

–Te recuerdo que yo siempre estuve en contra de la ATU. Porque perder la competencia del transporte público significa perder una competencia para planear bien la ciudad. El transporte público sirve como un esqueleto: donde quieres urbanizar, desarrollar o compactar, utilizas estas herramientas del transporte público para fomentar o desfomentar el crecimiento y expansión de la ciudad. Creo que dejar estas competencias a la ATU representa una gran pérdida para la municipalidad y para la ciudad.

–Debes ser de los pocos expertos en contra de la ATU. La mayoría alega que con el nuevo sistema se despolitiza el tema del transporte y promueve acciones a largo plazo.

–Pero mira el ‘pico y placa’, una medida que yo nunca hubiera aplicado. Lo que haces es restringir la utilización del automóvil en ciertas horas y ciertas vías, justamente para fomentar el transporte público. Pero si no puedes fomentarlo, porque no tienes las competencias y la ATU está pensando en otra cosa, simplemente esta medida no va a llegar a nada. Si ambas competencias hubieran sido de la municipalidad metropolitana, se pudo restringir el uso de automóviles temporalmente, pero al mismo tiempo invertir en transporte público.

–¿Qué lecciones nos deja el caso de San Marcos?

–Lo primero: no veo que nazca naturalmente un impulso a políticas que promuevan una ciudad más moderna y que apunten a satisfacer el reclamo ciudadano que está en las calles. Necesitamos que las autoridades tengan una coincidencia de miradas con lo que está pasando en la ciudadanía. Lo que está haciendo San Marcos es pintar de cuerpo entero la gran brecha que existe entre lo que busca la población y una municipalidad completamente ausente, con una mirada que parece más amarilla que otra cosa. En el caso concreto del by-pass de Universitaria con Venezuela, a mí sí me hubiera parecido un hito que la municipalidad metropolitana decidiera demoler este proyecto. Demolerlo, si sabemos que no sirve. Hay que reconocer las cosas cuando están mal hechas.

Velarde

–El tema del cambio climático pareciera estar en todos los discursos políticos, pero ninguno plantea cambios reales.

–La crisis climática ya está entre nosotros, lo que pasa es que no queremos reconocerlo ni adecuar nuestras propias conductas y hábitos para combatirla. No hay tiempo que perder. Si no adecuamos las estructuras de la ciudad y del país, todos vamos a perder. Un ejemplo claro es la refinería de Talara, a la que yo me he opuesto siempre. No solo por su alto costo económico, que sobrepasa los seis mil millones de dólares, sino por los efectos que va a tener en el medio ambiente y en nuestra capacidad como país para hacer una transición ecológica hacia un sistema en el que, por ejemplo, se dejen de quemar combustibles fósiles en un lapso de quince años. Por ello, lo que va a hacer Talara es dejarnos amarrados a seguir consumiendo combustibles fósiles por mucho tiempo, y todo por el inmenso costo que ha demandado la refinería. Esto es algo que a estas alturas no podemos permitir. Y en ello soy muy claro: Talara es un proyecto que se debe parar ya.

–Algo me dice que usted está en campaña.

–No. Eso lo quiero descartar rotundamente. No estoy en campaña para San Isidro. Lo que he hecho es salir a defender mi legado. Y creo que lo que necesita San Isidro son gobiernos de gente joven. Yo fui elegido a los cuarenta y cinco años. Y, obviamente, cuando veo que el actual alcalde no entiende nada, me digo: “Oye, aquí lo que hace falta es renovación política y no seguir con más de lo mismo”.  

Artículo publicado en la revista CASAS #274